Esta es una pregunta natural. Pues bien, para principiar. aparte de que es destructora como una enfermedad del verdadero deporte, constituye una tontería para el apostador que generalmente, significa que al final de cuentas ha perdido su dinero. Muy pocos son los hombres, si es que hay alguno, que hayan podido hacer dinero a la larga, apostando.
Por tanto, a menos que se sea muy rico, es peligroso jugar.
El ver a alguien ganando montones de dinero tiende a entusiasmar al que lo ve, induciéndole a probar su suerte. Parece un camino nuevo para hacerse rico fácilmente, pero con frecuencia demuestra que es el camino más rápido para empobrecerse. En la mayor parte de los casos crea en el individuo un rasgo asqueroso: Avaricia. El llamado deportista sólo desea ganar por ganar el dinero que va a quitar a otra persona. Conforme la avaricia se apodera del individuo, la honestidad lo abandona; hay muy poco de verdadero deporte en la sucia empresa de ir tras el dinero ajeno. Multitud de personas han pensado que éste era el camino más fácil para hacerse ricos y se hundieron más allá de lo que podían y añadiendo otro crimen: el tener que robar o desfalcar a sus patrones o a otros, tratando de conseguir lo necesario para pagar sus deudas recurriendo al final al suicidio como medio de evitar las consecuencias. Esta malhadada historia la ve uno repetirse una y otra vez en los periódicos, pero es una advertencia que jamás es escuchada por la alocada juventud.
He aquí un estudio de los resultados de lo que costaron las apuestas durante los 12 años anteriores a la guerra, en Londres solamente: Suicidios e intentos de suicidio 234 Desfalcos y robos 3,234 Quiebras 530
Se estima que más de 50 millones de libras han pasado de las manos de los corredores a las de sus clientes durante 12 meses en el Reino Unido y que de esta cantidad el mayor porcentaje fue para los corredores.
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Roverismo Hacia el Éxito
Non-FictionUn libro del Deporte de la Vida, para Jóvenes Por Baden-Powell