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Aún con un radiante sol, los fríos vientos de Nueva York hacían temblar a los que vivían ahí. Había aún algunos rastros de nieve por las calles y árboles, haciendo que el paisaje luciera más hermoso de lo normal.

Alex y Lorena caminaban junto al otro lentamente mientras conversaban sobre su futuro.

—...es por eso que he estado llegando tarde a casa —terminó de decir Alex con una leve sonrisa.
—Entonces, ¿quieres decir que todo lo haz estado haciendo por nuestra boda? —dijo Lorena con el ceño fruncido.
—Así es... —el chico contestó nervioso esperando la reacción de su novia.
—Es por eso que te amo, Alex —Lorena lo abrazó fuertemente y él soltó un suspiro.

El parque estaba casi solitario en medio de gigantescos edificios con una increíble arquitectura. Los dos estaban sentados en una pequeña banca de madera tomados de la mano cuando una alarma sonó. Era el celular de Lorena.

—No puede ser, se me hace tarde.
—¿Para qué? —preguntó Alex sin interés mirando a su alrededor.
—Tengo una cita con la chica de los vestidos. Tenemos que hacer... —la voz de Lorena se desvanecía y alejaba cada vez más cuando Alex visualizó el letrero del nombre de la calle donde estaban situados. "Square". Abrió los ojos anormalmente mientras rebuscaba entre los edificios, y sus suposiciones eran reales, estaba ahí. "Bar Ventt", ilustrado con un letrero de color azul neón que parpadeaba. El corazón del chico se aceleró y volteó a ver a Lorena— Así que no puedes ir, ¿puedes quedarte aquí?
—C-claro —tartamudeó Alex.
—Gracias por entender, cielo. Nos vemos en la casa —se despidieron con un beso y Lorena desapareció al tomar un taxi que se alejó entre las calles que parecían un laberinto.

Alex sacó su celular y miró la hora.

3:12 p.m.

Corrió apresurado hacia el Bar, cruzó la calle y entró a él.

Mientras rebuscaba por entre la multitud, estaba deseando que estuviera ahí sentada en alguna mesa del lugar.

La mayoría de los muebles estaban hechos de madera, el lugar era rústico y oscuro, si no fuera por algunas luces que iluminaban de un color amarillezco, no se podría ver nada.

Una chica rubia y delgada estaba sentada en la barra del lugar tomando agua.
Alex se acercó a ella con una sonrisa y acomodándose el cabello. Se sentó a un lado de ella y pidió un trago al mesero.

—Hasta que llegas, guapetón —la chica vestía con un corto vestido color negro, unos tacones plateados y accesorios del mismo color. Sus facciones eran delicadas con una cara sin imperfecciones.
—Perdón por la tardanza, Susan —contestó Alex— Estaba con Lorena.
—¿Mañana es su esperado maldito día? —enarcó una ceja.
—Lo es.

El mesero llegó con un pequeño vaso de vidrio y le sirvió Vodka.

—A lo que vinimos. ¿Cuál era la sorpresa?
—Antes que nada, cariño —dijo Susan entrelazando las manos de ambos— ¿Nos iremos a Los Ángeles como planeamos? —Alex asintió con una gran sonrisa mirando a los ojos de la chica. Eran de un verde esmeralda irresistibles— Pues, estoy embarazada.

La sonrisa del chico se esfumó pero inmediatamente volvió con sorpresa.
Se levantó de su asiento y rápidamente se acercó a Susan tomándola por la cintura y dándole un gran beso.

—¡Es la mejor noticia que he escuchado!
—Me alegra que te alegre, porque tiene un mes.
—¿Por qué no me habías dicho? —preguntó Alex aún en shock.
—Esperaba el momento indicado, y me gustaría adelantar cuanto antes nuestro vuelo a L.A.
—Me parece perfecto, lo que sea para cuanto antes poder empezar a vivir contigo.

Mientras Lorena sonreía mirándose en el espejo con su vestido de novia puesto, esperando al siguiente día, una chica y su novio eran felices besándose, bailando y riendo al otro lado de la ciudad.

Dear [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora