Bienvenido a Ashtrot

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Capítulo 2.

Después de aquella demostración de magia, si es que se le puede llamar así, Henrie se quedó helado, no sabía como responder a aquello que acababa de presenciar sin embargo la duda le carcomía por dentro, y quería saber como era posible que aquello que acaba de suceder en la habitación fuese magia. Todos lo miraban con regocijo, y el, el los miraba con los ojos como platos, helado de pies a cabeza, no sabía que decir, entonces Hector se acercó a el.

-Vamos- dijo dándole una palmada en el hombro-, no puedes decirme que es la primera vez que ves algo así.

-De…de… de hecho, si es la primera vez- dijo Henrie intentando volver en sí-, nunca había visto algo como esto.

-¿Enserio?- preguntó Hector sorprendido-, ¿Cómo es posible que descubriste este lugar entonces?.

-Pensamos que eras uno de esos magos que jamás supo de los juegos- dijo un chico de tez blanca, un par de ojos de color esmeralda, con el cabello oscuro, delgado. Vestía con una camisa de cuadros azul abierta, una playera blanca, un par de vaqueros azules, y un par de vans a cuadros azules-. Que extraño, jamás nadie puede encontrar este lugar, de hecho, varios de nuestros compañeros de clase han intentando buscar este lugar pero todos fracasan.

-¿Recuerdan lo que dijo Holmes, qué algún día un mago sin entrenar vendría al mundo?- dijo Alex colocándose entre dos mesas de computadoras que habían-, puede que seas tu- dijo y me señalo.

-Lo dudo, siempre hay magos sin entrenar- dijo el chico de ojos esmeralda-, no puede ser el.

-No ha habido un mago sin entrenar en décadas, Caleb- dijo Alex-, debemos consultarlo con Holmes.

-¿Esperen, el tiempo para los magos es diferente al de los humanos?- preguntó Henrie un tanto extrañado.

-No seas estúpido- dijo Hector con una pequeña risa-, el tiempo pasa igual, los cuerpos de los mortales y los magos funcionan de la misma manera, la única diferencia es que los magos tienen los dones que les otorgan la magia.

-Pero, ¿cómo se distingue un mago y un mortal?- preguntó Henrie con un tono de confusión.

-No la hay, solo lo sabes- dijo Caleb, entonces una alarma en su reloj empezó a sonar-, chicos es hora de irnos, los juegos ya van a comenzar y debemos montar el espectáculo.

-¿Qué?- preguntó Henrie mientras todos se levantaban de sus asientos-, no, esperen, toda vía tengo dudas.

-Puedes acompañarnos si quieres- sugirió Alex mientras abría la puerta.

-Dudo que el quiera- afirmo Caleb.

-Definitivamente quiero- dijo finalmente Henrie.

-Entonces camina, vamos tarde- dijo Hector mientras empujaba a Henrie-, el tiempo es la cosa más valiosa de este mundo y no pienso perderme esto.

Caminaron por los pasillos de la preparatoria, los cuales ahora estaban vacíos, usualmente los chicos estaban en sus talleres, en las salas de computo, o en la biblioteca realizando algún trabajo escolar, sin embargo algunos maestros estaban aun en sus aulas impartiendo clases de regularización a alumnos de primer ingreso, con un nivel bajo; Henrie siempre fue un prodigio para todas las áreas de estudio. Caminaron hasta la salida, al salir por las puertas de cristal del edificio principal, bajaron unas escaleras de concreto, atravesaron el estacionamiento, el cual tenia un jardín con grandes árboles, un pasto verde y vivo. Salieron por un par de puertas con rejillas negras. Ya en la calle era una calle de doble sentido con un camellón en medio, en el cual había arboles de gran tamaño, en las banquetas de la preparatoria había un pequeño pastizal, la escuela estaba en unos suburbios. Al caminar con los rayos del sol colándose por las copas de los árboles, era una vista realmente agradable.

Los MagosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora