Frío

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Capítulo 9.

La muchacha de cabellera rubia tenían acorralado a Henrie con una mano, no obstante no paso mucho para que Kenji actuará. Kenji era un mago de nivel alto, sin embargo era un renegado sin remedio, uno de sus más grandes poderes era el frío así que alzó ambas manos y con fuerza las postro sobre el suelo del autobús.

-Saben, muchas veces dicen que el cero absoluto es imposible, pero aun no se comprueba nada- dijo con una pequeña sonrisa y unas ráfagas azules se extendían por el suelo hasta llegar a ambos chicos.

Ambos quedaron congelados y Kenji los pateó con el pie, al ser pateados estos quedaron hechos añicos, se apuro y ayudó rápidamente a Henri a incorporarse nuevamente.

-No tienes una idea como odio a sus golems- se quejo Kenji.

El autobús se paro en seco después de que pronunciará aquellas palabras. El chófer se dio la vuelta y con una mirada llena de odio les hizo la seña de que se bajarán del autobús.

-¿Me puedes explicar que carajo acaba de pasar?- espeto Henrie con molestia.

-Te acabo de salvar la vida, de nada- respondió Kenji algo molesto-, pero si te refieres a que eran esas cosas, eran golems, los oscuros los usan para cazar o capturar gente.

-¿Los oscuros? ¿Quienes son ellos?- preguntó Henrie arqueando una ceja.

-Ya lo sabrás, ahora tenemos que llegar nuevamente al salón 300- dijo Kenji y tomó por un brazo a Henrie, de pronto todo se esfumó y aparecieron afuera del salón.

Estaban parados afuera del salón donde anteriormente había ingresado para incluirse en el taller de informática; Kenji tocó la puerta ligeramente y esta se abrió. Al momento de abrirse esta dejo al descubierto una sala vacía,  todo estaba iluminado e impecable.

-¿Por qué estamos en la escuela tan temprano?- pregunto Henrie con desconcierto al momento que ingresaba en el salón.

-Es un pequeño truco que aprendí,  aunque por el momento sólo puedo usarlo en distancias cortas- explicó Kenji con una mano en la nuca.

-Creo que me debes otra explicación- espeto Henrie cruzándose de brazos.

-Si, lo se, pero no se si deba ser yo quien lo haga- dudo Kenji,  al momento que tomaba una silla y se retiraba las sandalias para sentarse cruzando las piernas.

-¿Por qué lo dudas? No entiendo porque ciertas personas me quieren- dijo Henrie con molestia.

-Está bien, te diré todo lo que se- dijo Kenji y al momento con ambas manos dibujo un círculo en el aire, parecía un bloque de hielo que permitía ver lo que fuera-, todo comenzó hace muchos años, cuando la magia era enseñada a todas las personas que querían aprender de ello y sus donde mágicos,  sin embargo no todos tenían las habilidades mágicas y por ello les costaba más tiempo aprender a usar la magia, de hecho, todos los Tlatoanis que gobernaron eran los más poderosos magos que habían pisado estas tierras, grandes figuras eran magos muy poderosos, pero así como esos magos utilizaban la magia para guiar a sus pueblos, había unos cuantos que querían dominar por completo- entonces el trozo de cielo mostró una imagen de ciertos hombres y mujeres con túnicas negras en la iglesia de San pedro-, aquellos querían mantener el control de las poblaciones,  establecer un orden mundial, y ser los amos supremos...- fue entonces cuando el trozo de hielo mostró a un grupo de jóvenes-, sin embargo en los tiempos más oscuros cuando aquellos magos querían gobernar aparecieron unos jóvenes cuyas habilidades natas eran mucho más poderosas que de aquellos que adoraban el mal...sin embargo casi todos fueron asesinados, entre ellos uno de tus ancestros- dijo y mostró la imagen de un joven que envejeció, peleando contra otra persona igual de vieja que él-, él podía controlar todos los elementos, le había tomado tiempo, pero sin embargo el podía manejar los elementos a su antojo, fue por eso que creo la espada elemental...

Henrie se quedo pensando un momento, las palabras del relato de Kenji sonaban irreales y poco creíbles,  sin embargo ahora no podía dudar de que la magia existiera, el mismo había sido testigo de varios acontecimientos mágicos,  pero aun así no podía creer todo lo que le decían,  incluso no sabia si estaba con los buenos...

Fue entonces cuando la voz de Kenji interrumpió los pensamientos de Henrie.

-Se que suena raro; pero debes creerme, la razón por la cual ellos te buscan es porque eres el sucesor de la magia más poderosa que haya habitado en esta tierra- exclamó Kenji-, sin embargo no tienes entrenamiento en ello...

-¡Podrías enseñarme todo lo que sabes sobre el agua!- exclamó con entusiasmo Henrie.

-Si, bueno, yo no puedo enseñarte- dijo con desánimo Kenji-, no porque no quiera, sino que soy un renegado, soy un mercenario, además no soy bueno enseñando.

-¿Entonces como se supone que aprenderé toda esa magia?- pregunto Henrie molesto.

-Necesitas un gremio, un lugar a donde pertenecer- explicó Kenji.

-Vaya eso si que será difícil, nunca he pertenecido a ningún  lugar- explicó Henrie con una sonrisa fingida mientras bajaba la cabeza.

-Héctor se deberá encargar de ello, solo él podrá ayudarte- dijo Kenji con tono serio.

-Por cierto...- Henrie había recordado que a Héctor nunca le agrado del todo, sin embargo lo salvo de ser capturado y lo llevó a salvo a su casa, pero aun así era distante-, ¿por qué Héctor es así?  ¿Qué fue lo que le paso?

-Realmente no lo se, nadie lo sabe- respondió Kenji-, pero lo único que sabemos es que no tiene padres.

-¿Qué les paso?- pregunto Henrie.

-Según sabemos, sus padres murieron cuando el nació, y fue adoptado en un orfanato, aunque hace un año algo lo cambio, su actitud no era la misma de siempre, pero realmente no sabemos que fue lo que le paso- explicó Kenji con un suspiro.

-Entiendo...- Henrie no podía imaginar que es lo que le había pasado como para tener esa conducta realmente.

El silencio se apoderó de la sala, a excepción del reloj que colgaba de una de las paredes, tanto Henrie como Kenji voltearon a ver en dirección  de la puerta, esperando que algo o alguien apareciera, sin embargo lo único que había en la sala era un silencio completamente penetrante,  fue entonces cuando Henrie volteo a ver el reloj y eran las 6:55 a.m, recordó que sus clases iniciaban a esa hora, así que miró nuevamente a Kenji.

-Es hora de irme, debo asistir a mis clases, después de todo sigo siendo un chico cualquiera de preparatoria- dijo Henrie mientras se levantaba de la silla.

-Tienes razón,  quizás yo también deba irme, aunque tal vez espere a Héctor, debo hablar con el y mientras tanto tomare una siesta- dijo al momento que se colocaba las sandalias nuevamente y caminaba a un pequeño sillón desgastado que estaba en el rincón del salón-, nos veremos después Henrie.

Henrie se despidió con un ademan con la mano y salio del salón,  al salir la brisa de la mañana le golpeó en la cara, los pasillos ya no estaban tan vacíos y tenía que caminar al tercer piso del edifico D, lo bueno es que se encontraba en el segundo piso del edificio C, no tardaría mucho en llegar.

Los MagosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora