10: El libro favorito de alguien

4 1 0
                                    

La biblioteca era mía tras el fin de las clases. Faltaba entonces alrededor de un mes para que recibiera la carta que exigía mi presencia y mi mente solo estaba concentrada en la competencia de la que Toruño me había hablado y... bueno, para ser sinceros, en nada más. La universidad me traía de cabeza. Y yo trataba de deshacerme de ése dolor leyendo.

Mientras me sentaba, frente a Gimena, para preguntar por un libro del que Lucía me había hablado y jamás en mi vida había leído, recibí justo un mensaje de ella. Dios, como si me hubiese leído el puto pensamiento. Sonreí por eso, porque incluso sus mensajes lograban alegrarme un poco.

PSICÓPATA: ¿Dónde estás, gruñón?

Sonreí.

YO: En la biblioteca. Lástima que no estés aquí, te extraño muchísimo.

Gimena me observó como si no se lo creyera. Sí, acababa de ignorar lo que fuese que me acababa de decir sobre Harry Potter y sobre la Snitch que tenía como dije su cadena. Traición en su máxima expresión y que solo se pagaría viviendo un día con Draco Malfoy. Podría explicar que era mi novia la que estaba al teléfono, pero lo dejé pasar.

-¿Entonces Kev?

-Cumbres borrascosas.

-Un clásico. -Dijo, riendo- Creí que alguien como tú lo habría leído desde la primaria.

Rei el chiste aunque había gente detrás de mí haciendo fila. Bien, que podían esperar un poco más porque lo que me llevó hasta ahí tomando en cuenta mi estrés y mis dolores de cabeza era mucho más importante. Muchísimo más que una duda sobre libros, y esto que los libros eran lo mío. Leerlos al menos.

-La decepción, lo siento. -Dije, tratando de ignorar mi celular- Acabo de descubrir que es el libro favorito de mi novia y...

-¿Pensabas leerlo para ella? -Quiso saber, emocionada- Ay, cómo me...

-No. -Corté- Quiero leerlo para recrear una escena del libro para cuando cumplamos treinta meses juntos.

Unos chicos que estaban cerca giraron el rostro hacia mí y me sentí patético, pero eso le importó poco a Gimena, quien se puso en pie y me dio un abrazo.

-Dios, eres el novio que toda chica quisiera tener.

-No con esta cara. -Dije, cuando se separó de mí.

Dio un golpe sobre mi pecho con la palma de su mano.

-Horrible aguafiestas, cinco puntos menos para tu casa. -Comentó, regresando a su escritorio- Como verás, enano, tengo mucha clientela así que puedes desalojar y ya te llamaré yo para avisarte sobre ese libro.

-Oh, gracias Gimena. Eres un sol.

-Lo sé, lo sé.

-Como Severus tratando a Harry. -Le respondí, antes de irme corriendo.

Hasta que una de las bibliotecarias de más edad me quedó viendo con cara de pocos amigos y me hizo detenerme justo en la puerta de salida.

-Kevin.

-Un gusto. -Dije, y volví a correr.

Para cuando estuve fuera de la biblioteca y pude respirar paz, aunque ya eran casi las seis y no estaba en mi casa, saqué el celular de mi bolsillo y me encontré con un mensaje de mi novia.

PSICÓPATA: Ve fuera de la biblioteca.

Fruncí el ceño y escribí una respuesta.

YO: ¿Para?

En eso alguien tocó mi hombro y me hizo sobresaltarme.

-Eh, Kevin, qué gusto.

Era Enrique. Me reí por el susto y me dispuse a darle los cinco, pero noté que traía un cesto con manzanas en la mano y eso captó mucho más mi atención que cualquier otra cosa. Aparte de que eran mi fruta favorita, era rara la comida intacta en su poder.

Los besos que no te diDonde viven las historias. Descúbrelo ahora