⚫[Notas Para El Rubio Palmolive]⚫▪YuuMika▪ -Gay/Yaoi/BL-

Quinta Nota: Para El Rubio Palmolive (sin).

La amena brisa que se exhalaba por la ventana, era la misma que calmaba al joven Mikaela.

Muy tranquila, toda la tarde, se notaba como la noche estaba acercando, ya que el cielo se teñía de colores naranja y rosados.

Mikaela suspiro, tomo sus cosas y se dispuso a salir. Su compañero, Kimizuki, había sido consultado con el director de la escuela. Así, que este último, poco después alcanzaría a nuestro protagonista en la entrada.

Se coloco los audífonos, y bajo hasta los casilleros.

Ya en el lugar, comenzó a arreglar un poco el lugar, su desorden ordenado.

En un movimiento de su muñeco, tiro al suelo una hoja, doblada por la mitad.

La levanto del suelo, la enderezó y comenzó a leer:

[Mi querido Rubio Palmolive:

Se que te había dicho que dejaría de escribirte, puesto que mi problema contigo había terminado; sin embargo, temo decirte, que mis oscuras sombras que te persiguen por la aguda maldición que te impuse, me obligan a seguirte escribiendo.

Y es que, ¿Qué clase de descorazonado tira al cesto de basura, una carta sin previamente leerla?

No, no, no, Mikaela Shindo, muy mal.

¿pensaste siquiera en los sentimientos que derumbaste?

Supongo que al ser el alumno mas codiciado de la clase vespertina, se te ha subido el ego a la nubes.

No te culpo, a veces pasa. Pero, es fácil sobrellevarlo con paciencia, amabilidad y, sobre todo, humildad.

Rubia Palmolive, de nombre Mikaela Shindo: seguiré escribiendote, hasta que ese ego que te cargas, disminuya. Pronto, mi maldición sera efectuada, pues mi demonio,  Ashuramaru, comenzara a atormentarte.

Pero, para hacer mas llevador el tema, deberíamos conocernos quizás puedo encontrar algo de vida entre el carbón de tu corazón.

Sin más cosas por avisar, me despido de ti.

Pst: ¿Mikaela no es nombre de chica?

EYE]

Tras terminar con la firma, el rubio arrugó tanto como pudo la hoja donde aquellas letras le habían hecho enfurecer.

Mascullo una y mil blasfemias entre dientes.

Lanzó, el ya demacrado papel, hacía su casillero, azotando la pequeña puerta y, seguidamente, cerrarlo con llave.

Era imposible el no soltar una risa, tras ver aquella escena, que se sabia, habían dado en el blanco las palabras.