La Lista Mala De Santa

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"Los personajes y hechos relatados en esta historia son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas verdaderas, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia".

¡Que disfrutes la lectura!

Sinopsis

Mi nombre es Melanie, tengo veinticuatro años y estoy en la lista mala de Santa. ¡Lo sé! Cualquiera diría que esas famosas listas buenas y malas de Santa son solo para niños, pero cuando eres la HIJA de Santa, esas leyes no aplican.

Ahora mi padre me ha dado un ultimátum, o hago una acción buena antes del veinticinco de diciembre o seré expulsada del Polo Norte.

¿Cómo se supone que haga eso a tan solo un día para navidad?    

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***

La alarma de mi reloj comienza a sonar. Abro los ojos, miro el reloj y noto que apenas son las diez de la mañana.

—Dos horas más —digo con voz ronca mientras me acurruco entre las sábanas. Pocos minutos después, escucho ruidos fuera de mi dormitorio, luego la puerta se abre y seguidamente la luz que entra por las ventanas me da en la cara en cuanto las gruesas cortinas son abiertas.

—Melanie, despierta. —Mi madre, la señora Claus como todos la llaman, me da unas palmaditas en un glúteo. Yo gruño como un perro y ella se ríe—. Si tu padre te viera... —Inmediatamente abro los ojos con horror. No es que mi padre sea un hombre malo, después de todo, él les da felicidad a todos los niños del mundo. Pero es demasiado estricto con sus ocho hijos. ¡Así es! Ocho hijos en total. Cuatro hijos y cuatro hijas y yo soy la menor de todos.

Mi joven y atractiva madre ríe con burla mientras me arrebata las sábanas.

—Levántate. —Yo gruño de nuevo, pero obedezco. Me levanto y me paso las manos por mi enmarañado pelo—. Bueno... —dice mi madre—. No es que seas la viva imagen de Santa Claus.

—¡Gracias a Dios! —exclamo. Mi madre niega con una sonrisa malvada y se pone de pie.

—Él quiere verte. —Yo digo que no con la cabeza.

—¡Imposible! Dile que me mudé a Francia. —Mi madre me ignora y continúa hablando.

—Sé que tu relación con Santa no es muy buena, hija. Pero él solo quiere lo mejor para ti, por eso es tan estricto.

—Lo único que mi padre quiere, es que me case con el elfo Kilian y tenga diez hijos para que lo ayuden con la fábrica de juguetes.

—Kilian es un buen muchacho. Es apuesto y, además, es la mano derecha de tu padre. —Yo me rio.

—Si por mano derecha quieres decir que Kilian le limpia el culo a papá, pues sí, te creo. —Mi madre se horroriza y su rostro pierde el color.

—¡Melanie! Si tu padre te escuchara...

—Probablemente me mandaría a azotar, cosa que los niños del mundo que creen en el bueno de Santa Claus no deberían saber. —La señora Claus frunce el ceño y exhala con cansancio.

—Bien, Melanie. Si quieres seguir llevándole la contraria a tu padre y comportándote de esa forma, adelante. Pero luego no vengas a pedir mi ayuda cuando te dé un castigo severo. Él podrá ser Santa Claus el padre de la navidad. Pero también es tú padre y te educará a como dé lugar. —Camina hacia la puerta y, antes de salir, me mira con enojo, tristeza y decepción—. Date un baño, arréglate y ve a verlo. Te está esperando en su oficina.

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