Capítulo 13

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Peter me prometió que se encargaría de supervisar lo que quedaba del anuncio, por lo que podía dejar de preocuparme hasta el momento de tener que entregárselo a Olivia. Me había asegurado que como mucho tardará tres días en estar listo, si no había ningún contratiempo, que, sinceramente, esperaba que no.

Hunter decidió esperarme en la puerta del edificio porque tenía que hacer una llamada importante de trabajo. Yo traté de terminar la reunión lo más rápido que pude, tenerlo todo bien atado para no cometer ningún error y no defraudar a Olivia.

Frente al edificio Golden se encontraba el Audi de Hunter. Él estaba apoyado en la carrocería escribiendo un mensaje. Podía parecer una tontería, pero me hacía ilusión que me esperase al salir del trabajo; me había esperado cuando habíamos salido del estudio de grabación para llevarme a mi reunión con Peter y después quería llevarme a casa, solo para pasar tiempo conmigo.

Dibujó una sonrisa en cuanto me oyó llegar. Me abrió la puerta del copiloto y me ayudó a sentarme.

—Todo un caballero —dije cuando se sentó a mi lado.

—Siempre.

Arrancó el motor y se adentró en la carretera.

—¿Entonces ha salido bien el anuncio?

—Sí. Ha salido mucho mejor de lo que esperaba, la verdad. Y en cuanto hable con mi jefa para decirle que los modelos nos han fallado y que nosotros hemos tenido que suplantarles, recibirás la remuneración por el trabajo.

—Me da igual el dinero —dijo—. Además, tampoco he firmado un contrato. Esto lo he hecho porque tú me lo has pedido. Ha sido un favor que pienso cobrarme en algún momento.

La sonrisa que dibujó me indicó a lo que se refería.

—Tienes derecho a una remuneración por haber participado, Hunter.

Saqué de mi bolso el iPad y busqué la copia del contrario que les hice firmar a Noah y a Lorena antes de tomar las fotos. En cuanto el coche se detuvo en un semáforo en rojo, se lo tendí.

—Firma.

—No pienso firmar.

—Hunter...

—Da igual, Maddie. En serio. No me hace falta el dinero.

Dejó el iPad sobre mi regazo y volvió a circular.

—Si no firmas me despedirán —insistí.

—No creo que tu jefa haga algo así.

—No la conoces; una de las razones por la que despidió a su antigua secretaria fue porque llegó tarde a la hora de traerle el café. Bastante problemas voy a tener ya por haber protagonizado yo el anuncio con un desconocido como para encima haberlo hecho sin firmar el contrato. Tengo todas las papeletas para que me eche a la calle. Por favor...

Soltó un largo suspiro, rendido.

—Está bien —dijo—. Lo firmaré.

En un arrebato de felicidad desmesurada tomé su rostro y lo besé. Había sido un acto inconsciente y deseé no haberlo hecho por todo lo que implicaba; Hunter trató de ocultar la sonrisa que se le escapaba, pero no pudo hacerlo.

Mi móvil empezó a sonar desde el interior del bolso.

—¿Quién es? —me preguntó Hunter, posando su mano en mi muslo.

—Mi jefa. No digas nada, por favor.

—Tranquila. No pienso decir nada.

Descolgué.

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