One-Shot's anime [Personajes x Lectora]

Aomine Daiki

Anime: Kuroko no Basket.

Personaje: Aomine Daiki.

Título:

Ladrón

«Mala suerte». Aquellas dos palabras iban estupendas contigo. De eso te sobraba; sudabas mala suerte. Algunos ejemplos:

- Que te haya faltado solo una décima para aprobar la materia.

- Que al conseguir un trabajo, donde la entrevista era en pareja, siempre elegían a la otra persona. Y cuando por fin podías trabajar, te despedían al día siguiente.

- Que cuando caminabas, inevitablemente, debías pisar un lindo regalito de perro.

Esas y otras cosas más forman parte de la historia de tu ultra mega híper: Mala suerte.

Pero hoy no es tu día de mala suerte, ah no no. Este día en especial, es tu día y nadie lo puede arruinar. Por fin, después de siete meses buscando trabajo, al fin conseguiste uno.

Te habías levantado temprano para poder estar lista más que a tiempo. Buscaste tu mejor atuendo, encontrándolo. Te peinaste, perfumaste y arreglaste. Te miraste al espejo y dijiste:

«—Hoy será un buen día.»

Y con una resplandeciente sonrisa, tomaste tu cartera, (donde no había absolutamente nada interesante más que tu teléfono, ya que eras más pobre que una rata) y saliste de tu pequeña choza... casa.

Una vez en la calle, sacaste el teléfono de la cartera para buscar la dirección del trabajo. Buscaste y buscaste, hasta que al fin lo encontraste... y..., un escalofrío de pánico recorrió tu espalda.

El lugar donde estaba situado tu trabajo, era el barrio más peligroso que puede existir en todo el mundo. En ese lugar cuando entras, no sales en una pieza, claro es, si es que llegas a salir de ahí.

Las piernas te comenzaron a temblar, tenías miedo de ir a meterte a ese lugar. Quien sabe que podría pasarte, más aún, siendo una indefensa jovencita.

Pensaste detenidamente la situación. No querías ir a allí, pero esa era la única puerta que te habían abierto en siete meses para un trabajo; o corrías el riesgo, o te quedabas sin empleo.

Finalmente decidiste ir, haciéndote la valiente. Pero caminando con las piernas más tiritonas que Bambi recién nacido.

Tomaste el bus que te llevaría al lugar. Te sentaste en los primeros asientos. Aferrándote a tu cartera con miedo a que te la robaran. El camino fue largo, y se te hizo más largo aún, al estar pensando en que querías llegar lo más pronto posible. Te bajaste del bus, arreglándote la ropa para caminar. Mirabas en todas las direcciones posibles, previniendo un posible robo a mano armada o por sorpresa; aunque bueno, no tenías absolutamente nada de valor contigo más que tu celular, y eso te tranquilizaba un poco.