Capítulo 13

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Peeta

Para mi mala suerte sigo vivo.

He rogado varias veces a los guardias de mi celda que me den un balazo en la cabeza pero todos se niegan.

He atentado contra mi vida varias veces.

Mis muñecas se encuentran llenas de cicatrices, ya no como ni mucho menos duermo.

Sólo puedo pensar en ella.

Pienso en lo mucho que la extraño, pienso en nuestra hija, en su hermosa voz, en sus bellísimos ojos y en su preciosa sonrisa.

Pienso en cómo se sentían las patadas de mi hija bajo la palma de mi mano y en cómo le brillaban los ojos a Katniss cada vez que ella se movía.

Pienso en nuestra boda, en su glorioso cuerpo, en sus caricias, en sus curvas y en sus atributos.

Pienso en las veces en que hacíamos el amor, pienso en su tacto, en sus besos, en sus expresiones y en sus gritos de placer.

Pienso en su voz, en su habilidad de caza y en su conocimiento sobre plantas.

Simplemente pienso, porque no me queda más por hacer.

A mi mente llega un poema trágico que alguna vez leí en uno de mis libros, el cuál se adapta perfectamente a mi situación:

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. 

Escribir, por ejemplo: " La noche está estrellada,  
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos". 

El viento de la noche gira en el cielo y canta. 

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.  
Yo la quise, y a veces ella también me quiso. 

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.  
La besé tantas veces bajo el cielo infinito. 

Ella me quiso, a veces yo también la quería.  
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. 

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.  
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. 

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.  
Y el verso cae al alma como pasto el rocío. 

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.  
La noche está estrellada y ella no está conmigo. 

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.  
Mi alma no se contenta con haberla perdido. 

Como para acercarla mi mirada la busca.  
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

(Mario Mendoza, poema #20)

Snow me tortura pero es incapaz de matarme.

He perdido la noción del tiempo, no sé si llevo aquí días, semanas, meses, o incluso, años.

No me alimento hace tanto tiempo que mis costillas se notan si me subo la camisa.

Mi piel está maltrecha, lastimada y en algunas partes podrida.

Pero Annie cuida de mí tanto como puede, me alienta a seguir adelante, me obliga a comer de vez en cuando y me ayuda a no soñar despierto.

- La perra está viva - puedo escuchar a uno de los guardias decir, lo cuál me saca de mi letargo.

Acto seguido ambos me miran.

- Sólo un imbécil lo creería, Mitchel, vimos la cinta.

El otro parece recordarlo.

- Esa perra sí que estaba buena, si hubiera tenido la oportunidad le habría hecho tantas cosas.. - se lame los labios unos segundos, para luego continuar - no entiendo cómo éste imbécil logró conquistarla.

Tardo en procesar un poco las cosas.

Luego de unos segundos percibo que la "perra" de la que hablan es Katniss.

Me levanto hecho una furia, dispuesto a hacer lo que sea para asesinar a ése hijo de perra.

- Lo sé, hermano, tenía un cuerpo de infarto, no imagino cómo era en la cama.

- ¡oye, tú! - lo llamo.

- ¿qué? - responde con desdén.

Miro a Annie, ella parece captar mi idea.

- Annie no se siente bien.

El hombre que estaba hablando cosas atroces sobre mi esposa se acerca a la reja y la abre.

Yo no desaprovecho mi oportunidad.

Lo tomo por la espalda y lo lanzo al interior de la celda, para luego cerrar la puerta de la misma, imposibilitando así que el otro evite lo que estoy a punto de hacer.

- ¿qué estabas diciendo acerca de mi esposa? - lo tomo por el cuello del traje, levantándolo del suelo, escupiéndo las palabras llenas de ira en su rostro.

- Nada, hermano yo..yo no dije nada.

- ¿en serio?, creo haber escuchado algo como: "esa perra sí que estaba buena".

- No, no, lo juro.

Le doy un puñetazo.

- ¡no tienes derecho a faltarle al respeto! - grito lleno de ira.

Él cae al suelo, tratándo de alejarse de mí.

Pero yo lo golpeo nuevamente.

Y así termino rompiéndole la nariz.

El otro guardia ha ido por refuerzos, los cuales tratan de forzar la entrada de la celda.

Yo golpeo y golpeo, descargando mi ira.

Ellos logran entrar, tomándome de los hombros, derribándome.

- ¡hijo de puta! - le grito al hombre, quién ahora se encuentra inconciente, mientras se lo llevan.

- ¡llevense al desgraciado! - grita otro, a lo que dos de ellos me levantan y me sacan de la celda, llevándome a dónde sé que me van a castigar por mis actos.
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¡Hola!

Es un capítulo un poco fuerte, pero no encontré una mejor manera de retratar cómo es el capitolio verdaderamente.

Gracias por leer. 💘.

Locked inside myself (Sinsajo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora