Capítulo 8

60 7 2
                                    

Nos abrió una mujer de unos treinta años con el pelo recogido en un moño, y vestida con un vestido de camiseta blanca y falda negra por encima de la rodilla, además de una cinta negra alrededor del cuello

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Nos abrió una mujer de unos treinta años con el pelo recogido en un moño, y vestida con un vestido de camiseta blanca y falda negra por encima de la rodilla, además de una cinta negra alrededor del cuello.

Nos abrió una mujer de unos treinta años con el pelo recogido en un moño, y vestida con un vestido de camiseta blanca y falda negra por encima de la rodilla, además de una cinta negra alrededor del cuello

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-¡Ana! Que bueno verte, ¿quién eres?- preguntó mirándome a mí.

-Miriam, te presento a mi suplente.

-¿suplente?- preguntó extrañada la tal Miriam.

-Necesito unas vacaciones después de lo que me ha pasado y ella fue la que me las recomendó.

-¿Cómo te llamas?

-Soy Peggie Brown, mucho gusto Miriam.-extendí mi mano con una sonrisa.

-El gusto es mío, nueva compañera.- las tres reímos por su forma de llamarme y entramos.

Mi boca estaba abierta, ¿por qué? muy fácil, pedazo recibidor, ni el de mi casa era asi, aunque pensandolo mejor era normal, estaba en una mansión.

Mi boca estaba abierta, ¿por qué? muy fácil, pedazo recibidor, ni el de mi casa era asi, aunque pensandolo mejor era normal, estaba en una mansión

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cerré la boca y Miriam extendió su mano hacia mí, a lo que yo la miré extrañada.

-El bolso- me aclaró ella.

-aaaa... mejor me quedo solo el móvil.

Ana se despidió de nosotras diciendo que tenía que hacer un par de cosas. Miriam me condujo hasta lo que suponia que era el comedor, había una mesa bastante larga de cristal con sillas de color blanco alrededor, menos dos que eran marrones, las miré extrañada.

-Son para dos de mis hijos, manchan demasiado al comer y me gusta mantener mis sillas blancas del mismo color que cuando las compré.- dijo una bonita voz a mis espaldas.- Peggie, ¿verdad?

Asentí y le indicó a Miriam que podia irse.

-No seas tímida, ven, sientate.-señaló una de las sillas blancas que estaba al lado de una marrón, me senté y ella se situó en frente de mí.-Soy Samantha, pero me puedes llamar Sam, y dime Peggie ¿con quién vives?

Otra de sus criadas, que llevaba otro vestido parecido al de Miriam,entró con una bandeja que contenía un par de platos, un par de vasos y un par de cuchillos y tenedores.

-Vivo con mi hermano.- clnteste secamente.

-Siento haberte preguntado eso, soy un poco olvidadiza, ya leí tu expediente y ahí viene todo lo que escribió la policia sobre tus padres.

-No pasa nada, la gente no sabe eso de mí y me hace sentir un poco incómoda que preguntaras.- le di una cálida sonrisa a la que ella me respondió. 

-Bueno, Ana me ha dicho que eres muy simpática y eso lo acabo de comprobar- dijo mientras colocaba el contenido de la bandeja en frente de ella y luego en frente de mí- ¿has cuidado alguna vez a un niño?

-Mi mejor amiga tiene de hermanos a unos mellizos, llevo cuidandolos cuando ella no puede desde los quince.

-Tengo una hija de diez años y Ana era su canguro por la tarde, como tú le recomendaste que se fuera de vacaciones, mi pequeña Sophie no tiene canguro y yo no tengo cocinera para las cenas.

-Lo siento mucho si le causé molestias al decirle eso a Ana.

-Tranquila, yo soy la que le ha dado permiso, solo tendria que intentar que mi hijo no te viera.

Miriam entró y me guiñó el ojo mientras servía un filete en cada plato con un poco de ensalada.

-¿Teneis mayonesa?-Pregunté sin ningún rodeo.

-Por supuesto, el señorito nos hace comprar un bote a la semana.- Miriam y Sam rieron ante la respuesta de la primera.

-Miriam, ve y traele mayonesa a Peggie por favor.

-Ahora mismo.

-Dime, ¿qué te gusta hacer?

-Pues... -¿haría caso al consejo de Ana? Ella me habia hecho caso a mí, a si que lo justo es que yo tambien le haga caso.- aparte de los niños- dije y rió- me gusta el boxeo, ... cantar y pues... bailar tambien.

-A mi hija tambien le gusta bailar y cantar, hasta es fan de una niña que desapareció hace cuatro años, se llamaba la mini... no me acuerdo de más- rió de nuevo.

-¡La mayonesa!-entró Miriam con un bote blanco en la mano que dejó a mi lado.

-Gracias.

-¿A si que te gusta el boxeo? Ojalá podrias darle unas clases a mi hijo, le encanta boxear pero su tecnica se sabe muy facilmente según él.

-Le puedo dar clases.-dije mientras masticaba un trozo de carne.

-Ese es el problema, si se entera de que Ana se ha ido no querrá volver a verme.

-Entonces si me contrata, tengo que tener cuidado de que su hijo no me vea ¿cierto?

-Cierto, y estas contratada, por cierto sabras cocinar ¿verdad?

-Sí- dije acabando mi comida a la vez que Sam.

-Quiero enseñarte dos cosas- dijo levantandose de la mesa cosa que yo imité- como habras oido me gusta que mis empleadas se sientan a gusto a la hora de trabajar o que no se aburran en sus tiempos de descanso.

-Si.- Nos acercamos a una puerta blanca y bastante alta.

-Espero que te sientas cómoda con esto...-al abrir la puerta estoy segura de que se me habian salido los ojos.

Era una sala de baile repleta de espejos y en una esquina habia todo tipo de instrumentos.

-La usaba mi hija, pero como está de viaje, tú tambien puedes usarla.

-Gracias.

-Pero, aquí no acaban las sorpresas.

Caminamos hacia el recibidor y subimos por una de las grandes escaleras, seguimos por un pasillo ancho, hasta llegar a otro pasillo en el que habia dos puertas azules y otras dos rosas. 

-Como vas a ser la canguro y Ana me ha dicho que vives un poco lejos tienes esta habitación para cuando quieras.-dijo abriendo una puerta azul. Era una habitación bastante grande con una cama azul clarito y dos sillomes pequeñitos del mismo color. Un vestidor del mismo color en frente de la cama y un gran espejo al lado de este.

-Puedes cerrar la boca. Por que ha llegado la penúltima cosa.

-¿Esta no es la última?

-Nop.

-Sam, es usted la mejor jefa del mundo.

-Lo sé.-dijo haciendose la diva antes de empezar a reirnos como dos locas.

Cerró la puerta de la habitación y caminamos hasta el final del pasillo donde había una puerta blanca más pequeña que las demás, me ilusioné demasiado creo yo, al abrirla habia más escaleras hacia abajo. Sam se detuvo en una puerta grande negra y me dedicó una sonrisa antes de abrirla.



·*·LuLunaG·*·

La Bestia ¿seguro?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora