Quinta Parte

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Quinta Parte

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Quinta Parte

Hope y yo entramos a mi despacho y de inmediato comienzo a contarle lo que ha ocurrido en los últimos cuatro días, no temo que ella pueda hundirme con esta historia, confío en ella plenamente y cómo no hacerlo si más de una vez en mi vida me ha salvado el culo de aprietos, aunque nunca uno como este. Además del hecho de que se podrías decir que Hope y yo hemos tenido un pasado, si es que se puede denominar pasado a una noche de licor, fiestas y un desliz.

- ¿Pero qué...? ¿Acaso estás loco, Holden? ¿Qué pasa si sus padres las están buscando? No puedes tenerla contigo así como así.

- Hope, respira, nadie la está buscando, ¿Es que no me escuchaste? Su madre los abandonó a ella y al animal de su padre, que luego la abandonó en un callejón.

- ¿Y cómo es que estás seguro que lo que dice es verdad?

- Es una niña, Hope, por Dios.

- Que sea una niña, no quiere decir que no pueda mentir - ella suspira mientras pasa sus manos por su rostro, con obvia frustración - A ver, okay Hol, vamos a ayudarla, pero no debemos tardarnos mucho si no quieres que nos socios terminen por enterarse. Yo me encargare de buscarle algún orfanato o casa hogar.

- Bien, pero debes pasármelas, quiero estar seguro de que ira a un buen orfanato, no quiero que sufra más. - no pierdo la forma en que trata de esconder una sonrisa.

Cuando salimos encontramos a Sky, aún sentada en el sofá en el que la dejé, muy concentrada en su dibujo. Me acerco a ella y me siento a su lado para ver lo que dibuja.

- ¿Qué dibujas, estrellita? - no me responde y sigue dibujando.

- Ya terminé, mira - tomo el dibujo que me extiende y no puedo evitar sonreír cuando me explica lo que es - Ese eres tú y esa soy yo, estamos viendo pélis en el sofá comodito.

2 de febrero, 2018.

Ha pasado una semana desde encontré a Sky, o más bien: desde que ella me encontró a mí. Más temprano que tarde me he dado cuenta que más allá de una niña temerosa hay una explosión de dulzura y felicidad que se encarga de enamorar a todos a su paso. Debo admitir que mis días han sido más interesantes desde que llegó a mi vida. Más de una vez me ha tocado traerla a mi oficina, y ya todos en la planta la adoran.

Todos los días Hope me pasa entres dos y tres listas de casas hogar y orfanatos, pero por más que me traiga ninguna entra en los estándares de lo bueno. Cada vez Hope está más harta de que le siga poniendo pero a cada lugar que me manda. Y el día de hoy, cuando toca la puerta de mi despacho, esperaba que llegara con esa cara de perro rabioso con la que había estado viniendo últimamente, pero contra todo pronóstico entrar con una gran sonrisa llevando, no las carpetas con las que los días anteriores entraba, sino únicamente un par de hojas.

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