—Siento haberte despertado...
—No pasa nada, ya iba siendo hora de despertarse. Pasa —dijo echándose a un lado, dejándome sitio— ¿Qué te trae por aquí?
Entré a su casa.
—Ayer me pasó una cosa y quería contartela... Además de que cada vez aguanto menos tiempo en mi casa.
—suspiro.Escucho como Alec cierra la puerta detrás de mí y se acerca, pegándome a su pecho y abrazándome por la espalda.
—Pues bueno, ¿A qué esperamos? Cuentame que te ha pasado. —dijo besando mi mejilla.
Necesitaba coger aire.
Había llegado el momento de contarselo.
—Mejor ven, vamos a sentarnos... —dije cogiendo su mano y llevándolo al sofá.
Él se sentó en el que se encontraba en frente de mí.
—Cuando quieras. —dijo con un tono suave, dándome tiempo.
—A ver, ayer fui a una fiesta de pijamas en casa de Annie, con todas las chicas y Oliver... —asintió, esperando a que continuase— Estábamos en la fuente, cuando escuchamos un ruido, era el lobo, estaba enfrente de nosotros, empezó a gruñirnos, todos nos quedamos paralizados. Aunque al final sólo quedamos Oliver y yo, las demás habían huído. Oliver se puso entre el lobo y yo, por si acaso. El lobo no paraba de gruñir, así que decidimos salir corriendo, pero cada uno corrió en una dirección distinta. Por las prisas me caí, y cuando me dí la vuelta el lobo estaba ahí.
Alec escuchaba atento todo lo que le estaba contando.
—¿Y qué pasó después? ¿Te hizo algo? —dijo preocupado, mirando desde donde estaba por si se veía algún rasguño.
—No me hizo nada, se me acercó, se inclinó para que lo acariciase... Pero lo más raro es que habló conmigo, Alec, podía escuchar como me decía cosas en mi cabeza.
Alec se quedó callado.
Yo sólo podía esperar porque no le pareciese una loca.
Me quedé mirándolo, esperando una respuesta de su parte.
Pero parecía absorto en sus pensamientos, no me hacía ni caso.
—¿Alec? —dije a la vez que me acercaba y movía mi mano cerca de su cara.
Él parpadeó y me prestó atención.
—¿Eh? ¿Qué pasa?
—Te has quedado empanado. ¿Qué opinas de lo que te acabo de contar? —inquirí sintiendo mis nervios crecer.
Él se aclaró la garganta.
—A ver, es algo raro y que nunca había escuchado... Pero no sé...
—¿Tú también me vas a tomar por loca? —pregunté mirándolo.
Él negó.
—No he dicho eso, sólo que es algo nuy extraño, nunca he conocido a nadie que haya podido hablar con los animales...
—Yo sólo puedo hablar con ese lobo, con los demás no. Créeme, esta mañana lo he intentado de camino a casa.
Asintío, asimilando mis palabras.
—Pues bueno, nunca había conocido a nadie con esa capacidad, de hablar con un único animal, un lobo, y que sea el que está merodeando y causando tantos problemas.
—Ya... Para mí también es raro, hasta yo pensé que estaba loca, o que era por culpa del golpe que me dí en la cabeza.
—¿Has hablado antes con el lobo? ¿O es la primera vez que te pasa?
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Eres mía.
Hombres LoboTodos tenemos que tomar decisiones difíciles en algún momento de nuestras vidas. Por suerte o desgracia, a Daniela Claire le ha tocado tomar una a sus 17 años. Tendrá que enfrentarse a cosas de las que nunca imaginó. Si quieres conocer su historia...