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Lorena ya estaba maquillada al natural, su peinado era recogido con un broche plateado brillante. Había estado sentada por seis horas seguidas para terminar de arreglarse.

Delicadamente, se puso el vestido de novia con el velo que caía como una cascada por su espalda descubierta. Era una princesa en retrato.

Faltaba una hora para que empezara la ceremonia en la iglesia, así que su madre, tía y prima se encaminaron en un coche muy elegante hasta el lugar.

Al llegar, se estacionaron en una plaza lejos de la iglesia y pudieron ver a lo lejos que había mucha gente dentro y fuera de la iglesia.
La mayoría era amigos y los demás familiares que habían viajado de un país a otro solo para la fiesta.

Lorena no dejaba de mover sus manos de un lado a otro nerviosamente.

—Tranquila, cariño —su madre detuvo sutilmente sus manos y la calmó— Todo saldrá bien.

———

Alex estaba terminando de ponerse los elegantes zapatos negros que combinaban con su traje del mismo color.

Se puso de pie frente al espejo. Realmente se veía muy apuesto.

Un nudo en su garganta se volvió a formar. Al verse ahí, parado y listo para su boda.
Listo para abandonar a aquella mujer que le entregó todo alguna vez en su vida.
Se sentía culpable por lo que estaba haciendo. Estaba matándose a sí mismo. Matando el amor que sentía por Lorena, pero no podía abandonar a Susan.

Alex pensaba que él tenía toda la culpa de lo que estaba sintiendo en esos momentos.
Pudo haber ignorado a la rubia aquella primera vez que la conoció. Pudo haberle gritado que se fuera y salir corriendo de aquel lugar. Pero no pudo. ¿Por qué?

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando su amigo salió de la habitación de a lado. También venía bien vestido para acompañar a Alex a su boda.

—Te ves bien, amigo —dijo golpeándole suavemente el hombro— Lorena se desmayará al verte entrar.
—No. No va a pasar eso —contestó Alex con la cabeza cabizbaja— No pasará, Chris.
—¿Y eso? —dijo el chico pelirrojo— ¿Por qué lo dices?.

Alex estaba pensando en tantas cosas en ese instante. Estaba recordando lo vivido con Lorena y el momento en el cual conoció a Susan. Fue ese momento en el que todo le dio vueltas.

—Tú —levantó la cabeza y apuntó a Chris con su dedo índice— Tú me hiciste esto.
—No...entiendo a lo que te refieres, Alex —se mostraba confundido.
—¿Recuerdas a Susan? —después de unos segundos, Chris asintió— ¡Esa mujer interrumpirá la boda para irnos a Los Ángeles!

Chris seguía sin entender lo que estaba ocurriendo, solo observaba cómo Alex se acercaba a él con una expresión de rabia.

—¡Tú tienes la culpa de todo esto!
—¡¿Por qué dices eso?! —se alejó de Alex— ¡No tengo la culpa de que fueras un mujeriego! —la visión de Chris se distorsionó cuando el puño de Alex golpeó su rostro, haciendo que su nariz sangrara.
—¡Tú me drogaste y me llevaste a aquel bar! Aprovechaste la situación para presentarme a Susan. Ahora lo veo todo claro.

Chris se limpió la sangre de la nariz mientras se tambaleaba sobre sí.

—Y todo...todo por querer quedarte con Lorena.
—¡No!, ¡eso no es! —Chris empujó a Alex haciendo que cayera de espalda— ¡No es lo que piensas!

Alex se encontraba llorando por enésima vez en el suelo con las manos cubriéndose el rostro.
Sentía tantas emociones en esos momentos. Quería salir corriendo, asesinar a Chris o saltar por la ventana en ese instante.

—Susan está embarazada —Alex habló con la respiración agitada— Me tendré que ir con ella, si no lo hago...podrá ponerme una demanda con todo el asqueroso dinero que tiene. Esto es tu culpa...¡todo tu culpa!

Alex se había levantado para empujar a Chris contra la pared, pero éste lo esquivó.

—Escúchame, Alex...
—¡No voy a escuchar tus sucias palabras!
—¡Te diré la verdad, lo que realmente pasó! —gritó mientras tomaba por el cuello a Alex. Éste no se movió y esperó las palabras de su amigo— Habías tenido problemas con Lorena, una noche, recuerdo haberte visto con una botella en la mano vagando por las calles. Te seguí los pasos hasta que llegaste a un Bar en un barrio de mala muerte. Entré detrás de ti cuando te vi besándote con una mujer —Chris había soltado a Alex, el cual se había tirado al suelo con sus manos en la nuca— Estabas borracho, Alex. Empezaste a pelear con otro hombre, terminaron en el suelo y la policía fuera del bar. Te ayudé a salir antes de que te arrestaran.
—No te creo —dijo Alex levantándose. Su rostro estaba cubierto de lágrimas. Las venas de su cuello se habían alterado.
—No veo el porqué debería mentirte.
—¡Para que te salieras con la tuya!

Chris le dio la espalda a Alex dándose por vencido. Pero todavía no terminaba de contarle toda la verdad.

El pelirrojo podía escuchar los gritos desesperados detrás suyo.

—¿Sabes por qué lo hice? —los gritos cesaron. Ambos se miraron a los ojos— ¡Yo te amaba, Alex! Jamás te enteraste de eso —Alex había quedado gélido al escuchar aquellas palabras— Por eso lo hice. Pero no te preocupes, ya no lo hago, ahora que me enteré de la basura de hombre que eres.

Después de varios segundos de silencio, Alex habló.

—No vayas a mi boda —dijo Alex cerrando los ojos— Si pones un pie en la iglesia yo mismo te sacaré. Y no me importa a qué manera sea.
—¿Sabes qué? No me importa. Porque jamás quiero volver a verte —escupió en la cara de Alex mientras se dirigía a la salida— Pero eso no se quedará así. Te salvé tu miserable vida para que me vengas a acusar de esa manera —los ojos de Chris se cristalizaron—No me conoces, Alex Harrison —su tono de voz fue firme— Y felicidades por tu hijo, disfrútalo mientras esté en el vientre de aquella rata andante, porque me aseguraré de que jamás puedas conocerlo.

Dear [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora