Capítulo 5

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Después de comer, Ariadna me propone dar un paseo por los jardines del palacio. Salimos por una puerta de cristal y caminamos en silencio durante unos minutos. Miro a mi alrededor y me quedo fascinada por el color de las flores y las hojas de todas las plantas que nos rodean. Desde que cruce por debajo de la puerta del bosque parece como si todo se hubiese intensificado más. Los colores parecen más brillantes, haciendo parecer a las flores más vivas y saludables. Me pasaría horas mirando todo y quizás podría si tan solo se lo pidiera a Ariadna, es una persona agradable y se nota que es muy querida por sus hermanos.

Llegamos a un banco que da a un pequeño estanque con peces de distintos colores y tamaños. Miro al cielo, no hay ninguna nube visible y cierro los ojos mientras el sol nos calienta la piel. Finalmente, Ariadna rompe el silencio con un suspiro. Abro los ojos lentamente y la miro, ella está mirando a los peces que se acercan al borde donde nos encontramos esperando que dejemos caer algo de comida. Su pelo brilla con el sol, lo tiene de un color castaño claro. Éste se parece más al color de sus hermanos gemelos, pues el de Adam y Nick es más moreno. Sus ojos son marrones claros, acercándose al color de su hermano Nick, pero los de ella se asemeja más a la madera. Es delgada, y como el resto, tiene labios gruesos y rosados.

-Sé que estás asustada de todo esto. –me dice Ariadna. –Quiero que te sientas cómoda con nosotros, debes saber que ninguno te haría daño.

Me mira a los ojos, puedo ver que no me miente, sus ojos muestran mucho y me dan confianza.

-Lo sé, solo es... tan raro. –le contesto. –Quiero decir, de repente estaba perdida por el bosque y luego estoy aquí, en un palacio enorme con las flores más bonitas que he visto en mi vida, una princesa que parece de película y cuatro chicos extraños con el ego por encima de las nubes.

Me tapo la boca con las manos, mierda, pienso, quizás no debería de hablarle así a una princesa ¿no?

-Tienes razón. –me dice ella. La miro, sin saber a qué se refiere. -¡Tienen el ego muy elevado!

Nos miramos por un momento hasta que rompemos en risas. Ella hace que me relaje y que no me sienta una chica enloquecida.

-¿Por qué son tan importantes esas Neidas? –acabo preguntándole.

-Es una historia muy larga. Todo comenzó hace miles de años, cuando el rey en esa época se casó con una mujer.

-¿Y qué tiene que ver eso con las Neidas? –le pregunto extrañada.

-Tiene mucho que ver, porque ella fue la primera Neida.

Abro la boca, sorprendida, es decir, supongo que en algún momento tuvo que haber una primera Neida, ¿no?

-Hace miles y miles de años, todos vivían juntos y felices en Forethan. No había dos clanes como ahora y todos eran buenos. Un día, el rey y su mejor amigo, su mano derecha, salieron a pasear por el bosque con sus caballos. Estos se acercaron a la puerta para comprobar que todo fuese bien. En esa época, nadie salía de nuestro mundo, ni nadie entraba, pero la puerta siempre ha estado abierta. Cuando se acercaron descubrieron a una mujer en el suelo, estaba golpeada y desmayada, por lo que ellos, al creer que era uno de ellos la llevaron al palacio donde la curaron. Días más tarde descubrieron que era una humana, y finalmente permitieron que se quedara con ellos. Durante meses estuvieron yendo de un lado para otro los tres juntos, ella era aventurera y se esforzaba siempre por no quedarse atrás, hasta que un día, el rey le pidió matrimonio. Ella aceptó y se casaron, pues los dos estaban muy enamorados, pero jamás se dieron cuenta que la mano derecha del rey estuvo celoso por todo. Un día, el mejor amigo del rey le confesó a su reina lo que sentía por ella, él pensaba que ella podría sentir lo mismo por su amistad, pero cuando ella le dijo que no era así, él se enfadó y entro en cólera. Llevado por la furia, la mató y corrió lejos, escondiéndose por el bosque. Cuando el rey encontró a su esposa muerta gritó de dolor y llamó a la Diosa para que le devolviera la vida, ésta, entristecida por la muerte de la humana, le marco con la señal de las Neidas, devolviéndole la vida. Los años pasaron y jamás volvieron a ver a la mano derecha del rey, pero éste reclutó a aquellos que pensó que podían estar en desacuerdo del rey, creando así los dos clanes. Éstos crecieron en magnitud y cada clan luchó entre ellos para ganar terreno, pero los dos eran tan grandes que ninguno salió vencedor. Ahora, los clanes siguen en guerra, nosotros, los Lumianos intentamos que los Somianos no hagan más mal, pues si consiguen ganar más terreno, acabarán por destruir toda la belleza y pureza de nuestro clan.

-Guau –le digo sorprendida. –Esa sí que es una historia.

-Lo sé –me sonríe. –Antes de que muriese nuestra madre, nos contaba la historia cuando nos íbamos a dormir.

Me quedo mirando al estanque, nunca habían nombrado a sus padres y yo ya había llegado a algunas suposiciones, pero ahora me lo había confirmado ella misma. Me pregunto qué les ocurrió, pero supongo que esa es otra historia de la cual no están preparados aun para contarme.

-Bueno, entonces... ¿las Neidas pueden revivir o algo de eso? –le pregunto rápidamente.

Ariadna se ríe y niega con la cabeza. Pues vaya, pensé, ya que están bendecidas por esa Diosa podrían tener algún tipo de "poder", ¿no?

-Después de ella, hubo alguna Neida más, pero fueron años y años después de que ella muriese. Todas eran humanas que por una razón u otra aparecieron en nuestro mundo y acabaron formando parte del consejo de sabios, pues representaban a la Diosa.

-¿Quiénes son el consejo de sabios? –le pregunté.

-Bff... -suspiró. –Son personas viejas que han dedicado toda su vida a leer los Relatos y a escribir todo lo que ha ocurrido durante estos años.

-No parece que les tengas en muy buena estima.

-Bueno, les respeto y esas cosas, ¿sabes?, pero...

-¿Pero...?

-No entiendo por qué hay que hacerles caso en todo lo que digan, quiero decir, sé que ellos saben toda la historia de nuestro pueblo y quieren lo mejor para Lumian, pero estoy segura que no siempre tienen la razón. Hasta el más sabio puede equivocarse, ¿verdad? –me pregunta.

-Bueno, yo no les conozco y no sé lo que saben y lo que no, pero supongo que cualquiera puede equivocarse. –quedo callada durante unos segundos, pensando. –Además, puede que hayan leído todos esos Relatos de los que hablas, pero quizás haya algo que no aparezcan en éstos, por lo que es difícil que sepan absolutamente todo.

Ariadna me mira por un rato, finalmente sonríe y afirma con la cabeza. Después de un rato en silencio mirando el paisaje que nos rodea, decidimos levantarnos y volver dentro del Palacio.

Al entrar, no encontramos a nadie en las primeras salas, por lo que me lleva a su habitación para mostrármela. Es grande y de colores neutros. Una gran cama con dosel se encuentra en la pared más alejada. Las paredes están decoradas con algunas pinturas de flores y paisajes con algún que otro animal. Hay dos puertas en el lado izquierdo de la pared, una conduce a un gran baño privado y la otra a un vestidor. A la derecha hay un gran ventanal el cual tiene en la parte baja un banco acolchado para poder sentarse. Nos dirigimos ahí para poder observar las vistas que tiene. Desde ahí se puede observar parte de los jardines y las montañas a lo lejos. El Palacio parece estar en la nada ya que solo se ven plantas y árboles a su alrededor.

Ariadna me cuenta historias de su vida, así como sus aficiones. Me dice que los cuadros que tiene en su habitación los ha pintado ella y quedo sorprendida por su técnica. A mí también me gusta pintar, pero jamás podría llegar a realizar algo parecido a lo que ella hace.

Descubro que no tiene muchos amigos, pues al ser una princesa tiene que encargarse de muchas cosas que no le da tiempo para poder salir y divertirse con gente de su edad. Me habla con sinceridad, abriéndose a mí y llegamos a un punto donde nos contamos de todo, descubriendo que tenemos muchas cosas en común. Me alegra haberle conocido, pues es una persona muy agradable, y me gusta pensar que ella haya podido ver en mí una posible amiga a la cual poder contar sus problemas y con la que divertirse.

Después de horas hablando sin parar, decidimos buscar a sus hermanos. He intentado retrasar la charla que tuvimos anteriormente todos juntos, pero supongo que en algún momento tendría que volver a salir. Por ello, decido tener confianza en mí misma y sigo a Ariadna hasta la gran sala, preparándome para descubrir si soy o no realmente una Neida.


Saga Forethan: BendecidaWhere stories live. Discover now