That boy is mine

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Bucky despertó con la sensación de ser muy feliz y eso le permitió soportar el fuerte dolor de cabeza que le había dejado la borrachera de la noche anterior. Se levantó con energía, como si tuviera un globo inflado en el pecho, canturreó en la ducha y se preparó un desayuno como Dios manda por primera vez desde que se había mudado. Se sintió desconcertado por ello. No comprendía el porqué de su propio buen humor. Tenía, eso sí, recuerdos borrosos y fugaces de aquella noche de juerga. Recordó jugar cartas, beber mucho, reír hasta dolerle el estómago, a Tony arengando por más alcohol, a Steve riendo con él o abrazándole mientras caminaban por las oscuras calles... eran esos los recuerdos que mejor le hacían sentir. Estaba con Steve, pasaba tiempo con él, podía tocarlo de nuevo, ser parte de ese grupo de amigos suyos y disfrutar de la vida con él.

Pensó que era esa la razón principal por la que se sentía ligero como una pluma, pero entonces, encontró las fotos. Había entrado, de alguna forma, a su departamento durante la noche; y ya que las llevaba en la mano, las había dejado junto al platillo dónde solía aventar las llaves. Las fotos, junto con las llaves, lo estaban esperando cuando se disponía a ir al trabajo esa mañana. Las miró por más de diez minutos, de pie en el vestíbulo con una mano sobre el pomo de la puerta. Eran de la noche anterior, de eso no había duda. En la delgada tira de fotografías estaba retratado el beso que compartió con Steve de principio a fin. Un beso dulce, tranquilo y lleno de nostalgia.

Bucky recordó su primer beso con él, la sensación que había quedado en sus labios horas después. Recordó como solían esconderse para poder besarse sin que sus padres los vieran, como la adrenalina fluía a través de él con anticipación y como, cuando al fin sus bocas se fundían, sentía el deseo creciente trepar por su cuerpo. Nunca había sido besado de nuevo así. Nunca esas sensaciones se habían repetido. Por supuesto, él tampoco había vuelto a besar así, hasta la noche anterior. Se preguntó cómo pudo olvidar aquello, eso había sido lo más importante de la noche y, también, estaba eso que le dijo Stark. No le había creído cuando se lo dijo, pero ahora sí.

Steve lo había besado, podía decir que fue él quien inició el beso, y eso daba crédito a lo que Tony le había dicho. Steve aún sentía algo por él; y si era así, entonces ¿por qué tenía que conformarse con ser sólo su amigo? Tenía una oportunidad. Era el milagro pequeñito por el que había rogado cada noche desde su regreso. ¿Cómo podía, siquiera, pensar en desaprovecharlo?

Dejó las fotos cuidadosamente dónde las había encontrado y les sonrió como si éstas fueran Steve en persona. Se fue a la oficina con un pensamiento diferente al que tenía por la mañana. Seguía sintiéndose feliz, incluso más que minutos atrás, pero ya no se trataba de una felicidad conformista.

Días después, Bucky recibió una llamada en la oficina. La persona que le llamó era ni más ni menos que Sharon, la novia de Steve. Sintió un extraño salto en el estómago cuando le pasaron la llamada. Había pasado ese tiempo conversando por teléfono con Steve, pero nunca tocaron el tema de las fotos. No era algo que le importara a Bucky, estaba seguro de que, era mejor ir lentamente. Se sentía como cuando se enamoró de él por primera vez: ansioso por cada llamada, por cada mensaje o respuesta. Estaba tan contento como un adolescente que flirtea consciente, pero tímidamente con su interés amoroso, que había olvidado la existencia de Sharon por completo. Así que su llamada fue un violento regreso a la realidad. La chica no dijo mucho, su voz fue fría y directa, quería que se vieran y hablaran. ¿Para qué quería ella hablar con él? La repuesta era obvia, tenía que ver con Steve. Bucky aceptó reunirse con ella al día siguiente en la oficina de ésta.

Pero no fue la única llamada que recibió ese día. Steve lo llamó para quedar a comer, algo que aceptó sin dudar, incluso, sintió que había dicho "Sí" antes de que su amigo terminara de formular la invitación. Se encontraron en un pequeño café a unas cuadras del edificio dónde Bucky trabajaba. Steve llegó antes y lo esperó dibujando sobre la orilla de una servilleta de papel.

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