capítulo 32: CONNOR

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No puedo sentirme mejor, estas horas junto a Isabella han estado repletas de sensaciones, de sacudidas al corazón y sobretodo de sentimientos nuevos, porque si no había sentido antes todo lo que estoy descubriendo con ella. La plenitud que noté al hacerla mía es inigualable a cualquiera otra, ni con Meg sentí nada parecido.

Verla dormir tan plácidamente a mi lado me llena de vida, quien me iba a decir que esta mocosa iba a ponerme el mundo patas arriba y a demostrarme que se puede amar, y querer hacer todo por que esté bien y que no quiera alejarse de mi nunca.

Me incorporo y cojo de la mesilla de noche un cuaderno y un carboncillo, empiezo a esbozar un boceto de la imagen de la persona que ha conseguido que mi corazón de vuelcos cada vez que estoy cerca de ella.

Parece que esté en paz, apenas se ha inmutado al incorporarme en la cama, y me alegra inmensamente que esté así en mi cama. Sigo dibujando durante un buen rato sin que se mueva, pero un gesto me sorprende, parece que ha sonreído, si ha sido un breve auto reflejo o está soñando algo que le ha producido que sus comisuras se hayan curvado.

Me acerco a ella y le empiezo a dar pequeños besos por el hombro, subiendo hasta la cara, donde dejo alguno que otro hasta rozar esos labios carnosos que me vuelven loco, ella reacciona al principio levantándose de sopetón, pero cuando se da cuenta de donde está sonríe. Me a asustado ese movimiento, supongo que por todo lo que habrá pasado en su pasado, pero le voy a demostrar que junto a mi no tiene que sufrir ni temer nada nunca más.

—Me has asustado mocosa.

—Perdona, no sabia donde estaba—dice aun un poco aturdida, pero pegándose a mi abrazándome—¿que hora es?

— Eres una dormilona, son las 10 de la mañana y si hubiese sido por ti se nos hubiera hecho la hora de la comida.

—¿Las 10 de la mañana?— dice extrañada, me mira con cierta sorpresa.— apenas duermo, no se que me ha podido pasar.

—No pasa nada mocosa, ha estado bien verte roncar.—le digo con una sonrisa y veo como se ruboriza.

—No puede ser, yo no ronco.— se lo piensa y me mira con cara de susto.— a no ser que haya tenido mocos en la nariz, pero no puede ser yo no ronco Connor.

—Es broma, duermes plácidamente, pareces un angelito, lastima que te despiertes y saques ese genio que tienes.

—Imbécil me habías asustado.—me da en el brazo, a modo de queja.

—Si es que ya sabia yo que el angelito despierto se volvía un poco demonio.

—Que gracioso— me acerco a ella y le beso en los labios, es aun más preciosa enfadada, ella acepta el beso y mi corazón con ese simple roce se enciende.— Tengo hambre.

—Va dúchate si quieres y vayamos a desayunar, yo también estoy hambriento.

Se levanta y parece dudar si entrar al baño a ducharse o cambiarse sin más, yo me levanto y le cojo por detrás y le abrazo.

—No te preocupes nadie va a entrar, está la llave pasada, y tienes pestillo en el baño.

— Estaba pensando si quisieras ducharte conmigo.

Nos metemos los dos en la bañera y mientras nos enjabonamos el uno al otro, los roces van intensificándose. Nos empezamos a besar desenfrenadamente, y no puedo evitar tocar cada parte de su cuerpo, es preciosa, y sus curvas me hacen enloquecer, pero su cicatriz me entristece, no puedo entender como alguien le quisiera hacer daño, y le provocase tal dolor.

Nos dejamos querer, y volvemos a hacer el amor, esta vez hay menos delicadeza, la pasión que sentimos hace que los movimientos sean más intensos y más apasionados.

Mi mocosa favorita (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora