capítulo 4: LA HISTORIA DE AITANA _el comienzo de una amistad

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Aitana se comportó muy rara conmigo el otro día, y me pregunto el porqué de aquella situación tan extraña en la clase...

No se que le habrá pasado pero me gustaría saberlo, porque, así, a lo mejor, podría ayudarla de alguna manera.

Asi que voy a hablar con ella mañana y a ver como reacciona a que una chica tan "rara" como yo hable con una chica tan "popular" como ella, o a ver si se le ha pasado ya el comportamiento que tubo el otro día y se lo tomó como una simple tontería.

Al día siguiente...

Hola, ya he hablado con ella... no se como ha pasado, pero, hoy en el patio he ido a buscarla y he descubierto que ella también me buscaba a mi. Cuando preguntaba por ella, todo el mundo se susurraba cosas come que soy tonta, rara o que estoy loca, creyendo que no me daba cuenta aún que yo disimulaba...

Pero al final la encontré y todo fue muy incómodo y raro, sobretodo raro, porque me hablaba como yo le solía hablar a ella: con la cabeza baja y con miedo. No sabía cómo reaccionar a aquel comportamiento, pero decidí hablarle como mi madre hubiese querido, con respeto y con ternura, pero de vez en cuando se me inundaban los ojos preparados para llorar, y me resistía porque tampoco quería quedar como chica débil, aunque parecía que ella había dado a entender "algo" gracias a "algo" que le pasó al mirar mis dibujos, y que no se fuese a burlar más de mi.

Con cierta vergüenza y miedo empezó a hablar, dijo que nos sentaramos tranquilas en un banco, que así lo hablaríamos mejor.
Y sacó el dibujo que hice en clase el otro día, el del cielo estrellado, el que se quedó mirando y luego se guardó bajo la manga de su jersey; y se puso a llorar con una expresión de sufrimiento y decepción, y de soledad, así que la abracé.
Me habló de lo que para ella significaban las estrellas, que eran pequeñas lucecitas a lo lejos, pero que si te acercabas eran enormes y brillantes, magníficas y espectaculares; que eran cálidas y eran muchas las que te acompañaban todas las noches, y que brillaban al compás de la música que creaba el viento al chocar contra su ventana.
Me contó que ella se sentaba todas las noches al lado de su ventana y observaba en silencio el cielo oscuro iluminado por las estrellas, que todo arreglaban con su bonita y cálida luz. Que le hacían pensar en la familia unida y cercana que nunca tuvo.

Me contó sobre su familia, su padre maltrataba a su madre, a su hermana y a ella. Su madre trabajaba todo el día lejos de su casa y cuando llegaba, caía destrozada sobre su cama, ya que trabajaba como única sirvienta en una mansión. Su padre no trabajaba, sólo bebía y amenazaba en que si le dejaban tirado mataría a toda la familia sin pensarlo. Su hermana tenía 19 años y estaba embarazada, y no sabía de quien era el hijo, que ella no lo tenía previsto, pero que pasó porque era su trabajo.
Y bueno, en fin, en cuanto a Aitana, ella se pasaba los días encerrada en su habitación pegada a la ventana... se sentía sola, al igual que yo, y por eso le conté mi historia.

MIRANDO LAS ESTRELLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora