Vamos,sal ya dolor.

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Mí papá y mí mamá habían vuelto a discutir. Creo que había sido por mi culpa, o tal vez no.
Peleaban por quién iría a mi junta próxima del Colegio o algo así, sí, eso éra.
Cualquiera odiaría ver a sus papás ante un divorcio,yo prefería que hicieran eso, que se separaran, odiaba más verlos pelear, lo peor es que ni siquiera les molestaba el sólo hecho de que yo estuviera ahí, presenciando todo. Ellos sólo tenían en mente que yo éra lo suficientemente mayor como para comprender la "situación" Y no "juzgarlos", o,al menos eso es lo que me decían.
Pero... dolía tanto,y ellos ni siquiera se daban cuenta, de que me herían.
Qué egoístas.
Mi vida fue así por un largo y estresante tiempo...
Lo tenía todo y a la vez no tenía nada.
Tenía una vida lujosa y casi siempre mís papás me compensaban por dejarme solo con dinero, pero, yo no quería dinero, los quería a ellos.

[ ... ]

Llega ese punto en el que no sabes ni cómo te sientes o la razón por la que aún te mantienes vivo y tratando de lidiar con tanto para seguir en el camino,entonces lo único que quieres hacer es dejar de respirar.
Tomé una navaja y después miré fijamente mi muñeca,decidí en ese instante volverme un cobarde y hacerme daño.
Me había dejado marcas que después de unos minutos comenzaron a sangrar y a hincharse,este método inútil para desahogar el enojo lo aprendí de unos "amigos".
Supongo que todos en algún momento de nuestra vida llegamos a tratar de combatir nuestros sufrimientos y dolores intentando cortarnos las venas, e intentar convencernos de que sólo así lo difícil dolerá menos.
El día en el que me corté las muñecas de mis manos... recuerdo tan bien ese momento.Lo voy a admitir,no me dolió,supongo que mi mente estaba tan ocupada en lo mal y destrozado que estaba que ignoró el dolor físico que debía sentir con aquellas cortadas, claro que cuando la tristeza y el coraje abandonaron mi cuerpo, el dolor de mis heridas se hizo presente. 
Confieso que aunque recuerdo muy bien la primera vez que intenté matarme cortándome las venas(porque claramente no morí) no recuerdo el por qué de mi mal momento.
Mi muñeca sangraba mucho, pero no, la navaja no había atravesado tanto mi dermís, no había llegado a alguna de mis venas.

Otro fracaso más en mi vida.Bien hecho Eduardo, bien hecho.

Recuérdame.(Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora