Capítulo 27

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- Ehm ¡No! quiero decir... Jeonghan te la dejó a ti, es para ti- dije.

- ¿Hizo eso?- su semblante cambió de nuevo, ahora a uno dulce y tierno- Aww, que lindo es- se acercó a la rosa y la tomó para percibir su aroma-. Tengo que ponerla en agua- sonrió y yo suspiré, con pesar.

Aliviada porque había salido del lío que por poco y se iba a armar, y con pesar porque la rosa ahora estaba en las manos equivocadas, que irónicamente eran en las que deberían de estar.

- ¿Y cómo estuvo tu día con Minghao?- preguntó mi amiga y yo me senté en una de las sillas detrás del pretil.

-Genial- musité con aplomo.

- Ay pero lo dices como si no te hubiera gustado- su voz se acercó cuando ella se sentó a mi lado.

- No, es que estoy cansada, ya me conoces- sonreí.

- No es justo, ¿sabes?- dijo.

- ¿Qué cosa?- le miré.

- Que no pueda pasar tiempo contigo. ¡Dios, eres mi mejor amiga! Casi no hablamos. Yo con mi trabajo y con Jeonghan...

- Pero, Hee. Vivimos en el mismo departamento, como queríamos cuando pequeñas, ¿verdad?

- Sí- sonrió-, aún así casi no te veo. No es justo.

- Está bien, tenemos los domingos- dije.

- Un día de siete- hizo un mohín.

-Me gustaría pasar más tiempo contigo, Hee; como cuando éramos niñas, pero ya no lo somos. Tú tienes trabajo y yo muchas cosas que hacer. Pero al menos lo compartimos y eso es lo que cuenta.

- Me siento muy afortunada, ¿sabes?- suspiró- Tengo la mejor amiga del mundo y el novio más apuesto del planeta- rió-. Además del trabajo que quiero.

sabía por qué me sentí culpable cuando ella dijo "la mejor amiga del mundo" y celosa cuando dijo "el novio más apuesto del planeta".Sonreí y la abracé. Si había una amiga excelente, esa era Seonghee. No yo.

- Tengo que dormir, Hee- dije.

- ¡Ay no!- exclamó como niña pequeña- ¿No vas a cenar?

- Estoy cansada.

- ¡Vamos! cena conmigo, ya van varias veces que me dejas cenando sola- hizo un puchero y me reí.

- Está bien, ¿qué cenamos?

La sonrisa de Seonghee se expandió por su rostro.

Miré a través de la ventana el cielo completamente oscurecido y conté las escasas estrellas que había esa noche. Miré luego el reloj, iba a ser la una treinta de la mañana y yo aun no podía dormir. Me acurruqué entre la cobija y suspiré.

No podía seguir ignorando a la fierecilla dentro de mí, porque sus pensamientos ya no iban en total desacuerdo conmigo.

Pero aun conservaba un poco de cordura en alguna parte de mi cabeza que me decía que no podía enamorarme de Jeonghan. Era tan intocable como el fuego bajo la sartén, tan prohibido como romper alguna ley de la constitución; era el novio de mi mejor amiga, y yo debía de brincar hacía atrás los pasos que no debí de caminar.

. . .

Me levanté y arreglé en media hora y tecleé sobre las teclas de mi celular el número de Seuncheol, ¿quién mejor que él para entender toda esta locura?

- ¿Hola?- me contestó del otro lado.

- Seungcheol, ¿podemos vernos hoy?- pregunté.

- Claro- accedió-. Dime en dónde y a qué hora.

- En la plaza, en una hora y media, ¿está bien?

- Perfecto, ¿Te puedo preguntar para qué?- curioseó.

- Te digo cuando te vea.

- Está bien.

Trunqué la llamada y me apresuré a salir del departamento, seguro tardaría más de una hora y media si no me daba prisa. Aunque llegar por mis propios medios me costaría trabajo.

Tomé un taxi que tardó casi los sesenta minutos en llegar y pagué con los euros que habían salido de mi bolso o que, mejor dicho, Seonghee había colocado allí para mi uso, debido a que mis billetes y monedas aun eran coreanos.

Bajé y me adentré en el motín de gente que circulaba bajo el cielo grisáceo como el día de ayer, y me senté en una banquita gris que estaba vacía por puro milagro, como si aguardara por mí.

Le regalé un suspiro al aire y luego miré hacia arriba, a lo mejor llovería hoy. Los nubarrones grises que surcaban el cielo se veían considerablemente amenazadores.

Empecé a divagar entre mis pensamientos, mientras esperaba por Seungcheol; quien hasta el día de hoy se había vuelto casi mi mejor amigo, nos contábamos todo y esta vez, no sería la excepción. Estaba dispuesta a decirle con punto y coma todo, y eso incluía aceptar que Jeonghan me atraía y bastante.

-¡Seuncheol, acá!-manoteé para que me viera y no sólo logré llamar la atención de él sino de algunos otros que me miraron extrañados por hablar en otro idioma. 

Cómo si no hubieran oído jamás el español. Me encogí un poco cohibida y aun así Seungcheol me alcanzó a mirar y se acercó...

MANUALE DEL PROIBITO ; Yoon Jeonghan [ADAPTADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora