El fútbol por muchos años, como el cricket y el box, fueron considerados como deportes limpios; esto aconteció antes de que se convirtieran en juegos profesionales. Como antiguo jugador de fútbol, yo amo este juego que creo que vosotros también amaréis. Vosotros y yo lo vemos como uno de los mejores juegos que hay en el mundo. Nada como este juego para proporcionar salud y fuerza, actividad y aplomo, disciplina y buen genio, pero sobre todo la gran lección que nos proporciona es la de jugar sin egoísmo, ya que el triunfo es del equipo y no de uno en lo personal.
Un magnífico juego y de gran emoción para el que lo observa; por este motivo ha caído en las garras de los que de él sacan ventaja.
Compañías son las que ahora administran los terrenos donde se juega fútbol, los compran y pagan a los jugadores, las que excitan el entusiasmo del público por medio de la prensa y las que en la taquilla ganan magníficas entradas.
En vez de jugar, nuestros muchachos son ahora absorbidos por la multitud y convertidos en espectadores. Ser simplemente espectador se convierte en algo tedioso, si no se le sazona con algo de esa sal de que ya he hablado antes, con respecto a las carreras de caballos, y así es como las apuestas se convierten en el mejor atractivo del juego.
Se pueden observar hoy día grandes multitudes formando a las puertas de los campos de juego, que no se preocupan mucho por ver el encuentro, sino más bien por saber cuáles son los progresos que se hacen en éste y las variaciones de las apuestas.
Hay otros muchos que ni siquiera se toman la molestia a las cercanías del campo sino que tranquila y confortablemente apuestan desde sus casas. ¡Y a esto le llaman deporte!
No hay que conformarse con ser espectador, hay que practicar el deporte.
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Roverismo Hacia el Éxito
Non-FictionUn libro del Deporte de la Vida, para Jóvenes Por Baden-Powell