CAPÍTULO 14

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Me despierto con la luz del sol. Al fin un día en donde no haga tanto frío. Mis ojos me pesan y siento que no puedo abrirlos demasiado. Veo que hay pañuelos desechables desparramados por todo el suelo. Me agacho para recogerlos y botarlos en el papelero. Ordeno mi cama y los papeles amontonados en el escritorio. Me entusiasmo por ordenar toda la habitación. Voy hasta la cocina para sacar del mueble un trapero, un paño para el polvo, una escoba y la pala. Decido darme un baño relajante después.

Comienzo abriendo mi armario y ordenando la ropa según la ocasión en que la use, saco restos de polvo y paso una crema de limpieza. Cambio mi escritorio de posición hacia otra esquina, arreglo las luces que están puestas sobre la pared y limpio todas las esquinas de la habitación. Pongo música en mi iPod y me olvido de todo el exterior. También cambio de posición mi cama, ordeno mi cesto de ropa sucia y lo llevo hacia la lavadora. Unas pequeñas gotitas de sudor cubren mi frente, me las quito con la mano. Suspiro por el esfuerzo que he hecho al mover las cosas, por último limpio el piso.

Sara sale de su habitación con una bata puesta encima.

—Buenos días —me dice sonriendo.

—Buenos días —le respondo de la misma forma—. Hace un día estupendo.

—¿Sí? No he mirado el clima aún.

Por alguna razón noto que me mira con lástima, así que evito su mirada y voy a darme un baño. Tomo las sales y las echo, enciendo unas velitas aromáticas de chirimoya/melón, y lleno la bañera con agua tibia. Me desvisto y entro lentamente. Cierro mis ojos y me dedico a pensar, pongo música también. Intento olvidar lo de ayer y pensar que solo fue una pesadilla. Sé que no es lo más sano para mi, pero hago como si nada hubiese pasado. Me comportaré como todos los días, solo que ese no será mi verdadero estado de ánimo y me estaré mintiendo a mi misma. De repente se me ocurre salir a correr, lo dejé de hacer hace un buen rato debido a la falta de tiempo, pero es hora de que retome mis salidas matutinas. Me olvido del baño, me pongo una bata y voy hasta mi habitación para cambiarme. Cuando estoy lista, me tomo el pelo en una coleta alta y alrededor de mi brazo pongo lo que marca mis pulsaciones con el IPod y los audífonos. Sara y Sun Hee están desayunando, cuando paso frente a ellas me miran como si de una loca se tratara, les digo que saldré un rato y me retiro.

Mientras camino, voy estirando mis brazos y piernas para evitar alguna lesión o contracción de mis músculos. Cuando llego hasta un semáforo, le pongo play a la música y comienzo a trotar. A veces llevo la vista pegada en el suelo y otras miro al frente, trataré de llegar a la plaza más lejana y poder hacer ejercicios en las máquinas de colores. Llevo veinte minutos trotando y la respiración ya se me está haciendo irregular. Mi cuerpo emana calor y los brazos y mi rostro los siento arder. El sol no abriga demasiado pero eso hace que tenga mucho más calor. Cuando han pasado cuarenta minutos, me voy deteniendo lentamente, para así ir calmando las pulsaciones aceleradas que tengo. Me compro una botella de agua y bebo un poco, me mojo las manos y las paso por mi rostro y cabello. Inhalo y exhalo. Antes de que el cuerpo comience a pesarme, me subo a una máquina para hacer fuerza con mis brazos y luego a otra para formar cintura. Cuando siento que es hora de volver, troto un poco más hasta decidir ir caminando. Siento el sudor pegado a todas las partes de mi cuerpo y anhelo una ducha fría. Esto me sirvió mucho para quitar el estrés que siento.

—Que relajante —murmuro satisfecha.

Ya dentro de la casa, me meto a la ducha. Me visto con un buzo de color negro, dejo mi cabello húmedo y suelto.

—¿Tienes hambre? —me pregunta Sun Hee.

—La verdad es que no —respondo.

—Bien.

Amor a primera vista | Choi Seung HyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora