- Ey - el moreno pasó una mano por el hombro de Ihna, sonriéndole de modo tierno.
- Ey - ella contestó en un tono más feble, dejando el libro sobre el mármol de la cocina para corresponderle una mirada.El chico se sentó a su lado en el taburete alto. Había dejado una bolsa de plástico blanca sobre la barra, de la que extrajo dos cajas grises con bimbap. Le cedió una a su amiga:
- Ya sabes que se me da bien cocinar, lo que no quiero es cocinar para ti. Así que he pedido esto - separó los hashi de madera y se los tendió -. Come un poco. Me extraña no verte comer, y no creo que hayas cambiado tus hábitos en dos años.
Ihna esbozó una sonrisa graciosa y abrió la cajita a la vez que apartaba el libro de la comida:
- Gracias, Aito, que me llames obesa mórbida es justo lo que necesito ahora.
- Ay - chasqueó -, ¡que noooooo! - atrajo a la contraria y la llenó de besos alrededor del rostro - Eres la chica más guapa que conozco.
- Y más gorda, supongo.
- ¡Sungie!La carcajada que ambos soltaron pronto se vio apagada por una parte, hasta tal punto de necesitar descansarse del mundo. Él también la llamaba Sungie. ¿Cómo debía estar? Se prometió no mirar el móvil, pero se sentía constantemente tentada a hacerlo.
- Eh.
En seguida se topó con un trozo de lechuga con carne en la cara.
El rostro de Aito siempre conseguía ponerla de buen humor. La distraía. Cada vez que lo veía, se sentía protegida, querida, resguardada.
Se comió el trozo de bimbap y habló con la boca llena, cubriéndosela para no hacer un feo:- ¡Mh! Ha venido un tío preguntando por ti.
- ¿Por mí?
- Bueno, casi. Por Aito Oshiro.
- Ah, ya - le clavó un mordisco al manjar que tenía entre manos y pasó a hablar con la boca llena también - ¿Y qué le has dicho?
- Que aquí no vivía ningún Aito Oshiro.
- ¿Y ha insistido? ¿Qué quería?
- Pues supongo que de algo de pasta quería hablar. Iba encorbatado. Le he dicho que no tenía idea de ti, que era prostituta.
- Qué jefa.
- Ya ves.
- Para la próxima, vigila por la mirilla. Y si ves a alguien así, prefiero que no abras.
- Pero siempre les he abierto.
- Tienes razón, pero no me hace ni pizca de gracia que te vean la cara.
- ¿Estás asustado?
- Ahora que estás tú, sí.
- Es por mi culpa.
- No es por tu culpa, es por ti. No quiero que te pase nada.
- No me va a pasar nada, Aito. Todo lo peor ya me ha pasado, ¿recuerdas?
- Sí. Pero ya no vivimos en Daegu.Aunque era de madrugada, Ihna salió a dar un paseo. Aito no se lo impidió, ni mucho menos: podía preocuparse, pero en ningún caso tenía poder o dominio sobre su amiga. La conocía lo suficiente como para no solo confiar, sino también para estar seguro de que no le pasaría nada. El barrio era muy seguro. Tokyo y Osaka eran muy diferentes, pero Ihna se sentía bien en ambos. Pasando entre las luces y los colores en pleno día, su oído disipó una melodía familiar.
"Boys and Girls" de su mejor amigo sonaba en el interior del local. Sonrió por el éxito de Jiho y la canción, aquella vibra estúpida pero no insignificante de pensar en lo feliz que era su amiga con él.Inconscientemente, a la vuelta a casa, tenía el oído avaivadísimo: sin querer admitirlo, anhelaba escuchar la canción de otro músico menos conocido; para ver si entonces ella, a raíz de la melodía, podía recordarle y volver a sentirse arte.
Puso el código de la puerta y entró nuevamente a la extensa estancia que ocupaba su amigo. Todas las luces, menos la del recibidor, estaban apagadas: por lo tanto fue automática la conclusión a la que llegó la chica al pensar que el adverso dormía.
Se adentró en la oscuridad de las habitaciones, solo iluminadas por la luna y las farolas exteriores cuyas luces alcanzaban mínimamente el lugar. Estaba muy cansada, por lo que cogió una camiseta cualquiera que Aito tenía colgada en una silla. Se desvistió en el baño y, con la camiseta cayéndole casi a modo de camisón, se ató con una goma el pelo en un moño.
Tenía su habitación, pero no se la asignó. Clavó una rodilla en el colchón de la cama doble en la que reposaba el moreno y se hizo un hueco en su nórdico. Con los párpados a medio cerrar, rodeó el torso descubierto del contrario en un abrazo y se apoyó en él para el sueño. Aito, entre el dormir y el seguir despierto pero sin abrir los ojos, remugó desconcertado en un principio, pero terminó por corresponder el abrazo de la fémina, atrayéndola hacia sí. Hizo un murmuro ronco, planteando una última cuestión antes de dormir:- ¿Te has bañado antes?
- Hm - Ihna asintió con su rostro hundido en el pecho tatuado del contrario -. ¿Cómo lo sabes? Ha sido antes de que vinieras, y he limpiado.Él contestó con un bostezo:
- Las toallas huelen a chica y hay pelos en la bañera - sonrió, besando ligeramente la frente de la contraria -. Buenas noches.
Ihna hizo más firme el enlace con Aito, el agarre:
- Buenas noches.
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[song]writer « kwon hyuk
Romance"Voy falto de historias. Me gustaría que formaras parte de mi biblioteca." 06012018 ©eroticismos