¿Cómo había podido dejarme convencer para hacer el maldito anuncio? No me apetecía nada dejar que mis sentimientos aflorasen delante de todo el equipo de producción, cuyos ojos estarán pendientes de cada uno de mis gestos, de mis movimientos... No entendía por qué Peter había accedido a que yo fuera la protagonista de esta historia. La idea había salido de mis pensamientos, sí, pero ¿esto? Esto es demasiado.
El vestido color champagne que llevaba tenía un escote demasiado acentuado para mi gusto y la espalda descubierta. Era suave, brillante y muy sexi. La maquilladora había hecho un trabajo increíble, tanto que me costaba verme a mí misma. Parecía una diosa. Una diosa poderosa capaz de destruir el corazón de un hombre con solo mirarlo... Aunque, sinceramente, no me sentía como tal.
Respiré hondo y traté de calmar los nervios que se habían apoderado de mi cuerpo. Volví a llamar a Noah, ya no por el anuncio, sino para saber si estaba bien. Nada. Seguía sin contestar.
Alguien tocó a la puerta.
—Ya hemos grabado la primera escena. ¿Preparada?
Asentí, confiando en que todo iba a salir bien.
—Vaya —exclamó al verme—. Estás increíble.
—Gracias —murmuré con la boca pequeña.
—Tenemos que salir ya —dijo, tomándome de la mano—. Todo el mundo está esperándote. Tu amigo lo ha hecho muy bien. Tienes buen ojo para elegir a los hombres...
—Hunter es solo un amigo.
—Ya, ya —dijo en tono jocoso—. Amigos.
Peter me obligó a posicionarme en el centro del set donde se suponía que se celebraba la fiesta. Había una gran cantidad de actores, bailando al ritmo de la música que habían puesto para facilitar los movimientos. Según el guión que había preparado con tanto esfuerzo, lo que tenía que hacer ahora era bailar con sensualidad.
Abandoné la mujer que era para ser una completamente diferente; dejé a un lado la chica insegura y desconfiada para convertirme en una mujer segura de sí misma en cuanto el director gritó «acción». Empecé a moverme. Moví las caderas con sensualidad, contoneándome, tratando de imitar los movimientos que hizo Hunter cuando estuvo bailándome en aquel escenario del pub de Louis, pero sin quitarme la ropa, claro está. Eso vendría después.
Deslicé las manos desde mi vientre hasta mi pecho, acariciándome, moviendo el pelo de un lado a otro. Siempre había tenido bastantes complejos con mi cuerpo; que si no era demasiado delgada, que si no era lo suficientemente alta... Connor estuvo años menospreciándome, diciéndome cosas que no se deberían decir a ninguna adolescente.
Nadie excepto yo te querrá por cómo eres, solía decirme.
No eres guapa, no estás buena, no eres nada.
No es el momento de pensar en eso.
Hunter clavó sus ojos en mí desde la distancia. Yo tragué saliva, en parte porque estaba tan guapo que se me había secado la boca, pero también porque lo requería el guión; se abrió paso entre la multitud que estaba bailando a nuestro alrededor. Esperé su llegada mientras me mordía el labio inferior. Bajo la americana abierta, los primeros botones de la camisa blanca estaban desabrochados, dejando un triángulo de piel desnuda que me moría por tocar.
Kimberly había diseñado nuestros vestuarios. Obviamente, Olivia no estaba al tanto. Ella se negaría a usar un diseño de una desconocida. Yo era consciente del talento de mi amiga, así que hablé con ella para que me hiciera unos diseños, se los mostré a Peter y dijo sí de inmediato. Trabajó durante toda la noche para que estuvieran listos para hoy.
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Ni se te ocurra
Teen FictionMadison Clark, una mujer atormentada por su pasado en Washington, decide marcharse a Nueva York a cumplir su sueño de ser fotógrafa. Empieza trabajando para Olivia White, una de las mejores publicistas del estado. Un día conoce a Hunter Adams, un h...