TAN FAMILIAR

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Definitivamente piensas que está loca. Pero aún así debes reconocer que es valiente y fuerte. Cuando salió de la academia te sentiste aliviado y algo alegre por verla de nuevo. Viva.

Pero te quedaste extrañado al verla arrastrada por las monjas viejas.

Sobre todo por su estado. Llena de múltiples cortes, quemaduras y golpes.

Mientras los bomberos apagaban el fuego en la zona este, los profesores os metieron en el auditorio, que está bien alejado de la zona del incendio.

Mientras os ponen una película aburrida sobre un incendio por cortesía de los bomberos, ibtententas escabullirte de la sala. Al fin y al cabo, ser el hijo de Batman tiene sus ventajas.

La buscas con la mirada. Está apartada de la multitud sentada y de pie. Cruzada de brazos con la mirada perdida y agarrándose el hombro.

Sin pensarlo muy bien, te acercas a paso rápido y sigiloso y la agarras del brazo con cuidado pero con la suficiente fuerza para que no se suelte y la arrastras hasta la salida.

No dice nada. Solo se limita a mirarte entre extrañada y furiosa.
Se acerca un poco a la escalera y empiezas a bajar, esperanzado a que te siga. Una sonrisa cómplice se dibuja en tus labios al oír los pasos ligeros de la chica tras de ti.

Te paras al llegar a la primera planta y esperas a que ella te adelante un poco.

La observas adelantarse demasiado hasta que te das cuenta de te has quedado mirándola al ver que te mira confundida de soslayo.

Te pones colorado y pegas un respingo. Agachas la cabeza y corres apresurado a donde está ella.

La adelantas y giras la esquina hacia la enfermería.

-¿Pero qué hace...? - la oyes susurras a tus espaldas.

Te acercas a la recepción y esperas a que la enfermera, una vieja casi ciega y temblorosa termine de hablar lentamente por teléfono.

-Dilculpe...

Tu murmuro frío hace que gire los ojos llorosos y te mire.

-¿Qué quieres, cielo...? - pregunta con una sonrisa arqueada.

-Necesito alcohol, agua oxigenada y algodón.

La enfermera muestra una mueca extrañada y sorprendida.

-Es...para mi amiga - te medio giras para mirar a Rachel, que se ha sentado en una de las sillas agarrándose el hombro - le... han dado con un balón en el hombro y está... sangrando.

Añades una sonrisa firme a la mentira. A una persona normal no le hubiera colado, pero la anciana engurruña los ojos y cambia miradas entre tú y Rachel por encima de las gafas redondas y al final esboza otra sonrisilla.

-Claro, jovencito.

Se levanta con esfuerzo de la silla acolchada y se hacerca a un botiquín anclado a la pared para después abrirlo y poner sobre la mesa de la recepción las cosas que pediste.

-Gracias.

Las coges y te vuelves a la chica dolorida.

Pasas de largo de ella, que se levanta confundida y avanzas hacia el pasillo de enfrente a paso rápido.

-Vamos.

Oyes como resopla y vuelve a seguirte con paso más rápido hasta llegar junto a ti.

"¿Por qué demonios me parece tan familiar...? "

DEFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora