1 apr. 2016 (b)

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- ¡Sí, sí! Canta esta, la de...
- She's twenty, twenty, twenty... one now!
- ¡Pero déjame terminar las frases!
Entre un montón de artilugios tecnológicos y aparatos de grabación, los cuerpos en estado natural de dos almas jóvenes correteaban y se perseguían como si quisieran recuperar el tiempo perdido. Ella, sentada sobre el contrario, enredaba distraídamente los cabellos azabaches del chico mientras este, a la vez que consumía su habitual dosis de tabaco, reseguía con tacto y aprecio las líneas que definían el cuerpo de la ninfa allí presente.
- En realidad no hace mucho que tengo los veintiuno.
- ¿Y eso a mí qué tendría que importarme?
Sung Ihn sonrió con ternura. Hyuk depositó la colilla en un cenicero, ya repleto. Con sus ambas manos libres, continuó acariciando finamente la tez de la contraria.
- ¿Y la universidad?
- No he ido. Nunca. Como me fue bien con el libro.
- ¿Y tu novela?
- Va muy bien, la verdad.
Se miraron directamente a los ojos. Ambos sabían de sobras qué venía después.
- Has terminado el álbum.
- Hemos terminado el álbum.
- Y ahora que el coleccionista ya se ha terminado el libro, ¿cual será el lugar de éste en la estantería?
Hyuk no apartó la mirada. Inspeccionó los ojos de Sung Ihn: fríos, como si contemplaran un desastre. Y aquello a Hyuk le enloquecía; le reventaba y le dejaba exhausto, le provocaba ganas de chillar y de llorar. Le invadió una sensación de caída, como si hubiera recibido un empujón y estuviera cayendo a un vacío lúgubre y hondo. Aferró a Sung Ihn contra sí, y creyó que jamás había abrazado a nadie con tanta fuerza ni tanto desgarre. Besó con ímpetu, presionando mucho los labios, la piel de la joven Venus con afán, maximizándose en él un doloroso lamento. Besó sus manos, su clavícula, sus labios. Atrapó su rostro entre sus manos, obligándose a ambos a toparse con los ojos del respectivo; los de ella, lisos, pálidos, ahora sorprendidos.
- Déjame releer el libro otra vez.
La atrajo hacia sí para envolverla en un abrazo cautivador y fogoso, con todavía más ansias que el anterior. El acto desprevenido del joven hizo que Sung Ihn ahogara un leve grito de asombro. Tal fue su desconcierto, que sus sentidos no fueron capaces de corresponder al gesto de afecto.
- No se ha acabado - murmuró el chico - No quiero que se acabe.
Inexpertos. Cuánto se necesitaban.
Sung Ihn se llevó involuntariamente ambas manos al rostro y lloró.

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[song]writer « kwon hyuk Donde viven las historias. Descúbrelo ahora