Capítulo 4

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 ❝ A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en el mismo ataúd.❞

−Alphonse de Lamartine.

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 —Ad...Adrien...—Dije casi sin voz cayendo al lado opuesto —Yo...yo...pernad...digo, perdón! —Salí huyendo del baño como la cobarde que era pero el problema fue que no sabía a donde ir.

Cerré la puerta de aquella habitación detrás de mi y me recosté sobre ella con el corazón latiendo desenfrenado contra mi pecho. Cuando por fin me calme, vi un teléfono sobre una mesa del corredor y lo tomé para luego meterme en lo que parecía ser un armario, hecha un ovillo, marqué el numero de mi padre y mi madre pero ninguno de aquellos dos números seguían en uso. Apoye mi frente sobre mis rodillas tratando de contener las lagrimas mientras pensaba algún numero de un conocido pero me era inútil... Aunque no todo estaba perdido, entre los mensajes recibidos de aquel teléfono había un nombre que captó mi atención rápidamente y lo marque sin dudar.

—Hola? —Preguntó del otro lado con un tono preocupado pero a mi la voz se me atoró en la garganta...como hablabas con alguien que piensa que estas muerta? —Adrien, si vas a llamar para dejarme hablando sola...

—Alya? —Pregunte con la voz temblorosa y el silencio invadió la linea.

—Qui...quién es? —Respondió sin aliento.

—Soy Marinette...—Me interrumpió con un grito furioso.

—Agreste, esta broma no tiene ninguna gracia! —Se escuchaba que su voz comenzaba a temblar.

—Espera! —Murmuré golpeando mi frente —Alya, por favor...No cuelgues, te necesito.

—Eres de lo peor —Respondió junto con un sollozo antes de colgar y dejarme con el teléfono pegado a la oreja.

Unos fuertes temblores comenzaron a invadirme antes de darme cuenta y acabaron por convertirse rápidamente en un llanto desconsolado, nunca en la vida me había sentido tan sola como lo hacía ahora.

Las puertas del armario se abrieron pero no despegué mi frente de mis rodillas por un largo rato hasta que al fin levante la vista y me topé con los ojos verdes mirándome con tristeza, los cuales solo empeoraron las cosas por que ahora recordaba la escena que había ocasionado en el baño.

—Por que no sales de ahí y hablamos un rato? —Murmuró acariciando el dorso de mi mano como si fuera un animal asustado —Se...se que estas asustada, confundida, enojada y mil emociones mas que no lograría describir pero por favor créeme cuando te digo que resolveremos esto, yo me encargare de que ello suceda.

Cuando no respondí se quedo de todas formas unos cuantos minutos mas hasta que chasqueó los dedos, se puso de pie y desapareció en la habitación. Segundos mas tarde lo oí entrar nuevamente y escondí el rostro entre mis rodillas.

—Quieres ir a dar una vuelta por la ciudad, Bugaboo? —Cuando lo observe vi que Adrien ya no era él, sino que se trataba del enmascarado con el que habia compartido tantas experiencias. 

Aquel Chat Noir perturbador había desaparecido junto con su horrendo traje y frente a mi se encontraba mi compañero de siempre con unos cuantos centímetros de diferencia. No se por qué pero Chat me tranquilizaba mas que Adrien, a pesar de que fueran la misma persona, cuando me tendió la mano yo la acepté lentamente. De un suave tirón me puso de píe y me dio un abrazo reconfortante.

—Antes de irnos ve y date una ducha —Murmuró en el abrazo sin la intención de soltarme —No tengo ropa de mujer pero puede que encuentre algo para que uses.

El Despertar - AdrinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora