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Parecía que el destino se había puesto de parte de Lorena y Alex para el día de su boda.
No había nieve por ningún lado, el sol había salido calentando el día, extrañamente en la época de invierno.

Lorena se levantó de la cama después de darle un beso en la frente a su futuro y próximo esposo que se encontraba sin camiseta durmiendo a un lado de ella.

Se encaminó y tomó una ducha rápida.

Caminó hacia la cocina con su celular en mano. Sacó un cereal y lo sirvió en un plato.
La leche estaba por caducarse, así que sirvió un poco y la tiró.

Mientras comía, revisaba sus redes, hasta que un mensaje le llegó de un número desconocido.
Lorena abrió la conversación donde habían dos nuevos mensajes.

Número desconocido:
Cuídalo.
Ya no lo volverás a ver.
8:45 a.m. ☑️☑️

Lorena no tenía idea de lo que significaba, no le dio importancia e intentó pensar en otra cosa, solo imaginó que era una broma de mal gusto.

Al terminar de comer, sacó una hoja y escribió rápidamente en ella.

"Me he tenido que ir por la mañana a terminar de arreglarme y que todo esté listo para el atardecer. Supongo que no nos podremos ver hasta esa hora.
Estoy muy emocionada y espero que tú también lo estés.
Nos vemos en la iglesia.
Te amo.
Atte: Tu futura esposa"

———

Alex despertó dos horas después que Lorena. No se escuchaba ningún ruido en la habitación, así que puso alguna lista de canciones y se duchó.

Al terminar, bajó a la cocina para desayunar algo cuando vio la nota que le había dejado.

Se sentó en el sofá. Dejó el celular y el desayuno a un lado y solo miró fijamente la puerta. Empezó a llorar.

Alex no sabía quién era en esos momentos. No sabía lo que sentía ni a quien quería.
Lorena lo hacía feliz, pero Susan era el amor de su vida.
A ambas las quería.

Su madre estaría decepcionada de él.

Cubrió su rostro con ambas manos mientras su respiración se cortaba y el llanto no cesaba. Gritaba mientras lanzaba cosas al aire y estás se quebraban en pedazos.
La frustración que sentía en esos momentos jamás la había sentido, era inexplicable.

En medio de todo el caos, el timbre de llamada del celular de Alex empezó a sonar, éste lo tomó entre sus manos y miró en la pantalla el nombre de "Susan".
Tomó un respiro y contestó.

—Hola, cariño.
—Hola, bebé. Te hablaba para avisarte que hoy nos iremos a Los Ángeles —Alex podía imaginarse la gran sonrisa que tenía Susan en esos momentos y como su mundo se derrumbaba en esos momentos.
—¿C-cómo? —tartamudeó— El viaje era en tres días, no hoy.
—Si, eso...no podemos, hice todo para salir lo más pronto posible como dijiste ayer en el bar, así que, ¡aquí estoy lista para irnos hoy! Ah, y no te preocupes por los papeles de la iglesia, tengo la solución para cuando nosotros nos casemos, y...

El corazón de Alex casi escapaba de su pecho.

—Amor, no podemos hoy, es mi boda. No puedo cancelar todo en estos momentos.
—¿Y bien? Lo pudiste hacer antes de hoy, honey. Sabías muy bien que esto pasaría.
¡No puedo hacerle esto a Lorena! No hoy...
Mira, no me importa lo que le pase, piense, sienta esa cerda mujer mal agradecida. Tú te vas conmigo hoy, sin importar las consecuencias que tenga esto. Esa familia de pobretones estará lejos de nosotros —se podía sentir la crueldad de Susan en esos momentos— Además, mi hijo y yo estaremos esperándote. Te buscaremos, Alex.

[Llamada finalizada]

Dear [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora