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Jerry la miró por el retrovisor con forme avanzaba, veía una pequeña chica de ojos verdes, los cuales transmitían dolor y confusión, veía por el retrovisor a la pequeña chica de la que se enamoró como un loco y maldecía al destino por haberle jugado una broma, y se odiaba por no poder estar juntos.
Altair se quedó ahí,  viéndolo partir bajo la lluvia, temblorosa por sus acciones.
—Tali, nena será mejor que lo olvides, ya no puedes hacer nada. Vamos te llevaré a casa
—dime que vas a estar bien —preguntó Stefy muy preocupada
—tengo miedo, a que haga una estupidez y que sea por mi culpa, Stefy si le pasa algo... Si le pasa... —se echó a llorar amargamente
—no. No digas eso, solo es una rabieta estará bien

Tali bajó del coche y entró a su casa, mojada, temblando y rota por dentro, sus padres al mirarla se alarmaron, la llamaron pero ella, los ignoró.
Andrea no quiso pasarlo por alto y la siguió hasta su habitación.
—Tali, hija ¿que ha pasado? ¿por qué estás mojada y sucia? Y ¿por qué lloras? —gritaba del otro lado
—vete mamá, no quiero hablar con nadie, menos contigo
—oye no tienes porque ser una insolente —pero Altair se encerró en su baño y no salió Hasta que su madre se fue

Jerry manejaba por la carretera en dirección a tijuana, para luego volar a san francisco, pero la lluvia era densa y la noche estaba a punto de caer, haciendo imposible tener una clara visión del panorama.
Él por su parte no estaba nada bien, estaba destrozado, furioso, pero Jerry no lloraba, jamás lo hacía, en la radio se escuchaba la canción "Don't let me down" de los Beatles. Llevaba más de una hora conduciendo por la lluvia torrencial, pero al parecer ni la velocidad conseguía calmarlo, al escuchar esa canción estiró su brazo para subirle al volumen, al fijar su mirada en el pequeño botón perdió la visión completa de la carretera y cuando menos lo pensó un luz lo cegó haciendo que perdiera en control, saliendo de su carril para impactarse con otro vehículo, entonces todo fue oscuro.
En tan sólo un abrir y cerrar de ojos, la vida de Jerry corría peligro.
Se debatía contra la muerte, los rescatistas luchaban por no darle la vitoria. Jerry quería abrir sus ojos pero no lo lograba, en su lucidez sólo podía pensar en una sola persona, en Altair. se miraba acostado sobre la camilla de la ambulancia, pero no veía oscuridad, miraba su cuerpo inerte, y todas esas personas al rededor que le brindaban ayuda, miraba caer la lluvia lentamente, y chocar con los cuerpos, miraba una luz resplandeciente que lo iluminaba a él y solo a él, y escuchaba una extraña pero tranquilizadora voz que le decía que se dejará ir, que no sentiría más dolor ni angustia, esa voz calmaba su dolor y estaba decido a seguirla. Pero luego entre la multiltidud escuchaba la de Altair que le decía "no me dejes Jerry,  vuelve a mi, te amo Jerry, no me abandones" .
Los para médicos bobombeaban su pecho con desesperación pero todo parecía ser en vano, las pulsaciones cada vez eran más débiles, su cabeza estaba completamente cubierta de carmesí, Jerry estaba perdiendo demasiada sangre junto con su vida...

Un pinchazo en el corazón despertó de golpe a Tali, temblaba y no podía explicarse por que. Lo primero que se le vino a la mente fue Jerry, e imploraba al cielo porque su sensación fuera errónea.
Sentada en la playa, con su mirada perdida anhelaba que en cualquier momento saliera Jerry y se encontrara con ella, decidida dejar su orgullo le llamo a su móvil, rápido saltó  al buzón. Desanimada se colocó los auriculares y comenzó a escuchar "mi primer día sin verte" de  los enanitos verdes. Realmente ese era el primer día sin él, pero no sólo ella, si no el mundo.
Se tumbó en la arena y se perdió en la música.
Pero segundos después alguien acarició sus piernas, y sobre exaltada abrió sus ojos y no podía creer lo que miraba, Jerry estaba a su lado
—Hola chiquilla
—Jerry, estas aquí, a mi lado
—jamás te dejare siempre estaré aquí —señaló su corazón.
—abrázame Jerry
—no puedo
—ya no estes enfadado, perdóname
—me tengo que ir... jamás me olvides
—¿como que te vas? ¿a dónde?
—mi chiquilla
Entonces Altair despertó, todo habías sido producto de su imaginación. Pero esa visión la dejo alterada y volvió a llamarle, solo para asegurarse que estaba bien pero no tuvo éxito, lo intento por 12 veces más y nada.
《Jerry, mi amor donde estarás, solo espero que estés bien 》

Pasó una semana desde la partida de Jerry y Tali no había tenido noticias suyas, cada noche miraba aquella mesa, y ansiaba que en cualquier momento entrara por la puerta, pero jamas lo hizo.
Hasta que una tarde entraron al restaurante un señora madura y un joven,  que al parecer, era su hijo, aquella señora de semblante perturbado y triste preguntó por Altair.
—Hola —dijo Tali tendiendo su mano y regalando le una melancólica sonrisa
—¿eres tu Altair?
—si. Soy yo —frunció el ceño
—soy Catalina, Catalina Alcázar —y sin pensarlo la señora la estrechó en su cuerpo. Altair pudo notar que la señora temblaba— y el es mi hijo
—¿Jerry? —dijo completamente pasmada
—no. Ryder —contestó el joven estaba impresiona, el parecido con Jerry era increíble, lo único que lo diferenciaba era las cicatriz de su rostro. Pero Tali seguía sin entender
—soy madre de Jerry y este es su hermano
—entiendo. ¿en que puedo ayudarlos?
—¿podemos sentarnos? —el corazón de Altair dio un vuelco, sabía que algo no andaba bien, e intuía que era sobre Jerry la llegada de su madre
—adelante —les señaló una mesa vacía para que se sentara. El restaurante recién abría sus puertas al público, lo que significaba que estaban solos en en el enorme salón—y bien ¿a que debo el honor? —preguntó con una melancólica sonrisa
—Altair, quisiera hacerte una pregunta ¿mi hijo era feliz?, quiero decir ¿aquí... contigo?
《¿era?》
—Dime, ¿no eres tu la niña de ojos verdes por la quien mi hijo perdía la cabeza? ¿eres la misma?
—señora yo...
—sólo dime Catalina —le interrumpió.
—le pido que sea directa y acabe con mi agonía, no entiendo a que se deben sus preguntas, pero intuyo que algo le ha pasado a Jerry, hace una semana que no se de él y creo que su presencia aquí,  en el restaurante no es precisamente para saber de nuestra intimidad, así que le suplico que, aunque sea amarga la verdad, dígame, que ha pasado con Jerry
—es lo que quiero saber que pasó, días atrás, antes de que partiera de aquí, me había contado que estaba dispuesto a darlo todo volver amar, por estar contigo —sus ojos se llenaron de lágrimas— hoy, mi hijo esta en estado de coma, tras sufrir un terrible accidente.
Al escuchar esto Altair, se quedó fría, el corazón le empezó a latir con fuerza, sus cuerpo comenzó a temblar y sentía que le faltaba el aire y la cabeza le daba vueltas, entonces ella se lamentó que esto era su culpa.
—y solo quiero saber porque tomó esta decisión,  si ahora tenía un motivo por seguir adelante
—Jerry y yo no teníamos nada en concreto, pero yo lo amo, no le voy a mentir, pero discutimos —apretó sus ojos y tragó con dificultad— el se marchó furioso, intenté detenerle, pero me fue imposible, esa tarde llovía... —y si poder terminar la frase, rompió a llorar —todo esto es mi culpa, si yo... Si tan sólo...
—calma, calma cariño, no es culpa tuya... ¿te gustaría venir con nosotros? ¿quieres verle?
—si usted me lo permite, quiero pasar cada minuto cercas de el, hasta que despierte.

Altair discutía con su madre, pues se negaba a que fuera a tijuana sólo para estar con Jerry, su madre no entendía razón alguna y no había nada que pudiera hacerla cambiar de opinión, pero para Altair no fue obstáculo, y ella se marchó con Catalina y Ryder.
Su madre furiosa le dijo que si cruzaba un pie fuera de ensenada, no volviera a pisar su casa, pero a ella no le importó, sentía que su deber era estar con el amor de su vida.
Al llegar al hospital, Tali pidió ver a Jerry, estaba en el mejor hospital de la ciudad. Mientras Altair subía al piso, sus respiración se agitaba y su corazón retumbaba con furia en sus oídos, se situó frente a la puerta, tomó aire y la abrió lentamente...

un hombre diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora