Capítulo 36

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Luego de fantasear en mi cabeza por un rato que para mí fue pequeño, sentí que estacionó el auto y miré a través de la ventanilla. No veía nada fuera de lo normal. Calles y canales y gente transitando por ellos. 

No supe cuándo se bajó pero de pronto su figura ya estaba fuera del auto, de lado de mi puerta para abrirla y ayudarme a bajar.

-Gracias-le sonreí, pero aun no sabía dónde estaba ni a dónde me llevaría.

cuando cerró la puerta, entre tanto que yo buscaba y rebuscaba algún lugar especial al que pudo hacer referencia Jeonghan. Pero no había nada. 

-Ven-me tomó de la mano y me hizo estremecer. 

Me guió por todo el largo de la calle, hasta que al doblar la esquina, pude percatarme del ruido y las luces de la feria que se establecía a lado del puerto. Abrí la boca de asombro, jamás había estado en una feria y mucho menos en una europea.

- ¿Te gusta?- me preguntó, mirándome atentamente, con esa bonita sonrisa en sus labios.

- Estoy emocionada- admití, observando todos y cada uno de los detalles de la feria mientras nos acercábamos a ella.

- Seonghee me mencionó que cuando eran pequeñas jugaban a la feria en su cuarto. Ella ya ha venido aquí, pero sé que tú no. Así que, espero que disfrutes esto.

¡Seonghee! La mano se me congeló y me obligué a soltar la mano de Jeonghan, no debía olvidarme de Seonghee.

- Que lindo eres, Jeonghan- le miré, sus ojos resplandecían con el montón de lucesitas de los puestos y carpas de la feria.

Me sonrió, desarmándome por completo.

Nos introdujimos a la feria, en donde un montón de niños jalaban de la mano a sus padres para hacerlos caminar más rápido y así alcanzar a subir a los juegos.

- ¿Y qué quieres hacer primero?- me preguntó con las manos en los bolsillos.

- Amm... ¿Aquí hay carritos chocones?

El rió y me tomó del brazo para guiarme hasta ellos. Cada uno nos subimos en un auto, mientras que perseguíamos al otro para chocarlo, si es que no nos chocaba primero algún otro carrito y las risas no se dejaban de oír.

Cuando bajamos, mis cabellos estaban más despeinados de lo normal, mientras que los de Jeonghan seguían intactos y perfectamente acomodados en su cabeza, pero traerlo corto para él era una ventaja. 

- Eso fue divertido- dijo-. ¿A dónde quieres ir ahora?

- Te toca decidir a ti.

Él rió divertido y luego miró al rededor y al final detuvo su mirada por arriba de mi cabeza.

- ¡Subamos allí!- señaló.

Me giré para ver cuál era la atracción que él decía y mi vista se elevó tan alto que instantáneamente se me produjo una inquietud desagradable en el estómago al contemplar la altura del juego.

- No- fue lo primero que salió de mi boca. Una negación rotunda ante la propuesta de Jeonghan.

- Ay, vamos, no es tan malo- intentó animarme, sin embargo, logró todo lo contrario.

- ¿Tan?- repetí la palabra con sarcasmo-. No, no, no, no, ni loca me subo a eso- me di la vuelta para intentar escapar.

Pero él me detuvo, tomándome por ambos brazos, de frente.

- Pues llámame loco, porque yo sí me subiré. Es sólo una montaña rusa, Haneul.

- Una montaña rusa del tamaño del Everest- traté de zafarme de sus manos.

- No seas exagerada- me tomó con más fuerza para encaminarme al juego.

Lo cierto es que le tenía un pavor enorme a las atracciones mecánicas, la adrenalina no era lo que más me caracterizaba y jamás en mis veintidós años había montado uno. Esta vez no tenía que ser la excepción, pero Jeonghan insistía y así era más difícil hacerle caso a mi razón.

No sé cómo me hizo llegar hasta la fila que esperaba ansiosa por subir y me percaté de ello hasta que los estrepitosos gritos de las personas abordo me llegaban desde lo alto.

- Estás loco si piensas que me subiré a eso- farfullé, haciendo mi tercer intento por escapar.

-Ya te dije que sí estoy y te subirás conmigo-no sabía porqué la última palabra me había gustado demasiado, pero antes de que lograra salir de entre la gente que hacía fila, Jeonghan me agarró de la muñeca, me atrajo hacía él y me abrazo fuertemente, haciendo añicos mi fuerza de voluntad y por supuesto, imposible mi escape.

Me quedé quieta y me le quedé mirando. A esa distancia, su belleza era inconcebible.

- Por favor, súbete conmigo- pidió, con la voz más dulce que haya podido escuchar-. No voy a dejarte ir hasta que me digas que sí.

De pronto, olvidé cómo hablar y sólo asentí. Me percaté del latido tan estrepitoso de mi corazón que golpeaba contra mi pecho y también contra el suyo, que estaba pegado al mío, entonces el rubor corrió por mis mejillas ya que él no me soltaba aunque ya había aceptado.

- Genial- me sonrió-. Gracias.

¡Seonghee, Seonghee, Seonghee, Seonghee! La voz en mi cabeza gritaba aturdida. No debía olvidarme de Seonghee. Me obligué a abrir la boca.

- Ya te dije que sí, ya suéltame- musité, ruborizada.

-No, si te suelto tal vez intentarías escapar de nuevo; así que hasta que no estemos arriba, difícilmente te creeré-me apretujó más a su cuerpo, casi no podía respirar pero tampoco quería hacerlo si eso significaba dejar mi bella prisión.

Me sonrió antes de mirar de nuevo el temible juego y estando allí en sus brazos, su delicioso perfume llegaba con intensidad hasta mis fosas nasales, inundando todo el aire a mí alrededor y produciéndome un confort en el estómago, transportándome a un mágico paraíso.

-¡Genial! Seguimos nosotros-me dijo, mientras me hacía avanzar detrás de las personas que emocionadas montaban los asientos para dos de la montaña rusa.

El estómago se me revolvió.

- Jeonghan...- la voz me tembló, insegura.

- Tranquila, si quieres yo te protejo- me sonrió y sus brazos se tensaron.

Me hizo sentar en el cuarto asiento de adelante y él se sentó a mi lado. Luego sus brazos se volvieron a enrollar en mi cuerpo, ya que me había soltado unos segundos para poder acomodarse en el asiento continuo.

- No estoy segura de...

- Ya estás arriba, no hay retorno- me interrumpió.

Nos hicieron ponernos el tubo de seguridad y el estómago se me encogió de nerviosismo. El tubo metálico no llegaba hasta mi abdomen.

- No hay peligro de que uno se salgo, ¿Verdad?- preguntó.

- No, pero siempre hay una primera vez para todo- rió, cínico.

- ¡¿Qué?!

- Es broma- carcajeó-. Tranquila, ¿Sí?

Entonces el carrito se empezó a mover por el riel que formaba el camino ilógico de aquella montaña. Quise correr, sólo tuve las ganas de hacerlo, pero como si Jeonghan me hubiese adivinado el pensamiento, sus brazos se tensaron a mi alrededor, tiernos y protectores...

MANUALE DEL PROIBITO ; Yoon Jeonghan [ADAPTADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora