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Lorena rió. Empezó a reírse con toda la alegría que se había guardado por meses.
Su sonrisa no paraba de mostrarle la felicidad a todos los que estaban en la habitación con ella.

—¡Muertos! —Lorena seguía riendo aún viendo la seriedad de los demás— ¡Por fin pagaron lo que merecían!
—¡Lorena! —su madre le había gritado haciéndola callar— ¡No tienes vergüenza!

Lorena volvió a sentirse confundida.

—¿De qué me reía? —la chica al ver la seriedad de todos por enésima vez, empezó a llorar sin razón— ¿Quién murió?

El rostro de angustia que tuvo su madre hizo que el llanto cesara, pero no podía respirar bien. La mujer salió de la habitación hecha pedazos ver lo que su hija se había convertido.

—Mark, anota esto en los reportes —la mujer infeliz le ordenó a otro hombre de pie junto a ella— Esto avanza peor y mas pronto de lo que imaginábamos... —susurró para ella misma, aunque no sirvió de nada porque Lorena la pudo escuchar.
—Según recuerdo...me dijeron que Chris...
—Asesinó a cientos de personas —Lorena volvió a caer en aquel profundo y vacío hoyo.
—¡Karla! No seas tan directa, puede volver a tener un episodio —le exigió una voz que salió de una bocina incrustada en la pared.
—Gracias a ti pudimos confirmar el ataque terrorista que hizo Christian el día de antier a un avión que se dirigía a Miami. No fue inteligente dejar huellas y un GPS en la escena del crimen —Mark rió.

El ambiente se sentía más incómodo de lo normal. La cabeza de Lorena empezó a doler anormalmente haciendo que se quejara y los gritos no tardaron en llegar.

—Llévenla a su habitación —dijo Karla— Refuercen su traje. No la ocuparemos pronto.

Dos hombres sacaron a fuerzas a Lorena de aquel cuarto del infierno para trasladarla a otro peor. Lorena miró como su madre se alejaba con un llanto inconsolable por un oscuro y frío pasillo.

Los gritos y forcejeos no pararon hasta que los dos hombres la tiraron en un cuarto gigantesco y acolchonado de color blanco, donde lo único que podía hacer era pensar en lo que fue su vida, llorar, gritar y lamentarse.

———

Así fue el destino de Lorena, vivió meses siendo infeliz y llorándole a su ex-prometido difunto. A pesar de todo el dolor, era con quien pasaba todos sus días.
Golpes de cabeza contra el suelo y paredes que no generaban herida física alguna.
Sus pies atados a una cadena de metal inquebrantable.
Alimentos tres veces al día, donde una mujer era la encargada de llevar la cuchara hasta la boca de la chica, una mujer que resultó herida con golpes por culpa de Lorena.

Visita mensual de su madre, la única persona que la seguía queriendo mirar a pesar de su problema mental.

Su cordura fue perdiéndose cada vez más con el paso del tiempo, con las mismas comidas durante dos años, sueños y pesadillas atormentadoras.
Alucinaciones de ella y Alex pudiéndose casar. Alucinaciones de Chris asesinándola por delatarlo. Pensamientos de cómo huir de aquel lugar.
No sabía que día y ni que hora era.

Sobrevivió a un derrame cerebral causado por los tantos golpes en la cabeza.

Fríos y calores.

Gritos desconsolados.

4 años después...

La situación de Lorena no mejoraba, al contrario, empeoraba.
Su madre la dejó de visitar, no tenía a quien ver. Su hija había desaparecido.
Lorena se lamentaba gritando y llorando rodando sobre si, brincando y golpeando los almohadones.

Los encargados del lugar planearon dos veces utilizar la silla eléctrica, pero siempre terminaban perdonándole la vida.

Fue cuando Lorena vio que alguien se abrió la puerta. Un hombre apuesto entró. Vestía un traje negro elegante con corbata, su cabello estaba muy bien peinado y en la mano tenía una rosa, la cual, las espinas le lastimaban la piel, haciendo que el suelo blanco se tiñera de un rojo oscuro.

Lorena se arrastró hasta él. Se sintió la mujer mas feliz que nunca.

—Mi amor, Alex —dijo estudiando el rostro del joven— ¿Qué haces aquí?
—Es hora, Lorena. Es hora de nuestra boda.

La electricidad del cuarto de Lorena empezó a fallar hasta apagarse por completo.

—Tenemos una falla en la seguridad del cuarto 258 —avisaba un hombre mediante su radio— Necesito que vayan rápidamente a averiguar lo que pasó, la electricidad se ha cortado solo en esa sección.

—¿Ya nadie nos lo impedirá? —dijo Lorena recostándose en el hombro de Alex.
—Es tiempo, hay que irnos —dijo este abrazándola y dejando la rosa en el pecho de ella con algunas gotas de sangre.
—Mi querido, amor. Querido, querido, querido... —la voz de Lorena se apagó cuando el oxígeno que la rodeaba no fue suficiente para combatir el dolor que sentía en esos momentos.

La luz del cuarto regresó inmediatamente y segundos después llegaron los guardias de seguridad agitados. Lentamente se acercaron a la habitación.

La puerta estaba abierta.

Entraron confundidos y lo primero que vieron, fue un rastro de gotas de sangre que llegaban hasta el cuerpo de una mujer con facción sonriente, en el cuál, una rosa marchita descansaba en el pecho de ella.

Dear [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora