PESADILLA

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Estoy sentada en el balcón de la habitación más grande del castillo, el sol esta por salir en el horizonte, y me pregunto cuando podré volver a verlo en lo alto, extraño esa sensación de calor en la piel, no había notado que era lo que más extrañaba, además de mi familia, de mi hermana, de mis hijos, de Alexander y Lincon, que lo único que había hecho era darme todo para que yo llegara hasta aquí.
Pero acaso valía la pena? No había llegado tan lejos como creía, solo había matado a Brandon, había condenado a Catherine y me había revocado con Enrique.
No era eso un poco contradictorio? Acaso había caído otra vez en su juego? Me había dejado seducir, según yo para guardas las apariencias pero... La verdad era que me había gustado estar entre sus brazos, volver a sentir su piel sobre la mía, volver a besar sus labios...
Me sentía a gusto aquí, y deseaba que el tiempo se hubiera detenido, que no me hubiera matado, que no hubiera terminado con todo nuestro amor, que no se hubiera casado con Jane, y lo más importante que no hubiera matado a mi hermano.
-Te estoy traicionando George- digo en un susurro con lágrimas en los ojos
Pero acaso no me estaba traicionando a mi misma al no permitirme ser feliz con este monstruo? Por que la verdad era simple, yo era feliz ahora, junto a él dejándome amar por él sin importar nada del pasado.
Las lágrimas comienzan a escurrir por mis mejillas, era una estúpida enamorada que no se daba cuenta de que dormía con el hombre que había terminado con su vida, con su propia vida! Acaso había alguien tan ingenua como yo?
Me pongo de pie, cubriendo mi cuerpo con la capa color vino de terciopelo, entro a la enorme habitación y se me forma un nudo en la garganta al verlo en la cama.
Esta ahí, frente a mí, durmiendo plácidamente, puedo escuchar su respiración acompasada. Me acerco lentamente y miro su hermoso rostro blanco como la nieve, su cabello negro y sedoso como la noche, sus ojos están cerrados pero anhelo mirar ese azul tan oscuro como el atardecer.
Si no me hubieras hecho tanto daño, cuantas veces quise hacerlo bien? Pero tu no lo permitiste, tu egoísmo fue tan grande que mataste a la mujer que hizo todo lo que pudo por hacerte feliz.
Tomó la daga de oro del último cajón de donde la guarde, me acerco a él coloco la daga en su corazón y noto que la mano me tiembla.
-Eres lo que más... - digo con las lágrimas ardiendo en mis mejillas- he amado en mi vida...
Alzó la daga ensima de mi cabeza, cierro los ojos y dejo caer la daga, abro los ojos lentamente y me doy cuenta que la daga solo descansa en la almohada de plumas.
Él solamente se mueve un poco por el sonido de la tela rasgada, se vuelve a acomodar y suspira entre sueños. A quien engaño? No puedo hacerlo...
-Ana... - susurran sus labios en el sueño- lo siento Ana...
Me quedo tan atónita al escucharlo decir esas palabras que siento el alma caerme a los pies.
-Ana... - dice con voz melodiosa y llena de dolor- no te vayas Ana... No me dejes!
Comienza a gritar y a retorserce en el sueño por la pesadilla, tiene los ojos cerrados y sus colmillo salen rugiendo
Tomo la daga rápidamente y la guardo en el cajón, él despierta de golpe y se sienta en la cama, con la respiración acelerada y el cuerpo lleno de sudor frío.
Yo me alejo un poco, seco mis lágrimas discretamente, y él me mira con sus ojos azules desorientado, como si estuviera viendo un fantasma en mí y por un segundo siento que mira mi verdadero rostro.
-Enrique... - digo en la oscuridad y me alegro de que se escuche el acento francés - solo ha sido una pesadilla
Él parpadea un poco cuando escucha mi voz, se pasa una mano por su cabello, luego mira hacia la ventana, apenas se ven los primeros rayos de sol.
-Catalina... Que haces despierta? - dice mirándome - ven aquí, no quiero que el sol te alcance y te haga daño
Me tiende la mano y yo la tomo, su contacto hace que sienta una descarga eléctrica en todo mi cuerpo, me acuesto a su lado y me abraza.
-No sabía que tenias pesadillas- le digo en un susurro
-Siempre las tengo- contesta sin ninguna expresión en la voz- nadie lo sabía, lamento haberte asustado
-No te preocupes - le digo con la vista fija en la oscuridad- nadie lo sabía? Ni siquiera tus esposas?
-No he compartido mi cama con nadie desde hace muchos años- suelta un pesado suspiro - solo cumplía mi deber como esposo y luego me retiraba de su habitación... Nadie ha dormido conmigo desde... - se interrumpe como si no pudiera continuar
-Desde...? - le preguntó después de un largo silencio
-Ella... Mi segunda esposa- una sonrisa melancólica cruza su bello rostro- la hermosa Ana Bolena... Era la vampiresa más hermosa, más perfecta que jamás haya visto, nadie puede compararse con ella
El hecho de que este hablando de mi hace que me sienta nerviosa, estando ahí entre sus brazos, y él pensando que sigo muerta y solo habla de mi con su nueva amante hace que se me revuelva el estómago.
-Supongo que ya sabes como termino- dice sin preguntar
-He escuchado historias- digo en un susurro
-Ella es la causante de mis pesadillas - dice mirando al techo con la mandíbula apretada- nunca me perdonare haberla matado...
Me quedo helada cuando veo esa pequeña lagrima saliendo de sus ojos, y resbalando por su mejilla hasta caer en la almohada.
Nunca creí que pudiera llorar, nunca creí que sintiera arrepentimiento, nunca imagine que tuviera pesadillas por mí.
Si pudiera guardar esa lagrima en un frasco, será mi reliquia más presida, estaba llorando por mi.
-Ana Bolena... - dice cerrando los ojos-Es lo que más he amado en mi vida...

VENGANZA Y AMOR REAL II (Ana Bolena Y Enrique VIII) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora