⚫Proyecto 13⚫

3. Mario: Secuestrado por un autobús y llegamos a la base

Debo reconocer que lo único que me sorprendió al entrar al autobús fueron las ventanas, que eran opacas y no dejaban a los pasajeros observar el exterior. Cuando ocupé mi sitio solo se encontraban en él una mujer pálida y de pelo azabache, el conductor y una chica de unos 15 o 16 años. Decidí sentarme en la última fila, que tenía 3 asientos y tenía más espacio que las demás, justo detrás de la chica, que dormía plácidamente apoyada en la ventanilla del autobús. Debo de reconocer que me llamó un poco la atención el pelo de la chica, de color azul con las puntas moradas, y su ropa. Llevaba unos vaqueros negros , una camisa roja de cuadros dos tallas más grandes y unas converse rojas, además de unas gafas grandes de pasta negra, y a su lado había un abrigo verde. Observé el pasillo y vi un cuaderno tirado. Supuse que era de la chica, así que lo cogí para dárselo cuando despertase. Luego fui hacia mi asiento y me abroché el cinturón.

Mientras esperaba a que la chica despertara me puse a leer un rato, pero recordé que tenía que llamar a mi madre, así que cogí mi móvil, lo desbloqueé y marqué el número de mi madre, pero no me dejó hacer la llamada. "La cobertura" pensé, y me imaginé la bronca de mi madre cuando llegase a casa. Cuando iba a meter el móvil en la mochila volví a ver el cuaderno de la chica, y mi curiosidad me venció, así que le abrí y comencé a ojear los dibujos. Reconozco que la chica tenía talento, las líneas eran precisas, las manchas de acuarela no se salían de ellas y los dibujos a carboncillo estaban muy bien hechos. También había algunos hechos digitalmente pegados en algunas páginas, y me encontré un bonito koala(para alguien que ama Australia, como yo, todos los koalas son bonitos)

Cerré el cuaderno, y me puse a escuchar música hasta que noté movimiento en el asiento de delante. Para entonces ya habían entrado otras tres personas en el autobús. La chica chilló en bajo de repente, al mirar su reloj e intentó desabrochar su cinturón.

-No se puede- le dije, porque ya lo había intentado, y le devolví el cuaderno. Entonces empezamos a hablar y pasamos un buen rato así. La chica se llamaba Rachel y era irlandesa, y, al igual que yo, sospechaba que no estabamos allí por casualidad.

Mientras hablábamos fue subiendo gente, hasta que solo quedó libre el asiento que se encontraba al lado de Rachel. Cuando se abrieron las puertas para dejar pasar al último pasajero entró un chico de la edad de Rachel, con el pelo moreno, revuelto y un poco largo y la piel bronceada. Cuando se giró para bajar del autobús se cerraron las puertas, por lo que se dirigió hacia nosotros.

Cuando llegó al lado de Rachel la preguntó si se podía sentar, y ella accedió, alegando que no le íbamos a dejar de pie en el pasillo. Entonces se presentó, se llamaba Hugh y vivía en Australia, y resultó tener 15 años(tal y como yo pensaba), pero Rachel resultó tener solo 14 años. Vaya, esa chica es realmente alta para su edad. Les comenté que era muy extraño que hubiese tan poca diferencia de edad entre ellos, ya que entre todos los demás nos llevábamos por lo menos 5 años entre nosotros. Íbamos a seguir hablando, pero los altavoces del autobús dejaron oír una voz que hablaba en inglés y que nos explicó qué hacíamos allí. Resultó ser un experimento para comprobar nuestra inteligencia.

Mi subconsciente empezó a quejarse sobre la mala suerte que había tenido para que justo me tocase a mí. Pero tuve que hacerle callar porque Hugh se había quedado pálido. Le preguntamos si se encontraba bien, y sólo nos contestó con una especie de no, pero Rachel y yo nos quedamos preocupados.

-Ya sabemos que hacemos aquí. Ahora tenemos que hacer una cosa... Aguantar hasta el final los tres.- dije yo.

-Pero eso significa estar 15 meses encerrados en la maldita base, y no creo que nuestros queridos secuestradores nos vayan a dejar a los tres hasta el final- dijo Rachel-. ¡No quiero aguantar allí año y pico!- siguió, esta vez casi gritando.