No quiero perderte

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-Bonita ¿Cómo estuvo su día? –bebió un poco de agua y miró a Miley con una sonrisa.

Ella comenzó a jalar su ropa, incómoda ¿debería decirle lo de la llamada?

-Todo estuvo bien, Emma se compró muchas cosas bonitas.

-¿Y tú?

-Algunos zapatos y… ropa para el embarazo. –Dio una sonrisa de lado- ¿Y ustedes? ¿Cómo les fue?

El levantó los hombros en un gesto un poco indiferente.- Es muy pronto para recibir noticias, no está en ningún hospital de Nueva York, pero todavía cabe la opción de que esté en alguno en California.

No, eso no podía ser… Olive no podía haber llamado desde un hospital.

-No lo creo.

-¿Por qué? –dejó su vaso en la mesa y se acercó a la morena, empezó a acariciar su cabello.

-Bueno, ella… -soltó el aire- ella me llamó.

-¿Qué?

-Olive habló conmigo.

-Espera ¿la viste? ¿Estuvo contigo?

-Ella habló a mi celular.

-¡¿Y cómo demonios consiguió tu número de celular?! –gritó.

-No sé –susurró.

-¡Derek! –Volvió a gritar, provocando que su hermano saliera de su habitación.- ¡Maldita sea!

-¿Qué pasa? –preguntó con los ojos abiertos, pasando la mirada de entre Justin a Miley.

-¡¿Qué pasa?! –Repitió, rojo de rabia.- Pasa que tu novia loca llamó a Miley, Derek yo te lo dije, ¡No voy a permitir que Olive le haga daño! Mucho menos permitiré que se le cerque para infringirle miedo, Miley está embarazada ¡de mis dos hijos! Y esto está mal, Dios santo ella está chiflada, no quiero… no puedo… -tartamudeó- no dejaré que se le acerque.

Jaló el frente de su cabello, lucía tan desesperado.

-Miley ¿qué te dijo ella? –Derek fue hacía Miley, manteniéndose un poco alejado para no inquietar a Justin.

-Siendo honesta, no dijo mucho.

-Quiero que me digas–exigió Justin.

-Pues –vaciló- ella al principio se rehusaba a decir algo, yo solo preguntaba quién era y no se dignaba a contestar, después me acusó de estar con ustedes, dijo algo como: <<Estás con Derek y Justin>>. Traté de explicarle que la estaban buscando y cuan preocupados se encontraban pero… ella terminó la llamada.

-¡El número! Dame tu teléfono, podemos regresar la llamada… -comenzó el alto rubio pero ella lo cortó.

-El teléfono era privado. –Justin bajó su mirada.- Pero Justin, no tienes porque sentirte mal.

-Me siento impotente. –gimió.

-No tienes porque sentirte así.

-Miley, ¿Crees que Olive esté en Nueva York?

-N-no sé –se trabó con las palabras.- ¿Ella tenía los recursos para viajar?

-Pudo haber vendido algo y así conseguir el dinero. –propuso Derek y fue cuando Justin recordó que él le había comentado que vendiera su auto…

-Si ella está aquí… ¿yo corro peligro? Mis bebés…

-No, Miley. Justin y yo te protegeremos ¿cierto? –ambos asintieron.

-Bien, ahora ve a descansar. Nos pondremos a investigar algunas cosas, y es necesario informar a la policía de esto… intentaré seguir llamando a Olive, tal vez conteste… -las voces se fueron perdiendo mientras Miley caminaba a su alcoba.

Era todo tan difícil.

¿No podían vivir normalmente? Sin ninguna mentira, o problema o chicas chifladas…

Todo era tan abrumador.

~°~

3 días después.

-Quiero salir.

-¡No vas a salir! No trates de negociar porque no dejaré que lo hagas.

-Justin, no puedes tenerme encerrada toda la vida.

-No. Toda la vida no… solo hasta que encontremos a Olive.

-¡Estás loco! Yo voy a irme, quieras o no.

-Miley, por el amor de Dios, no seas terca. Olive está mal de la cabeza y puede dañarte y a los gemelos. –ella instintivamente tocó su estómago.

-Voy a estar bien –murmuró- ven conmigo, si quieres. Solo que ya me cansé de estar en casa.

-¿Y a donde planeas ir?

-No sé, hay un café muy bueno en el centro de la ciudad…

-¿Dónde conociste a Derek? –la interrumpió.

-¿Cómo sabes eso?

-Fuimos ahí hace unos días, cuando reportamos a Olive como desaparecida y él me contó todo lo que pasó.

Miley empezó a sonrojarse -¿Todo?

-Sip. –Sonrió divertido.

-No puedo creerlo.

- ¿Así que café andante, eh? –dice burlón.

-Sí, su amigo era un poco pedante -bufó.

-No conozco a Andrew pero le agradezco mucho que empujara a Derek.

-¿Sí?

-Si él no hubiera tirado su café encima de ti, no te hubiera conocido y si él no te hubiera conocido… yo no te hubiera conocido y si no te hubiera conocido ahora no estaríamos esperando dos hermosos bebés y si…

-Ya, creo que eh entendido –lo frenó.- si no fuera por la blusa que me arruinó.

-Dijo que te compró otra.

-Sí, fue muy considerado y amable.

-Miley debes de saber que todo lo que hizo fue porque en verdad le gustabas, fue mucho después cuando mi madre le metió la idea del matrimonio y la estafa…

-Está bien. ¿Ahora podemos irnos?

-Por favor, vamos a tener cuidado ¿De acuerdo? –musito lento, como si estuviera hablando con un niño pequeño.

Miley se levantó con rapidez, feliz de poder alejarse de su apartamento.




-Mira eso –señaló la cuna de madera, pintada de blanco que se encontraba detrás del vitral -que hermosa es.

-¿Te parece?

-Sí –sonrió con ternura imaginándose a dos cuerpecitos durmiendo pausadamente, tranquilos… mientras que su padre les tocaba una canción.

-Es grande –añadió él.

-Sí –repitió ella y lo miró. Él seguía viéndose incómodo, desde que habían dejado la casa, no paraba de mirar hacía todos lados, estaba paranoico o tal vez ella estaba demasiado tranquila.

-Y se ve cómoda.

-¿A qué vas a llegar con esto?

-Ven –tomó su mano y jaló de ella hasta dentro del establecimiento, llamó a una mujer baja y rubia de ojos azules, al parecer trabajaba ahí porque tenía uniforme de traje.- Señorita, nos llevaremos esa cuna de ahí.

-¿Qué? –ella abrió su boca y lo miró incrédula.- ¿Estás seguro? –Justin no había comprado nada para los bebés…

-Claro que estoy seguro, créeme Miley, puedo pagarla y además vamos a ocupar un espacio grande para dos bebés.

-Creo que es mejor si compráramos dos camas, separadas.

-Bien, entonces van a ser dos –se dirigió hacía la dependienta.

-Claro, señor si se dirige por aquí –apuntó hacía unos escritorios no muy lejos.- Necesitamos que llenen algunos documentos.

-Justin no tienes porque comprar dos.

-Puedo, debo, y quiero comprarlas. Miley de verdad, no hay problema. Te gustó, me gustó, es perfecta para nuestros hijos. Y voy a comprar dos.

-Hablas como si tuvieras todo el dinero de la tierra.

-No tengo todo el dinero del mundo, pero tengo lo suficiente para comprar dos camas para los bebés, así que basta. Se te está haciendo costumbre eso de pelearme a cada rato.

-Debe ser el embarazo –justificó- Tengo hambre, ¿puedo ir por unos helados mientras llenas esos papeles?

Él dudó un poco –Ve a la heladería que está aquí cerca y no tardes.

-Gracias.

Caminó contenta hacía la esquina, donde se podía leer un gran letrero de “HELADOS”. No entendía por qué pero se le antojaban siempre, desde que estaba embarazada no dejaba de pensar en la comida, había subido varios kilos y ya podía sentir sus pies hinchados en ocasiones, o su vientre que empezaba a estar levemente inflamado.

-Dos helados naturales, por favor –pidió.

-¿Le gustaría agregarle chocolate derretido arriba? –le preguntó el joven muchacho, pero ella no contestó… se quedó tiesa, inmutable.

Una mujer, con cabellos negros, ojos verdes… Olive estaba ahí, en la calle frente a ella. Mirándola.

El farsante (Miley Cyrus & Justin Bieber) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora