01 - Una princesa

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Era signo de reverencia la sangre que recorría sus venas; una vida con comodidades, sirvientes a su servició, una niña, que desconocía la pesadilla del hambre que recorrían calles en otros continentes. Su nombre, octava princesa Imperial, era símbolo de envidia por seres de rango inferior. Quizás, si tuviera la osadía de poner un pie fuera de las paredes de palacio, algún sujeto rencoroso descargara su ira contra el imperio Kou en los pequeños y temblorosos hombros de aquella menor, acusándola de tener a su disposición grandes manjares, mientras que uno de sus hijos hubiera perecido en algún momento por falta de alimento o estuviera preso a una cama, a espera de que su padre malograra vender algún producto anunciándolo a todo pulmón, siendo respondido con el látigo de la indiferencia de varios nobles que gozaban de joyas y ropajes y tenían el descaro de pasearse por las calles, pavordeándose de los demás desfallecidos.

-¿Kougyoku-sama?

Y aunque fuera símbolo de envidia, la princesa que supuestamente debería andarse paseando con sus bellas prendas y sonrisa perfecta, se hallaba oculta bajo la oscuridad que producía una secretaria, centrándose únicamente en formar un sueño con la ayuda de dos de sus muñecas.

-¿De nuevo está aquí, Kougyoku-sama?

La sonrisa de aquel nuevo sirviente no le daba confianza; al igual que ninguna de los demás sirvientes.

Los orbes rosados de la princesa, se quedaron por unos segundos analizando al sirviente agachado, tendiéndole con aparente amabilidad su mano. Sin embargo, la pequeña princesa ladeo la cabeza y centro una vez más toda su atención en sus dos amigos de paño, con los cuales prosiguió sus aventuras.

-Kougyoku-sama, ¡debe de ocuparse de sus tareas y obligaciones como la princesa que es! – La alentó una vez más, captando una vez más la atención de la niña – Ahora que su padre se ha convertido en el emperador, debe de seguir su rol como la Octava princesa.

Por veces, la joven soberana olvidaba que poseía semejante nombre, ya que el hecho de ser hija de una cortesana había denigrado su imagen desde su mismo nacimiento y eso había ocasionado sus años de soledad; y el haber sido alguien completamente ignoraba por los demás miembros de la familia, llegado al punto en el que ni ella misma se veía como una monarca, sino como una figura más que merodeaba por los pasillos del interminable palacio.

Sentía temor, su mero tamaño era siempre asombrado por las figuras gigantes que merodeaban siempre a su alrededor, las presencias de sus hermanos, incluso la del mismísimo rey provocaban en ella el deseo de ocultarse bajo cualquier sombra, invisible a ojos del mundo y adentrarse en los mundos fantasiosos que ella creaba todos los días. Eses eran los únicos instantes en los que una sonrisa se adueñaba de los labios pálidos de aquella niña de nueve años.

El asistente siguió con su empeño en arrancar a la niña de las sombras, pero esta se negó a cualquier ruego o acto amable, pegándose más a la pared y oculto más su presencia, encogiéndose cuanto podía, como un animalillo atemorizado.

-¿No ha salido? – Interrogo una sirviente con cierto fastidio al visualizar el rostro alicaído de Ka Koubun, quien negó con verdadera pesadez – Cielos... ¡Que niña más problemática!

-Sí... - Se dejó caer en un torbellino de almohadas – Tener que cuidar de esa niña fue una alegría para mí en el momento que me lo comunicaron – alzó la mano, exigiendo una buena taza de té, el que le tendió la muchacha casi inmediatamente – Ella es mi supuesto camino a una mayor posición, pero... - pego sus labios en el borde de la taza, impregnando su boca con su amargo sabor – Si sigue así no será más que un lastre en mi camino...

La princesa, estaba cierta en no tenderle su confianza a aquel asistente ni a ninguno de los demás sirvientes. La ambición siempre estaba presente en cada una de sus acciones. Todos deseaban una mejor posición, más dinero del que gozar y la perfecta razón para alzar la barbilla y ver que gozo a sirvientes arrodillándose a sus pies; y aun siendo apenas una niña, ella no era ciega y podía ver aquella densa niebla en todos aquellos ojos viciosos, que solo provocaban temor a su afligido corazón.

Magi • Alakou ~ Mi pequeño Aladdin [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora