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Lorena intentaba moverse pero era inútil, un traje que parecía de un vendaje reforzado se lo impedía, a parte de estar atada a una silla de madera.

La luz blanca se esfumó cuando un hombre se acercó y apagó una lámpara posada en una mesa frente a ella.
Cuando sus ojos se acostumbraron al ambiente, pudo ver que las paredes estaban pintadas de color blanco, el suelo parecía de vidrio aunque no lo era.

Había aproximadamente cinco hombres y tres mujeres vestidos formalmente frente y detrás de ella, a un costado había un ventanal oscuro en el que se podía reflejar su estado actual.

Atada en una silla, envuelta en un vendaje reforzado y heridas en el rostro, de las cuales, algunas seguían abiertas y sangrando.

—¿Qué hago aquí?, ¿qué es esto? —cuando terminó de decir aquello, un hombre se movió hacia la puerta y la abrió. Fue cuando la madre de Lorena apareció. Sus ojos demostraban cansancio y tristeza— ¿Mamá?, ¡ayúdame!, ¡me tienen secuestrada!
—Esto no es un secuestro, señorita —habló una mujer sentada frente a ella, lucía demacrada e infeliz— Usted está en el "Internado Mental y Psicológico Gubernamental", está en una institución bajo la ley.
—¿Un internado? —dijo Lorena confundida— ¿Un manicomnio? —la cara de su madre mostró aún más dolor— No siento mi cuerpo, ¡quítenme esto!, ¡quítenmelo!, ¡yo no estoy loca! —dos manos fuertes la sostuvieron por los hombros haciendo que se detuviera— ¡Me duele la cara!, ¡mamá, me han golpeado!
—Usted no ha sido golpeada —dijo otro hombre canoso, su rostro mostraba seriedad y tenía una voz intimidante— Usted misma se ha golpeado el rostro con el escritorio.

Nada tenía sentido para Lorena en esos momentos, no entendía el porqué se encontraba en ese lugar, no entendía quién era en esos momentos.

—¿Por qué...por qué se comporta así?, a veces su mente tiene cordura y a veces no —la madre de Lorena se dirigió a la mujer de rostro infeliz.
—Su hija no ha mostrado cordura. Si en estos momentos está así, desde tiempo atrás la perdió —se puso de pie y miró fijamente a Lorena, quien le siguió con los ojos su movimiento— Señorita Hernández, si me permite, le explicaré lo que le pasa. Usted, acaba de darnos una excelente y completa información acerca de lo que fue su vida en los últimos seis meses...
—No entiendo, no me puede decir...
—Desde el día de su boda —continuó hablando sin importarle la interrupción— Su madre nos ha contado que su comportamiento ha dado un giro drástico. Sabemos la desgracia que le pasó.
—¿Desde cuando estoy aquí? —preguntó Lorena interrumpiendo de nuevo.
—Dos días —respondió y después prosiguió— El motivo por el cual usted está aquí, ha sido que tuvo un intento de suicidio en su propia casa después de la visita de su madre. Esta dijo haberla encontrado cuando se devolvió por un objeto olvidado, y tirada en el suelo con sangre en sus brazos, las heridas fueron profundas.
—Me pudieron llevar a un hospital y no a este lugar.
—Fue lo que pasó. Sus brazos tienen vendas debajo de eso —apuntó a lo que tenía puesto sin darle mucha importancia.

Iba a vomitar. Lorena vio todo borroso, no había notado el dolor de las heridas hasta que empezó a sudar. Sentía como el techo se caía encima de ella y como su alma se esfumaba alegremente de ese cuarto.

—Tuve una plática con Chris, un conocido. Eso fue real —vio la cara de su madre, estaba completamente roja— ¿Lo fue?, ¡se sintió real!, ¡lo era!
—Si platicó con él, pero aquí —contestó la mujer demacrada— Utilizamos unos estimulantes para hacerla creer que estaba en el lugar que usted deseaba.
—Es ilegal drogar a sus pacientes.
—Legal. Todo lo que hacemos es legal —sonrió hipócritamente— Sin embargo y a pesar de todo eso, le agradecemos por la información.
—No sé de que hablan.
—Chris ha asesinado a cientos de personas en un planeado ataque terrorista.
Incluyendo a su ex-prometido, su amante y al hijo que estaban esperando.

Dear [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora