12: Final de fútbol

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-No pienso volver a mi casa, no me importa lo que me digas o lo que hagas, Lukas. -Dije, sentado en el borde de su cama- No sé por qué la insistencia.

Lukas estaba en pie frente a mí, en shorts y camisola rojos, el uniforme del equipo de fútbol del colegio. Acababa de dejar un partido a medias en el descanso antes del segundo medio tiempo, en cuanto cierto Emiliano estúpido se atrevió a contarle lo que había ocurrido en mi casa. Que entrara al dormitorio vacío mientras yo pateaba lockers me tomó por sorpresa.

-Eres más terco que una mula.

-No sé si las mulas sean tercas, pero yo lo estoy siendo. -Dije y me acosté- Sabes que no tolero a mi padre, Lukas.

-Pero Jonathan...

-Él es fuerte, más fuerte de lo que yo jamás fui, así que estará bien. -Suspiré y reí- Y si lo que te preocupa es mi madre, pues deja de querer sumar puntos cerdo egoísta.

Lukas sonrió y se dejó caer sobre mí, de espaldas. Me tomó por sorpresa y estuve a punto de insultarlo, pero preferí no moverme y rodear su cuerpo con mis brazos. El dormitorio estaba vacío y medio internado se había ido hacia las canchas, así que solo éramos él y yo.

-Está bien, Kevin. -Dijo, con un tono comprensivo- Que a veces quieras huir, eso, pero no lo harás siempre.

-Lo sé, lo sé. -Acerqué mi rostro al espacio entre su cabeza y su hombro derecho, riendo- Así como sé que mi mamá te odia.

-Me ama como a un hijo. -Dijo él y giró el rostro a la derecha, riendo también- No te engañes.

Con la mano izquierda acaricié su rostro y llevé luego la mano hasta su pecho, justo donde debía estar su corazón. Sentí el palpitar acelerado, el sube y baja de su pecho con cada respiración, el aroma de su cuerpo. Era mío.

-Vaya novedad que apoyes las relaciones incestuosas, Lukas, porque si mi madre te ama como su hijo entonces tú y yo...

-No hay sangre compartida, puedo meterme contigo. Además, ni hay tanto problema porque ninguno de los dos saldría embarazado.

-Piensas en cada estupidez. -Le respondí, y apreté su cuerpo con fuerza- Eres un completo estúpido.

-Si te besara, ¿te callas?

-Cambiemos la fórmula, si te besara yo a ti, ¿regresas a tu importante y emocionante partido de fútbol?

Su cuerpo se tensó.

-Lukas, es el final de la temporada y están a muy poco de coronarse con la copa juvenil, estoy seguro de que tu equipo necesita a su mejor goleador. Y no soy un cerdo tan egoísta como para no saber lo mucho que esto significa para ti.

Se movió de su sitio encima mío y se acostó a mi lado. Sonrió. Mi sonrisa favorita en el universo. Bajé la mano y busqué la suya a tientas, con el cuerpo temblando ligeramente, y la tomé entre la mía.

-Claro que me necesitan, sin mí no lograrían nada. -Dijo, en tono engreído- E iré, claro, pero solo si tú me prometes que no te quedarás en el internado este fin de semana.

-Te veo muy interesado en que no esté aquí, ¿algún motivo especial, Lukas? No me digas que es otra de las bromas que...

-Ven a mi casa conmigo. -Cortó, con los ojos cerrados y una sonrisa de medio lado- Quiero que vengas a mi casa conmigo este fin de semana, Kevin.

Por un momento olvidé a mi padre y los problemas en casa y dejé que Lukas apretara mi mano con la suya. Sonreí, feliz como un imbécil por aquella propuesta y me abracé a él. Ya no se sentía tensión en el ambiente y en realidad no había razones para ello. Me rodeó con la mano que no estaba bajo mi cuerpo y besé la base de su cuello.

Los besos que no te diDonde viven las historias. Descúbrelo ahora