»PREFACIO.

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          Tenía los orbes enmarcados por gigantescas ojeras, las mejillas hundidas dramáticamente y los labios secos. Había visto docenas de veces ese brillo malvado en sus ojos, pero ahora era diferente: aniquilador, desquiciado.

¿En qué momento su locura se había disparado de esa manera?

Cuando sus temblorosos dedos tiraron del gatillo, ya estaba a medio camino. Sus piernas se moviéndose inconscientemente, desconectadas totalmente de su cerebro. La bala rompió el aire y le perforó el pulmón derecho.

Hubo un grito, o quizás dos; nada era seguro mientras el tiro nublaba su mente. Una mano directo al pecho le comprobó lo malo que iba; sangre corriendo a borbones entre sus dedos. Miró al frente, una sola lágrima filtrándose por la comisura de sus labios. Deseó retroceder, pero sus piernas desaparecieron y colapsó violentamente.

Dos manos elevaron su cabeza y se movieron por la extensión herida y el resto de su cuerpo. Lloraba. Lo sabía porque las lágrimas mojaban su rostro y aunque todo iba demasiado rápido y lento a la vez, logró escuchar cada palabra; entonces era como si solo existieran ellos dos. Se besaron, lo hicieron ardua y profundamente. El aire se consumió y sus párpados cayeron.


HEY ANGEL [EN PAUSA IDEFINIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora