Jeonghan me sujetó de la espalda, con miedo a que me cayera.
- Usted, señor. No tiene por qué tocarme- quité su mano de mi espalda, e intenté fruncir el ceño, sin embargo, no podía. No tenía fuerza para hacerlo.
- Será mejor que nos vayamos, Haneul. Wonwoo-sacó su billetera y luego de ella, un par de billetes que aventó sobre la barra-, quédate con el cambio. Gracias por llamarme.
-¿Por qué pagas mi cuenta? ¿Quién te dio el permiso?-le miré, aun ceñuda y con voz torpe.
-Vámonos, Haneul.
- Pues yo no me quiero ir-rezongué y luego me crucé de brazos.
-No seas ridícula, Haneul. Vámonos-me instó a seguir caminando pero me detuve y luego me tambaleé por el esfuerzo-. Si es necesario sacarte de aquí en brazos, lo haré-me advirtió y me miró serio.
Nos quedamos mirándonos por un buen rato, retándonos el uno al otro; pero fracasé por completo luego de perderme en esos bellos ojos color café, protagonista de mis sueños.
-De acuerdo-farfullé-. Tú ganas. Siempre ganas-hice un mohín y luego me dí la media vuelta para dirigirme a la salida; algo que hizo que me mareara.
Pude sentir una firme y fuerte mano sujetándome por la cintura, y al reconocer aquella dulzura en el tacto, la piel se me erizó y un montón de mariposas se desataron en mi estómago. Maravilloso, incluso ebria y torpe, Jeonghan provocaba esas reacciones en mí. Fruncí el ceño mentalmente.
Cuando llegamos afuera, después de esquivar a toda la gente y que, el aire despeinó todo mi cabello, quité de un tirón su mano en mi cintura.
- ¿Qué pretendes, Jeonghan?- mi voz sonaba torpe, sin embargo, no quitaba lo seria que estaba.
- Sacarte de aquí sana y salva. Vámonos- me señaló su auto negro del que era dueño.
- No-me crucé de brazos-. Ya me sacaste de allá adentro, ya déjame aquí-le hice un gesto con la mano para que se fuera.
-Haneul, por favor, sube-me rogó, serio.
Me giré y comencé a caminar con pasos torpes, sintiendo aun cómo el suelo bailaba bajo mis pies.
-¡Haneul!-exclamó, ordenando que parara, pero lo ignoré- No seas terca.
Seguí caminando, o al menos eso intentaba. Y de pronto, sentí mis pies elevarse del suelo.
- ¿Qué haces? ¡suéltame!- intenté luchar- ¡Yoon Jeonghan!- pero mis intentos fueron sólo fracasos.
Jeonghan caminó los pocos metros hasta su auto y con cada uno de sus movimientos, su perfume varonil que me llevaba a flotar en un paraíso, se metía por mi nariz. Me depositó con cuidado media parte de mi cuerpo en el suelo, mis pies volvieron a tocar el piso; pero mi cintura aun estaba fuertemente ceñida por su mano. Me tenía aprisionada. Abrió la puerta del copiloto del auto y luego volvió a cargarme como un bebé y me depositó con dulzura sobre el asiento. Se inclinó sobre mí y abrochó el cinturón de seguridad sobre mi cuerpo. Oí el chasquido del seguro al cerrar.
- No soy un bebé- mascullé.
Entonces me miró, su bello rostro estaba a sólo centímetros del mío y su respiración me golpeaba el rostro. Sus ojos brillaban con la tenue luz de las lámparas que entraba por las ventanillas del auto. El puñado de mariposas de mi estómago enloqueció.
- No seas tan terca, Haneul, por favor-musitó y su aliento cálido se metió por nariz, mandando al demonio todas las barreras que quise construir contra él.
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MANUALE DEL PROIBITO ; Yoon Jeonghan [ADAPTADA]
FanfictionFalso y pérfido eran sinónimos de mi nombre. De todos los papeles que pude protagonizar, era dueña del único que todo el mundo en mi situación, rechazaría. Lo peor era que esta no era una obra de teatro, cuyo objetivo es sólo representar, actuar y f...