14 feb. 2016

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Tuvo su principio cliché. Como todas las historias sencillas que se complican capítulos más tarde.

La cafetería desprendía energía y vitalidad. En las mesas se hablaba de ideas novedosas, en la barra se debatían temas de la actualidad y en el piso de arriba se oía el eco de risas naturales. A pesar de ello, no era un lugar ruidoso.
A pesar del ambiente, no todo eran sonrisas brillantes.
Había dos cabezas frustradas en busca de una válvula de escape. Tenían los pensamientos hechos un nudo y en ocasiones se les obstruía el aire en los pulmones.
Eran ambos viajeros a la deriva en busca de algo que contar, pero en uno de estos, perdieron la magia.

Por un lado, él estaba sentado en una mesa de longitud, con sitio para diez personas pero únicamente ocupada por una. Llevaba puestos unos auriculares. Tenía la música, tenía el ritmo; pero, ¿y la letra? ¿Por que todo lo que se esmeraba en escribir le sabía a plagio, a calcado? Era como si explicara lo mismo en todas sus melodías... Mordía el lápiz con afán hasta dejarle marcas y enredaba su dedo índice con el tirabuzón de su flequillo.
No encontraba nada.

Por el otro, ella empujaba la puerta de entrada con el ajetreo en las venas. Llevaba una montaña de libros entre sus brazos: Wilde, Doyle, Murakami, Shakespeare. En el hombro derecho llevaba colgada una mochila azul cielo de cuya cremallera sobresalían los espirales de un cuaderno. Aligeró El Paso hasta la mesa de longitud, donde dejó caer la pila de libros de un golpe brusco. Se arregló el pelo y bufó al sentarse, vagando entre el cansancio y el estrés. Solo necesitaba algo nuevo, algo extraordinario... Quería encontrar algo, pero... ¿qué estaba buscando?

Desde el otro rincón de la mesa, el chico permanecía interiormente pasmado después de la escena de la chica

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Desde el otro rincón de la mesa, el chico permanecía interiormente pasmado después de la escena de la chica.
Se la quedó mirando, sólo un segundo.
Ella también volteó la cabeza un poco, y lo miró, sólo un segundo.
Pero entonces no pasó nada. Esta no es una historia de amor a primera vista, ni chispas, ni hilos rojos del destino. Las neuronas de ambos volvieron a trabajar y a centrarse en lo que ellos creían prioritario.

Pero habían cometido un error.
Fue un mero segundo, el tiempo suficiente para verse.

[song]writer « kwon hyuk Donde viven las historias. Descúbrelo ahora