“Más Espina que Rosa”
Los utensilios de limpieza no daban un buen ambiente en mi habitación, solo los miraba con cara de fushi, llevaba como unos diez minutos observándolos como si ellos fueron a decirme alguna cosa, no quería ir a limpiar la piscina, haría eso por un mes y lado de Bieber, desperdiciara mi tarde en eso, que mierda.
Estaba tan sumergida en mis pensamientos que no caí en cuenta que la castaña de Regina me hablaba con su voz de niña pequeña.
-Emily, ese trapeador y ese detergente ahí no te llamaran por tu nombre y te dirán “llévame a limpiar la piscina”- dijo mientras hacía comillas con sus dedos.
Regina tenía toda la razón del mundo pero, no quería ir, sentía un nudo en el pecho de nervios cerca de Justin, Justin Bieber me hacía sentir así.
Yo rodee los ojos y fije mi mirada en el pequeño pastelillo con betún rosado sobre su cama.
Sonreí y hable.
-Y ese pastelillo no te dirá deja de comerme si se supone que dices que estas “gorda”- ella miro el pastelillo y frunció el ceño, cogió una almohada azulada de su cama y me la lanzo mientras gritaba “¡Largo de aquí!”
Antes de salir de la habitación cogí los utensilios de limpieza salí de la habitación y cerré la puerta con mi amiga dentro.
Camine por el campus con un chongo despeinado y ropa que ni vagabundos usarían, ¿pero qué? Iba a limpiar la piscina no a ir a tomar el té con la Reina Isabel.
Reí hacia mi propio pensamiento mientras caminaba con la cubeta en mano derecha y el trapeador en mi mano izquierda.
Llegue a la condenada sala de piscina pero en el letrero debería decir “La entrada al infierno, con tu propio diablo dentro” y vaya que mi diablo era jodidamente sexy.
Entre haciéndome la indiferente hacia la mirada avellana de Justin, el mantenía en sus manos su móvil hasta que me miro lo coloco en una mesa cerca.
-Te ves linda así.
-…
-¿Me estas jodiendo?
-…
-¿Me mandaras por un tubo toda la tarde acaso?
Tenía a Justin a tras mío así que no podía mirarlo, pero si volteaba probablemente mi mente me haría una mala jugada y me lanzaría a sus brazos y lo besaría.
-Si es necesario, sí.
El soltó un bufido y sentí sus pasos detrás de mí, carajo si se acercaba más no creo que pudiera negarme a él.
Justin tenía esa facilidad de convencer a las personas y era lo que odiaba y amaba de él.
Sentí sus manos calientes colocarse en mis caderas mientras subían por mi cintura con lentitud sintiendo mi piel erizarse.
Su aliento caliente chocaba en mi cuello con lentitud y me hacía ponerme nerviosa, mucho más de lo que más estaba.
-Te deseo Emily.
Su voz era profunda y más ronca de lo normal, este chico terminaría matándome.
Empezó a dar pequeños besos por mis hombros hasta llegar a mi cuello, lo hacía tan jodidamente lento que me mataba.
Por más que deseara a Justin y el a mí, no con esta pequeña actuación haría que mi enojo desapareciera como la comida en mi casa.
Me aleje de él y lo mire a esos ojos que me hacían perder tan fácilmente, Diablos ¿porque era tan guapo?
