Emboscada

93 7 0
                                    

Ya eran las 4:15 de la tarde y aún nos quedaban unos 20 minutos para llegar al cañón, apenas sin agua la caminata empezaba a pasarnos factura y como agravante para la situación la herida de Juan comenzó a sangrar de nuevo.

-Necesito parar y coserme de alguna forma la herida.

-Pues va a ser que no, entre otras cosas porque no tenemos agujas y encima los alemanes seguro que nos están buscando.

-Pero...

-Nosotros en el campo si no tenemos nada a mano y estamos de cacería utilizamos pólvora, abrimos una bala y ponemos la pólvora sobre la herida, una vez colocada prendemos con una cerilla la pólvora y... magia, aunque he de decir que duele bastante.

-Vale, pararemos 5 minutos como máximo así que aprovechad el tiempo, yo me voy a subir a un árbol para vigilar.

-Animo Juan, después de esto tendrás una bonita cicatriz.

-Estoy en tus manos, adelante.

Apenas 7 minutos más tarde ya estábamos caminado de nuevo, y tras unos 15 minutos lleguemos por fin a cañón. Una vez hecho el reconocimiento de la zona decidimos acampar en una pequeña cavidad echa por la erosión.

-Tengo hambre.

-Tu y todos pero no tenemos comida.

-Tengo una idea, ¿que tal si tú y Juan vais afuera a preparar algún tipo de trampa o barricada mientras yo recolecto algunas bayas y setas?

-¿Y porque tu Dani?

-Porque controlo del tema.

-Vale... venga Juan pongámonos manos a la obra.

El tiempo pasó rápido, ya se había echo de noche y apenas se veía algo, debido a la imposibilidad de encender un fuego por la alta posibilidad de ser detectados, le dije a Juan que era hora de volver a la cueva y dejar la barricada sin terminar.
Ya en la cueva pudimos disfrutar de los alimentos que Dani había conseguido (nunca algo tan normal como unas bayas me habían levantado tanto la moral).
Una vez habiendo terminado de cenar decidimos repartirnos los turnos de vigilancia nocturna, para hacerlo de la forma más justa posible decidí coger tres pequeños palos y quién sacará el más corto de mi casco haría la primera guardia, por suerte para mí (porque estaba que me caía de sueño) le tocó a Juan, así que pusimos nuestra vida a su cargo y nos fuimos a dormir.
Dos horas más tarde me despertó para que le relevase, me incorpore y descubrí que aparte de estar haciendo guardia había estado haciendo unas pequeñas lanzas que podían usarse como jabalinas, una vez le felicité se echó a dormir.
Todo estaba en silencio, una sensación de falsa tranquilidad me invadió de repente así que decidí bajarme del árbol donde estaba subido (yo subido en un árbol, que raro en mi) y buscar piedras de un tamaño medio para poder usarlas como objetos arrojadizos en caso de emergencia, tras recoger unas cuantas y ya cansado de hacer viajes de aquí para allá decidí dejarlo y dirigirme hacia la barricada (la cual obstruía el pequeño hueco que había entre las paredes del cañón) para poner algunas de las bayonetas de forma que si alguien trepaba por encima de la barricada se llevaría una mala sorpresa al llegar al suelo.
Tras haberlas colocado me dirigí a la cueva para despertar a Dani y hacer el relevo, una vez despierto le avisé acerca de lo de las jabalinas y me eché a dormir.
Apenas tres cuartos de hora después Dani nos despertó advirtiéndonos de que se acercaban unas luces que parecían antorchas, en ese momento pensé: "Mierda, deberíamos haber cubierto nuestras huellas" pero no me atreví a decir nada en voz alta, tras este lapsus corrí junto a estos y de forma sorprendente conseguimos subir todas las armas de fuego y todas las jabalinas de las que disponíamos hasta lo alto de las paredes del cañón donde decidimos preparar una emboscada.

Pasaban los minutos y la tensión iba aumentando cuanto más se acercaban las antorchas, un silencio trágico invadía el ambiente, 2 minutos más tarde los teníamos justo debajo.
Extrañados, por la barricada empezaron a mirar a todas direcciones, sabían que estaban en apuros, el pánico les invadió de repente, algunos empezaron a saltar la barricada (y para su desgracia cayeron en mi trampa), al darse cuenta de esto un oficial empezó a bocear y a dar órdenes a sus hombres, en ese preciso instante Dani y yo empecemos a tirar las piedras mientras Juan hacía lo propio con sus jabalinas, sus bajas empezaban a aumentar pero seguían sin saber exactamente de donde les estábamos atacando.
Para nuestra sorpresa, el oficial no dio la orden de retirarse pero eso no evitó que bastantes soldados se diesen la vuelta y se retirasen horrorizados. Tras 10 minutos así nos quedemos sin nada que arrojar por lo que decidimos empezar a atacarles con nuestras armas de fuego desvelando así nuestra posición, desde una distancia más o menos segura el oficial dio la orden una vez ya sabían donde estábamos de atacar nuestra posición por lo que tuvimos que retroceder unos metros. Solo los gritos de los heridos rompían el repentino silencio que se había echo, sabiendo nosotros que volverían pese a las bajas decidimos hacer recuento de lo que nos quedaba; apenas teníamos munición para aguantar 9 minutos más pero decidimos no huir y conservar nuestra posición ventajosa en la altura para causar el mayor número de daños al enemigo.
Unas explosiones nos sorprendieron, habían volado la barricada con unas granadas, una vez volada, los alemanes comenzaron a correr por dentro del cañón liderados por su orgulloso oficial, tras ofrecer cierta resistencia contra ellos y ya de día y sin apenas munición decidimos huir y escondernos en lo alto de unos árboles hasta que la situación se calmase.
Cuando ya no oímos ninguna voz  y ya seguros de que se habían ido decidimos otear el horizonte en busca de algo que nos pudiese llevar de vuelta a casa. Para mí sorpresa pude distinguir a lo lejos un grupo de Ft-17 parcialmente destruidos y junto a ellos un coche blindado que parecía no tener daños graves, rápidamente les comunique a estos que actualmente debíamos encontrarnos detrás de las líneas enemigas y que nuestra única esperanza era ese pequeño coche blindado.
Zanjado el tema nos bajemos del árbol y nos pusimos de camino hacia allí.

70 metros para 3 hombresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora