Un ángel antes de la muerte [YoonMin]

Final

Jimin se encontraba recostado en una camilla mientras Jin que estaba a su lado le suministraba suero.

-No puedo creer que apenas hayan pasado dos semanas y tú ya hayas tenido una recaída - Dijo Jin que se mostraba molesto. Aunque por dentro se sentía mal por hablarle tan duramente a tan solo un par de semanas de la muerte de Yoongi. Sin embargo no podía mostrarse blando de lo contrario Jimin acabaría con su vida, algo que no permitiría.

-Ya, Jin, déjame en paz - Hablo Jimin con un hilo de voz apenas audible.

-No lo haré. Tú seguirás adelante. Ahora te pondré un sedante y en un momento regresaré.

En cuanto Jimin escucho la puerta cerrarse, cerro los ojos dejando que el cansancio y el sedante hicieran lo suyo, cayendo en un sueño profundo que hizo que instintivamente una suave sonrisa se le posara en el rostro acompañada por pequeñas lágrimas. Al cerrar los ojos vio a Yoongi, en un campo de margaritas como el de su antiguo sueño, sonriéndole y alzando la mano para saludarlo, él trataba de ir hacia el pero algo lo impedía. Se despertó gritando su nombre y cayo en cuenta de que solo había sido un sueño, uno muy hermoso.

Se abrazo a sus rodillas y comenzó a llorar. Él no quería esto, sólo quería estar con Yoongi.

(...)

Nuevamente Jimin se encontraba en una camilla pero esta vez con varias agujas en sus brazos pues le tenían que suministrar medicamento, suero y vitaminas.

-Jimin - Llamo Jin.

-Ya...se lo que...dirás, Jin...ahórratelo - Contesto Jimin con dificultades, estaba muy débil. Había dejado de comer y faltaba a sus quimioterapias encerrándose en su habitación y trabando la puerta para que nadie entrara, hasta que a la fuerza lo sacaron.

-Bien, no me quieres escuchar, perfecto - Jin se dirigió a la puerta - Espero y a tu madre si le hagas caso - Abrió la puerta e inmediatamente la señora Park entro mientras él se retiraba para darles privacidad.

-Jimin, dios santo - Se tapó la boca al ver en que estado se encontraba su hijo, su piel tan blanca que parecía traslucida, su complexión tan delgada que hacia se le pudieran ver los huesos. Se poso a lado de su hijo, acariciando su mejilla - Jimin, cariño - Se le quebró la voz - ¿Qué estas haciendo?.

-Yo...sólo quiero...estar con Yoongi.

-¿Y crees que a él le gustaría que estuvieras así? Por favor Jimin. Han pasado tan solo dos meses y tú ya has tenido tres recaídas. Si sigues así... ¡Acabarás con tu vida! - Grito mientras se desasía en lágrimas enfrente de su hijo - Jimin, tú me lo prometiste, dijiste que no te darías por vencido.

-Lo siento...hay promesas...que no se pueden cumplir - A tientas busco la mano de su madre y en cuanto la encontró, la tomó dando un débil apretón - Mamá...por favor, te lo suplico...déjame ir.

La señora Park se sorprendió y aterrorizo al escuchar a su hijo, estaba dispuesta a regañarlo y hacerlo entender pero entonces Jimin por fin la vio a los ojos haciendo que ha esta se le fuera el aire. Vio los ojos de Jimin, se veían vacíos, sin ningún brillo, como si una espesa niebla los cubriera y solo cumplieran la función de estar ahí, sin ver en realidad.

Le dolió escuchar a Jimin pronunciar esas palabras pero más le dolía el verlo en ese estado, estaba mucho peor que cuando apenas lo habían diagnosticado. Ella no quería que Jimin se rindiera pero tampoco quería que siguiera sufriendo, así que limpiándose las lágrimas y con el dolor más grande en su corazón hablo.

-¿Eso es lo que quieres?¿Estás seguro?.

JImin totalmente agotado susurro un "si".

-E-Esta bien, cariño - Y mostrando una sonrisa - que ocultaba millones de lágrimas - se acerco a su hijo y le dio un beso en la frente - Te amo.

-Te amo...mamá -Sonrió y con su último aliento susurro un suave: -Gracias.

Jimin con una sonrisa cerró los ojos y simplemente se dejo llevar. Su madre que seguía a su lado, solo observo como su hijo se marchaba y aunque no era nada fácil, se sintió bien al saber que su hijo ya no sufriría y que tal vez y solo tal vez se encontraría con Yoongi, el amor de su vida, del otro lado, teniendo la vida que tanto anhelaban y merecían, juntos.

Fin

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