He aquí una sugerencia útil, que hace quien la ha puesto en práctica con éxito.
Viene del Mariscal Foch, uno de los más grandes generales franceses de la guerra del catorce.
Dice: "Cuando tengáis un trabajo que ejecutar, consultadlo cuidadosamente.
1o. Ved si entendéis exactamente qué es lo que tenéis que hacer y qué es lo que vais a conseguir.
2o. Entonces formulad vuestros planes de ejecución.
3o. Ved razones suficientes para vuestros planes.
4o. Haced que su ejecución embone con el material de que disponéis.
5o. Sobre todo tened la decisión, la voluntad firme, la determinación indispensable para llevarlos a feliz término."
Tendido silenciosa y cuidadosamente hay que apuntar a una empresa difícil. Nota: la sombra en el agua representa la cabeza de un hipopótamo.
El mariscal tiene razón. En mi esfera pequeña corno es, siempre he tenido la debilidad de formular planes para las cosas, aún para aquellas sin importancia y después me dedico a ejecutarlas.
De aquí el apodo que me pusieron los zulúes de "Imhlala-panzi" que literalmente significa "el hombre que se tiende en el suelo para disparar". Pero que significa aquél que tiene cuidado de dar en el blanco al cual va a tirar y le apunta con la mayor precisión posible antes de hacerlo. Es éste el único camino seguro para el éxito. Haced de "Imhlala-panzi" vuestra divisa.
Algunas veces habrá que aventurarse para tener éxito y entonces es cuando no hay que echarse para atrás sino avanzar con los ojos bien abiertos.
Hablando de esto una vez, en compañía de otra persona estaba reconociendo las posiciones enemigas en la tierra de los Matabeles.
Durante la noche habíamos conseguido pasar sus líneas avanzadas y a la mañana siguiente nos encontramos detrás de ellas.
Mientras nos deslizábamos estudiándolas, nos topamos con un precioso león. La oportunidad era demasiado tentadora. Los dos sujetamos nuestros caballos y, sin parar mientes en el enemigo, disparamos sobre el león, haciéndolo caer.
Pero un momento más tarde ya estaba sobre sus patas con un mal humor aterrador y usando un lenguaje indescriptible. paralizados sus cuartos traseros por el disparo. No podía galopar para retirarse y se contentaba con dar vueltas sobre sí mismo husmeando y mirando en todas direcciones tratando de dar con nosotros.
No queríamos hacer más disparos de los que fueran necesarios, por miedo de atraer al enemigo sobre nosotros y también por miedo de echar a perder la piel del animal, así pues, me aventuré al cauce del río que estaba seco para acercarme lo más posible y rematarlo mientras mi amigo permanecía en el borde con su rifle apuntando al león para en caso de que éste se decidiera a atacarme.
Conforme el león me vio, se abalanzó sobre mí con sus fauces abiertas, arremangados sus labios y los ojos cerrados por el coraje. Le metí un tiro por la boca y lo liquidé.
Terminada esta parte con el consiguiente peligro de que fuésemos descubiertos, abrimos bien los ojos. Nos dimos a la tarea de desollarlo (pero si no se cuenta con guantes para hacer esto. muy pronto el cuchillo hace pedazos las manos, especialmente cuando se está de prisa y se trata de una pieza grande). Mientras uno desollaba, el otro estaba atento viendo en todas direcciones y con el presentimiento de que alguien nos observaba constantemente.
Por fortuna así lo hicimos: cuando ya habíamos conseguido desollarlo totalmente, el enemigo nos descubrió y apenas tuvimos tiempo de hacer un bulto con la piel, montar nuestros caballos y ponernos fuera de su alcance.
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Roverismo Hacia el Éxito
Non-FictionUn libro del Deporte de la Vida, para Jóvenes Por Baden-Powell