Día 0

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Hacía frío.
Un repentino impacto de viento helado hizo que ____ despertara. A pesar de que creía que los pequeños espasmos que estaba sufriendo eran simples escalofríos por el clima, pronto se dio cuenta de que aquello iba mucho más allá que la baja temperatura.
Cuando el cuerpo de la chica comenzó a sacudirse con violencia, cayó bruscamente al suelo, haciendo que su cabeza golpeara con la mesita de noche. Poco le importó aquello realmente, pues el miedo la tenía hipnotizada, llegando a ignorar el ardor que una cortada mediana le ocasionaba en la frente.
Su hermanita Stella no tardó en despertarse y llamar a gritos a sus padres, quienes llegaron en un segundo al cuarto.
Su padre Nathan sujetó con cuidado a su hija en brazos, mientras que Casandra, la madre, preparaba rápidamente algunas cosas para salir disparados al hospital.

°•°

"Tiene un gran coágulo de sangre en el cerebro, eso le causa las convulsiones"

Al escuchar esas palabras, ____ se bloqueó por completo. Realmente no quería saber más sobre lo que tan mal la había dejado.

Y no solo a ella.

La pequeña le dedicó una rápida mirada a su familia.
Su madre lloraba en silencio mientras que su padre hacía un gran esfuerzo por controlar sus lágrimas. Y Stella... la pequeña no entendía nada de lo que el doctor decía, pero con ver a sus padres, sabía que no era nada bueno.

—Desde ya, debo decirles que ésta situación puede controlarse. No será fácil, pero podemos eliminar el coágulo de su cerebro.—el doctor miró sonriente a la chica—. Deberás quedarte aquí por algunos días y seguir una compleja rutina pero lo lograrás, pequeña. Podrás salir adelante.—

____ sintió alivio al escuchar aquellas palabras, no por su propio bienestar, sino por ver como los ojos de sus padres brillaban esperanzados.
Después de todo, esas 3 personitas eran más importantes para ____ que ella misma.

°•°

La familia Wilson volvió a casa, ____ debía preparar una mochila con algo de ropa y algunas cosas para matar el rato.
Lo primero que metió a su mochila repleta de pins coloridos fue su cuaderno y sus lápices, pues algo le decía que se aburriría como verdura y debía entretenerse con algo. Luego su celular, auriculares, un libro que estaba comenzando a leer y sus gafas.
Su madre la ayudó con la ropa y una vez que todo estuvo listo, volvieron al hospital.
Tras una densa charla sobre las pautas del lugar, llegó el momento de abandonar su ropa y ponerse esa espantosa bata de hospital.

—Iugh, eso es espantoso ¿para qué preparé ropa si tengo que andar con esto?... ¿¡Y si se me vuela como en las películas y mi trasero queda al aire!?—la madre negó sonriente mientras le lanzaba la bata.

Luego de cambiarse, la guiaron hasta la que sería su nueva "habitación temporal".
Como era de esperarse, se trataba de un cuarto blanco aburrido con, para su sorpresa, dos camas.

—Disculpe, señorita.—la chica llamó la atención de la enfermera—. ¿Dormiré con otra persona?–

—De momento no. Tienes suerte, tendrás el cuarto para ti sola.—

Genial, nadie que se queje por seguir despierta a altas horas de la noche.

Pensó la chica mientras se acercaba a su cama.

—Puedes ponerte cómoda.—la enfermera caminó hasta la puerta—. En un rato traeré unos medicamentos y te prepararé para hacerte unos estudios. Por cierto, me llamo Lena.—____ le sonrió a la joven, quien simplemente desapareció por el pasillo.

Cuando la chica comenzaba a sacar y acomodar sus pocas pertenencias en una pequeña cómoda, su madre entró con una sonrisa al cuarto.

—Hija, te traje un regalo.—

Lo bueno de estar enfermo, son los regalos. Cuanto peor sea tu salud, mejor la recompensa.

La chica sonrió emocionada al imaginar cierta cosa que esperó hace meses que su madre le regalara.

—¡tará!~canturreó la mujer emocionada mostrándole una simple libreta.

La chica no pudo evitar sentirse desilusionada.

—¿por qué otro libro? Tengo decenas para dibujar, ma.—

—Éste libro no es para dibujar, es para escribir todo lo que vivas día a día aquí, en el hospital.—

—¿y qué se supone que escriba? ¿"Hoy tomé 90 pastillas, un nuevo récord"?—dijo tomando el cuaderno—. Creo que será más divertido dibujar.—

—Oh no, nada de dibujos. Quiero que éste sea diferente a tus demás cuadernos, hija. Quiero que en este relates tu historia, de cómo pudiste superar esto, para que en un futuro, si conocemos a alguien que pase por lo mismo, podamos mostrarle tus notas y darle un poco de esperanza.—

____ creía que su mamá estaba siendo demasiado positiva en cuanto a la recuperación, lo cual no estaba para nada mal pero

La positividad no ayudará a que esta cosa salga de mi cabeza.

—Mamá... tengo una cosa en la cabeza que podría matarme en cualquier momento, dudo que eso me inspire a escribir la secuela de "bajo la misma estrella".—

La chica miró a su madre algo molesta, pero rápidamente cambió su semblante al ver que sus palabras habían entristecido a la mujer.

Mierda, ____. Eres una genia.

—Pero... voy a intentarlo, solo por tí, mamá.—

La mujer sonrió levemente mientras abrazaba a su hija.

—Bueno... pensaba darte esa consola de videojuegos que tanto querías pero ahora tendrás que esperar un par de días como castigo por ponerme triste.—

Cuando la chica estaba por quejarse, unos enfermeros entraron al lugar con un chico en una camilla. Su cabeza estaba totalmente vendada, al parecer lo habían operado.
Mientras acomodaban al joven en la cama junto a la de ____, ella solo podía pensar en una cosa.

Bueno... creo que mi suerte de tener el cuarto para mi sola ha desaparecido.

~° 11 Days With Henry Carpenter (The Book of Henry) ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora