Capítulo 31

187 13 6
                                    

- Perdón- dijo Minghao, ya que yo me había quedado sin voz.

- Oh, no te preocupes, Minghao- Seonghee se levantó del sofá- ¿Ya te vas?- preguntó medio consternada.

- Sí- dijo él.

Me empujó discretamente por la cintura, mientras que yo me esforzaba por borrar mi rostro afligido. Medio reaccioné. Seguí a Minghao hasta la puerta y él notó mi reacción.

-Nos vemos luego, chicos-dijo Minghao y dijo adiós con la mano a Jeonghan y a Seonghee. Entonces se acercó a mí y me plantó un beso tierno cerca, muy cerca de los labios, rozando sólo la orilla y antes de que se despegara demasiado de mi rostro me guiñó el ojo.

Me quedé allí, analizando lo que Minghao acababa de hacer, o mejor dicho por qué.

- Adiós- musité al fin y luego cerré la puerta tras ver la sonrisa de Minghao.

Me giré y los ojos inquisidores de Seonghee me acusaron mientras que los de Jeonghan me miraban como si estuviesen furiosos. Pero eso era imposible, ¿no? No puede enojarse tanto por una estúpida rosa. Porque... esa era la razón, ¿no?

- ¿De qué tanto hablaron tú y Minghao?- preguntó Seonghee. La curiosidad que siempre había despertado en ella, ahora me era un tanto fastidiosa.

-De nada importante, ya sabes-me encogí de hombros-, su tía, la cena-dije, divagando un poco- ¿Sabes? Voy a ver si tenemos correspondencia-inventé, para poder escapar un rato de aquel incómodo momento.

- Pero...

No dejé que Seonghee terminara e interrumpí el sonido de su aguda voz cuando la puerta me colocó del otro lado, suspiré y bajé con lentitud las escaleras, necesitaba un poco de aire fresco. Llegué hasta el último piso y revisé en el cajón marcado con el 312 para ver si teníamos correspondencia, no había nada más que unos cuantos folletos de publicidad sobre cuentas de banco, a lo poco que pude entender.

Arrugué los papeles y los hice una bolita mal hecha, luego salí del edificio y me senté en las escaleras de la entrada en donde deposité las bolitas de papel a un lado, me llevé ambas manos a mis ante brazos, esta noche había decidido teñirse de un azul oscuro y gélido aire.

Suspiré, haciendo que el vapor saliera de mi nariz y chocara con el frío.

La puerta se abrió a mis espaladas, y antes de que pudiera articular algún pensamiento, una voz me distrajo.

-Necesitamos hablar-me dijo Jeonghan haciéndome pegar un brinco, su tono era un poco áspero y cuando me giré a mirarlo, se esforzaba en ocultar un rostro medio colérico, pero la máscara no resistía muy bien.

De pronto me asusté, ¿Tan mal se había tomado lo de la rosa?

Se sentó a mi lado, allí en el frío cemento de las escaleras desgastadas de la entrada y el contacto con su piel me produjo un tierno calor cuando pegó su brazo y hombro al mío.

- ¿Qué sucede?- pregunté.

- ¿Qué fue eso?- me habló con el mismo tono de voz.

- ¿Que fue qué?- esto parecía un juego de palabras.

- Eso, con Minghao, ¿Por qué te besó?

Me solté a reír de puro nerviosismo, yo pensé que él me daría una buena amonestación por lo de la rosa y, ¿me sale con eso?

- No me besó- dije.

- ¿Entonces a qué le llamas pegar sus labios con los tuyos?

- ¿Qué?- reí de nuevo, pero al parecer a él no le causaba nada de gracia- Minghao no me besó, no en los labios al menos. Fue sólo un beso de amigos.

- No parecen amigos- farfulló.

- Jeonghan, pareces mi padre- dije, medio molesta por tener que darle explicaciones y la risa se volvió una línea tensa en mis labios.

Jeonghan suspiró y decidió cambiar de tema la conversación.

- ¿Por qué le diste la rosa a Seonghee?- preguntó.

- Porque ella es tu novia, Jeonghan- dije, aunque haya dolido-. A ella es a quien le debes dar rosas, osos de peluches, qué sé yo.

- Pero yo te la quise dar a ti- insistió.

-Y yo no iba a decirle a Seonghee eso, ¿o sí?-suspiré-. Jeonghan, ¿por qué te molestas tanto con las cosas que hago? ¿Por qué te importa que le haya dado la rosa a Seonghee e inventado una excusa para salvarnos el pellejo? ¿Por qué te molesta si Minghao me besa o me lleva un ramo de flores?

Se quedó en silencio un rato, con sus labios en forma de línea.

- No lo sé musitó- musitó-. Tengo que irme- se levantó rápidamente y caminó hacia su Hybrid negra.

Me quedé sentada allí, sin saber bien qué había ocurrido hace unos minutos; era la clase de desconcierto que hace que te duela la cabeza y sentir cómo si tus pies volaran lejos del planeta Tierra. ¿Por qué Jeonghan había actuado así? A no ser que... no, claro que no. Eso sería imposible.

Suspiré agobiada, si Jeonghan había malinterpretado todo, seguro Seonghee también y ahora, aunque no tenía ganas de mantener una conversación para mentirle más a Seonghee y sonreírle condescendientemente, tenía que pararme enfrente de ella y darle el mismo sermón que le dí a Jeonghan, el de "Minghao y yo sólo somos amigos".

Me levanté desganada y abrí la puerta del edificio, conduciendo mis pies escaleras arriba hasta llegar al tercer piso y al departamento 312. Suspiré de nuevo antes de entrar, rogándole a Dios tan sólo un poco de ayuda, Seonghee podía llegar a ser realmente persistente.

Abrí la puerta girando la dorada perilla y visualicé a Seonghee mirando TV desde la cocina; mientras intentaba recalentar en el horno un pedazo de pizza del día jueves. Cuando me vio entrar se giró hacia mí y me sonrió de gran manera haciéndome ver sus dientes medianos y blancos, tan fuertes como un roble.

Traté de sonreír.

MANUALE DEL PROIBITO ; Yoon Jeonghan [ADAPTADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora