Había sido un día estresante lleno de gente que en realidad no me importaba, mi cabeza dándole vueltas a temas absurdos y lo único que verdaderamente me apetecía era echarme una buena siesta, jugar a la play y mirar al techo durante 20 minutos ensimismada en cosas que me calmaran.
Pero a mi vida le gusta mucho tocarme lo que va siendo las narices, así que nada de eso ocurrió.
Ni una sola de esas cosas.
Pero esta vez tuve suerte. Mucha suerte.
-¿Por qué sigues en España?- suspiró Ana mientras intentaba hacerse una coleta-.
Llevábamos 2 horas hablando y parecía que cada vez que me miraba el mundo se paraba. Una y otra vez sentía ese frenazo hasta el punto de temer por mi vida, pero a la vez me daba igual.
Nos encontramos en mitad de mi ruta habitual y accedí a tomarme una copa para ver si así mi día mejoraba. Tras 2 cervezas ya no recordaba a donde quería ir.
No porque estuviese borracha, sino porque todo era tan perfecto que no lo quería romper.
Decidimos pasear y terminamos sentadas en un parque, olvidando que había niños haciendo ruido y madres cotilleando sobre cosas banales.
Y todo porque estaba con ella.
-Me gusta este país. Esta de mierda hasta el cuello, pero, llevo aquí toda mi vida: tengo a mis amigos, familia... No me imagino en otro lugar.
- ¿Y tú eres la que te quieres dedicar a musicales? - rio poniendo su mano en mi rodilla- ¿Tanto miedo tienes de perderlo todo? -.
-Madre mía la intensidad- dije intentando quitarle hierro al asunto-.
Era la segunda vez que me tocaba si contábamos el beso que me dio en la mejilla.
Me preocupa estar contando todas las veces que me ha tocado. Mejor no pensar.
-La verdad es que- comentó mientras se sentaba como un indio juntando mi rodilla con la suya- Cuando decidí irme por Europa estaba acojonada. No sabía exactamente lo que quería hacer, simplemente tenía algo de dinero ahorrado y estaba cansada de todo. A las 2 semanas me encontré con 24 años, borracha y rodeada de gente que no sabía de donde había salido, en un bar el cual no recuerdo la dirección, pero feliz porque sabía que lo que estaba viviendo en parte lo había elegido y lo siguiente que haría también lo podía decidir. Con el tiempo las cosas empezaron a aburrirme y cambié de ciudad. Roma, Viena, Londres... y daba igual a la gente que conociera, no importaba los sitios que visitara o las cosas que probaba: nada me parecía suficiente. Por eso decidí volver, buscar un trabajo y estabilizarme, aunque fuese tan sólo un poco. No vivas tan acojonada y lánzate, porque si al final las cosas te salen mal siempre te queda llamar a tus padres, que eres joven y a ti si que te lo perdonarán todo.
-Lo hacemos y ya veremos ¿no? – agregué mordiéndome parte del labio inferior-.
-Lo hacemos y ya veremos- repitió mientras me miraba.
Nos pasamos minuto y medio en silencio y os prometo que habría estado así toda la vida.
Tenía tantas ganas de que me contara más, preguntarle cuando podríamos volver a vernos, saber si le gustaban las tías tanto como a mí, comerle la boca y tantas cosas más que prefiero no decirlo no vaya a ser que lo gafe.
- ¿Y en esos viajes tuviste alguna relación? - me lancé a preguntar mirando a unos niños que jugaban-.
-Algo hubo, pero nada significativo. Cuando sabes que no vas a durar ni 2 meses en un sitio, lo mejor es no atarse- respondió acomodándose de nuevo mientras me miraba-.
- ¿Y cuánto tiempo vas a estar en España?
- ¿Me vas a pedir salir tan rápido? Pensaba que te esperarías a otra ronda de cervezas.
- ¡No! – exclamé sobresaltada mirándole el hombro- Claro que no, simplemente lo decía por el tema del trabajo, aunque en verdad siempre podríamos hablar por whatsapp.
Ni Raoul cantando apasionadamente se pone tan rojo como yo me puse en ese momento.
-Tranquila que es broma- rio acariciándome la espalda- Aunque menuda pena, que eres la soltera de oro y tienes que aprovechar.
- ¿Perdona? – dije alejándome de ella fingiendo indignación- Ya te gustaría a ti tener posibilidades con un pivon como yo. Que ni una noche borracha tendría yo algo contigo.
-Todo se puede ver- respondió desviando la mirada lejos de la mía- Dejémonos de tonterías y hagamos marcha, que en nada me toca turno y no quiero que me echen por hacer bromas lésbicas sentada en un banco.
-Bisexuales- dije recalcando el bi- Que al menos una de las dos tiene muy clara su sexualidad.
Después de remover, cogemos la masa resultante, la metemos en el horno y tan sólo queda esperar.
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Con las de perder (Warmi)
Fanfic"Encontré la paz de mi guerra caminando entre todas las flores"