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Costantine

Estoy poniendo distancia y perspectiva. A mi manera claro. Le he estado enviando regalos. No joyas por supuesto. Si no pequeñas cosas que sé que ella disfruta. Le envié unos muffins hechos de manera especial, dulce de rosas y chocolate, los había comido cada mañana en Roma y se había hecho adicta lamentándose que no se encontraran en América.

Le había enviado una copia de primera edición de tres libros de Jane Austin. Ella la admiraba, y aunque me costaron una pequeña fortuna su sonrisa al recibirlos valió cada centavo. Y mi último movimiento había sido entrado para ella, Patrick y Marla a un recital de no sé qué banda. VIP por supuesto. Ella solo agradeció cada regalo con un mensaje de gracias.

Termine la junta a la que casi no preste atención. Podía disimular bien mis pensamientos y hacer pensar a todos que estaba en el tema cuando ni si quiera recordaba que habían hablado. Tenía que dar un paso importante para que ella me perdonara. Para que ella entendiera cuando importante era para mí. Así que me decidí... tendría que abrirle algo más que mi corazón...

Diane.

Sábado en la mañana recibí la pequeña caja son los seis muffins que Costantine me enviaba desde hacía un mes. Le agradecí al mensajero dándole propina y me senté en el sofá a disfrutarlos con café. Se lo estaba haciendo difícil. Solo le enviaba un gracias después de cada regalo. Él lo había estado haciendo bien mostrando que me conocía. Pero faltaba algo, algo crucial para que lo perdonara...

Después de desayunar tocaron mi puerta. Pensé que podría ser otro regalo pero me encontré con Roberto

_ hola señorita_ dice y me quede de piedra pensando que podría estar Costantine con él_ tranquila señorita el señor Pavlov no está, solo me envió esto_ dice dándome una nota_ espero_ dice con cortesía y asiento mientras abro el papel

"sé que lo que hice estuvo mal. Tenía miedo... siento demasiado por ti y estaba aterrado, ahora lo entiendo... por favor ven a cenar conmigo. Si aceptas Roberto te llevara a un lugar muy especial" C.

Suspire mirando la nota releyéndolo. Podía seguir haciéndome la dura o podía ir por él y escucharlo. Mamá me había enseñado a escuchar antes de juzgar. Así que mire a Roberto y dije que sí. Así que corrí a cambiarme...


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