10 mar. 2016

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En aquel apartamento había cosas que no cambiaban ni a la fuerza. El ardor que se apoderaba de la estancia buscaba motivos y excusas. ¿Qué era de aquellos corazones? ¿Estaban heridos? ¿Enamorados? ¿Desesperados? ¿Maltrechos? Seguramente ninguna opción de las recién mencionadas. Los cuerpos bien pegados contra sí se exigen entre ellos una especie de lucha acordada, con fuego a discreción al inicio, para poco a poco darse la tregua.

Existen roces y caricias que únicamente se dan una vez en la vida. Hyuk y Sung Ihn prefirieron guardarse aquello tan especial para otra ocasión.
Aun así, no se detuvieron.
Cada vez que las esmeradas líneas del cuerpo de la fémina discernían una curva o se arqueaban, los ojos de Hyuk viajaban a una velocidad desorbitante para enmarcar cada mísero detalle: él se estaba inspirando. Pero de momento, dejaría de cavilar. Forzaría las cuerdas vocales para soltar en potentes notas lo que aquella ninfa le estaba haciendo sentir.
La expresión de Sung Ihn no reflejaba súplica alguna: si quieta era el cuadro de un incendio, en aquellos instantes era el fuego mismo. Y aunque ella jamás hubiera sido dependiente, el contrario tenía algo que la empujaba a reproducir sus vociferios con más volumen, a besar más feroz, a quererlo más cerca. Y es que ella quería inspirarse. Pero para entonces, prefirió más ser ella la musa.
Decidieron, mutuamente, pertenecerse.


- ¿Cansada?
- Un poco.
Sung Ihn apoyaba la cabeza encima del hombro de Hyuk, mientras tumbados, éste la rodeaba con el brazo. La yema del dedo índice de la chica hacía dibujos irregulares sobre el tórax de él.
- ¿Sabes? - habló el chico, con la mirada posada en el techo.
- ¿Mh?
Hyuk alargó su mano derecha hacia la mesilla de noche. De un paquete de Lucky Strike, extrajo un cigarrillo, y fue acercándolo hacia la contraria al tempo de sus palabras:
- Ahora mismo no me haría falta llama para encender esto. Mira... - presionó ligeramente la punta del tabaco contra la piel de su musa - ¡Chassss! Uf, arde.
Sung Ihn sonrió a causa de la estupidez que, a pesar de serlo, le hizo gracia.
- Vas a necesitar algo más para eso. Espera.
Se levantó definiendo un camino pasional como un jardín de rosas entre las sábanas. Hyuk fue incapaz de apartar la mirada de aquella encarnación de estatua clásica. El cabello ondulado y castaño cayéndole sobre la espalda cual cortina lo hipnotizaba de pies a cabeza. A su vuelta, la mujer le tendió un cenicero:
- Parece que la mismísima Afrodita me esté ofreciendo el cenicero más valioso sobre la faz de la tierra.
A Sung Ihn le gustaban los cumplidos, pero no mostró ningún rubor:
- ¿Y tú quién eres? ¿Apolo? - replicó, de nuevo en la cama, a la vez que le entregaba el objeto.
Hyuk introdujo el cigarrillo entre sus labios, dejando que la contraria lo prendiera con un mechero. Echó una calada al aire:
- ¿No te importa?
- No te preocupes - Sung Ihn hizo un gesto para restarle importancia - Mi compañera lo hace todo el día. De hecho, es la misma marca. Lucky Strike de frutos del bosque.
Sung Ihn se sentó con un movimiento elegante sobre la figura tendida de Hyuk y, observándolo desde las alturas, repitió el dibujar con los dedos sobre su pecho. Hyuk por contra, resistiéndose a mirar con demasiado descaro, echó un vistazo a la habitación, muy específicamente a las fotografías.
- Parece que os lleváis bien.
- ¿Con Minnah? Sí, nos llevamos muy bien. No lo diría mucha gente: normalmente está bastante ocupada cuando yo estoy libre, y viceversa. Pero nos llevamos muy bien.
- ¿Es actriz?
Sung Ihn asintió:
- Y directora. Su primera producción teatral fue un éxito. Por eso ahora la quieren en el cine. Aunque está haciendo estilismo.
- Qué vida tan ajetreada. A mi amigo le encanta el teatro.
- ¿Y a ti?
- A mí me encantas tú.

A Hyuk le destellaban los ojos como si sus pupilas fueran dos estrellas Polares

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A Hyuk le destellaban los ojos como si sus pupilas fueran dos estrellas Polares. Sung Ihn le removió el cabello con delicadeza, como inspeccionándolo, saboreando cada milímetro de sus facciones: era belleza pura.
- Me has dado una idea - espetó de pronto el cantautor.
- ¿Para tu música?
- Para mi canción.
- Entonces... Cántame.
- ¿Seguro? - Hyuk dejó reposar el cigarrillo casi consumido sobre el cenicero. Se volvió, con un toque de fiereza, tumbando a Sung Ihn sobre el colchón y quedando así sobre ésta. Tan cerca suyo como para compartir el oxígeno - Una vez me hayas oído, querrás repetir esto que hemos estado haciendo - se acercó a su oído, susurrando con nitidez -: quedas advertida.
- Demuéstrame de qué eres capaz.

A ella le sorprendió como una voz tan embelesadora como la del chico junto al que estaba en la cama fuera todavía tan anónima. Llegó a pregar para que todo el mundo pudiera disfrutar de aquella melodía angelical; aunque su lado egoísta se alegró de poseer aquello exclusivamente para ella en ese entonces.
Por supuesto que, después de aquellos versos, sucumbió.

"You gave me something I need in my life
second to nothing, you come baby
told you I loved you, you told me you might
tell me why you frontin' babe"

[song]writer « kwon hyuk Donde viven las historias. Descúbrelo ahora