CAPÍTULO 12: CONNOR

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Acabo de aparcar la moto en la entrada de la residencia, y por primera vez no voy a recoger o dejar a un ligue, si no que voy a recibir clases, si clases particulares de alguien que dudo sepa mucho mas que yo, pero el simple echo de que pueda meterme con la estirada de Isabella me llama mucho para asistir a las clases.

Entramos a la residencia y no está nada mal, no por las infraestructuras en si, por que a decir verdad son bastante simples, si no por que están llenas de chicas paseándose en pijama entre las habitaciones, Llegamos a la que nos ha dicho Isabella y tocamos, cuando nos abre la puerta me sorprendo, no es ella la que nos abre la puerta, si no otra chica.

—Pueden pasar, yo ya me iba, bueno mejor dicho mi compañera de habitación y dudosa amiga me echa de mi habitación.— se gira para mirar a Isabella que esta al fondo de la habitación sentada en lo que parece un cutre escritorio, y nos vuelve a mirar.— Espero no hagáis guarrerias, me voy en busca de vuestro amigo a ver si me quiere un poco mas que esta arpía.

—No le hagáis caso, pasar y dejar las cosas en esa cama, es la mía.

—¿Esto es una broma no? no pretenderás darnos todas las clases aquí no? me está entrando claustrofobia solo de pensarlo.

—¿Pues me das otra solución? porque no se me ocurre otra cosa.—me contesta Isabella retándome otra vez.

La habitación es pequeña en comparación a las de nuestra fraternidad pero se nota que son limpias y aunque hay un poco de desorden está habitable, cosa que a nosotros nos cuesta bastante mas tenerlas en estas condiciones. encima del escritorio hay una pequeña estantería repleta de libros, me fijo y veo alguno que ya he leído, no deben de tener tan mal gusto para la lectura, a parte de eso, no hay mucho mas en la parte que se supone que es de Isabella, exceptuando un pequeño marco con una foto que debe de ser ella de pequeñita junto a sus padres y su hermana.

—Venga chicos, parecéis el perro y el gato, aun no habéis llegado y ya estáis discutiendo.—nos dice max intentando poner un poco de paz entre los dos.—Ademas aquí cabemos bien, hay dos escritorios, nosotros dos en ese y ella en el suyo.

—Vale si no hay otro remedio.— contesto resignado.

—Si si que lo hay, que no volváis, bueno Max tu si lo necesitas estaría encantada de darte clases, pero es que con el quejica no puedo.

—Hay bonita que equivocada estás, si vengo aquí no es por que lo necesite, ni mucho menos, es simplemente porque no me perdería ni una oportunidad para verte coger una rabieta, justo como estás ahora mismo, es tan sencillo sacarte de quicio.— Me mira con un cabreo monumental mientras aprieta un bolígrafo, a punto de romperlo.

—Mira vamos a ponernos a ello y que termine esta pesadilla lo antes posible.—Dice de repente super serena, y me choca ver como canaliza el enfado, eso no me lo esperaba.

—Eso vamos a ello, Connor no te vuelvas a pasar ni un pelo, tu no lo necesitaras como tu dices pero estamos los dos repitiendo la misma asignatura, así que haz el favor de al menos centrarte un poco, de algo nos servirá esto.

No vuelvo a abrir la boca, empieza con el temario Isabella y me doy cuenta de que explica las cosas como si fuéramos dos niños, y no porque nos considere tontos, si no por la dulzura y la paciencia con la que explica, tiene un don para captar nuestra atención. Pensaba que iba a ser una tontería las clases pero me estoy dando cuenta de que es buena. Me giro en dirección a Max y esta embobado, es cierto que matemáticas aplicadas no es mi punto fuerte y he de admitir que conforme va explicando lo simplifica y hace que parezca sencillo, es buena.

Después de mucho tiempo embelesados escuchando a Isabella, al escuchar el sonido del móvil de Max, nos damos cuenta de que son casi las nueve de la noche y llevamos dos horas sin apenas rechistar ni comentar nada de nada, solo escuchando las explicaciones.

Mi mocosa favorita (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora